Un gol de Santi Cazorla en el área pequeña, a un metro de Courtois. Esta circunstancia, una auténtica anomalía en la carrera y el juego del talentoso jugador asturiano fue, a su manera, explícita y directa, un resumen fidedigno de lo que Villarreal y Real Madrid pudieron ofrecer en el estadio de La Cerámica. Las dificultades de ambos equipos para progresar y dominar una fase concreta del juego, sea cual sea, no solo fueron muy similares en la forma sino también de parecida relevancia en el fondo. García Plaza y Solari comparten algunas premisas que de algún modo comprometen llevar la iniciativa de manera incuestionable, incluso cuando la elección parta de no tener la pelota.
Este último matiz se pudo comprobar, por ejemplo, en clave blanca, a la hora de poder correr, un momento del juego en el que la posición y la manera de colocarse y perfilarse de su jugador más potente, Gareth Bale, hubiera impedido llevarlo a cabo. Ese detalle, mismamente, más lejano en el análisis que otros más importantes y evidentes, vale de muestra. Lo cierto es que los planteamientos iniciales nos sorprendieron, menos aún el desarrollo del partido. Los dos entrenadores prefieren que sus equipos se expresen desde el orden posicional, siendo más propicio como sinónimo de rígido el uso de agarrotado por delante de resistente.
Villarreal y Real Madrid apenas movieron sus piezas con balón
Mucho más denso que fluido, el juego encontró acertijos muy parecidos en las dos mitades del campo. Para explicar el plan con pelota de amarillos y merengues hay que reseñar la ausencia de apoyos al balón que tienen ambos colectivos cuando el poseedor, por técnica, puede cambiar de ritmo. Al envío horizontal sólo le acompaña una posible conexión más adelantada, quieta, que bien defendida, sin demasiados alardes, tapona la circulación en dicho sector. Dicho de otro modo, como todo se relaciona con la precaución, todo se fija por tramos, raro es que un jugador de la última línea pueda acercarse a una zona alejada de la suya para descongestionar. Esa misión, correspondiente a Benzema y Gerard, extrema la importancia de ambos en la totalidad de las jugadas. El resto de compañeros está en su sitio, y ese sitio será su parcela.
El Villarreal, que además dispuso de dos jugadores de contención en el carril central, obligó al Madrid a jugar mucho más por fuera, donde Karim trató de parar allí la pelota y hacer siempre el 3×2 con tal de que la pelota progresara. Esa simple misión, que tanto le está costando al Real Madrid, sería casi imposible sin el francés a este nivel de responsabilidad y participación. Así, el submarino podía ocupar su campo con muchos efectivos, sin que los mejores jugadores blancos pudieran juntarse con continuidad para deshacer los nudos que con naturalidad han convertido siempre lo complicado en sencillo. Sin regate, desborde y asociaciones de calidad, el partido parecía presto a que el Villarreal pudiera aprovechar espacios por los costados, con Samu estirando las desconexiones de Marcelo, o Fornals, muy desasistido por la dinámica del juego y el tipo de mediocentro por el que apostó Plaza.
Sólo Benzema permite al Madrid hacer progresar las jugadas
La segunda mitad, que arrancó con ventaja para el conjunto blanco, contó con la aparición de Isco y Valverde, dos perfiles diferentes que poco cambiaron la escena. La entrada del malagueño siempre lleva aparejada la idea de alargar la hilera de pases con marcador a favor, pero la escasez con la que el Madrid produce sus ventajas le hace no creer en determinados planes, quedando cerca del peligro por más que la rigidez de sus intenciones, con mucho hombre por detrás o cerca de balón, sin libertad para moverse, trate de conseguir. El gol de Santi, un reflejo de la compartida insuficiencia de ambos equipos-
AArroyer 4 enero, 2019
Insistiría en lo que, desde mi punto de vista, ocurre en el tercer párrafo. Sólo pueden ofrecer los cercanos, y desde la quietud y sin riesgo ni confianza para intentar soltarse y relacionarse. En ambos equipos. No hay posibilidad de que los jugadores más lejanos al balón rompan a portería, se liberen de su carril y vengan al otro, o a tocar en zona de medios. No hay improvisación. Así es muy difícil cambiar las cosas y la mentalidad del jugador para ponerse a jugar.