Karim Benzema y Gareth Bale fueron más que suficientes para que el Real Madrid de Santiago Solari reservara una plaza para la final del Mundial de Clubes que tendrá lugar el próximo sábado. Fruto de las dos virtudes que mejor representan su fútbol, francés y galés se las arreglaron para cerrar un resultado que fue acorde con todo lo generado por ambos futbolistas. El costado izquierdo blanco, sobrecargado con insistencia, en número y en agresividad, fue el principio y el fin de un encuentro en el que el Real Madrid no dejó que la extraña narrativa de la competición, y el mayor ritmo que podía dar ventaja a Kashima Antlers, complicara en exceso su puesta en escena. Entre tanta claridad en el resultado, hubo tiempo y espacio para rescatar algunos matices relevantes.
El técnico argentino obró con la consecuencia ya analizada desde que se sienta en el banquillo merengue, alineando a los hombres en los que más confía y en la posición de partida que entiende la más idónea. Lucas Vázquez y Gareth Bale ocuparon los carriles más naturales a su pierna buena, mientras Llorente y Benzema rodeaban a Modric y Kroos en el carril central. Esta disposición se vio matizada por el comportamiento de dichos extremos, pues tuvieron algo más de responsabilidad para, en momentos concretos, intervenir en espacios interiores cuando el centrocampista de su costado buscaba socios para progresar. Como en líneas generales Kashima alternaba un bloque bajo con otro donde buscaba el robo a media altura, los extremos amagaron más veces de las que se ha contado en partidos anteriores con dibujar opciones de pase más allá de las que, sin un segundo de descanso, crea Karim Benzema.
Benzema fue el director de juego del Madrid ante Kashima
La duda que impediría confirmar esto como intención nació precisamente de la radiación con la que Benzema iluminó todo el campo para conectar tantas piezas como su fútbol le permite, que son ilimitadas. El constante intervencionismo, nunca absorbente, agotador ni limitante, del delantero galo provocó que todo su alrededor interaccionara con él para que la pelota superara marcas y líneas del rival. De ahí pudo entenderse que Bale merodeara más de la cuenta por dentro, y que, aún lejos su equipo de generar contextos de dominio o situaciones reconocibles, mecanizadas y fluidas en la creación de ocasiones, el Real Madrid abriera espacios para encontrar opciones de remate o segundas oportunidades. El valor de Benzema como futbolista guarda la capacidad de vestir la movilidad ajena en una consecuencia de su derroche técnico y timing asociativo.
Por lo demás, el plan fue más exitoso que tibio porque Kashima balanceó su defensa hacia Kroos, Marcelo, Bale y Benzema, fuese defendiendo en ritmos lentos o tratando de contener transiciones, y así el Madrid sacó rédito defensivo de cargar una orilla, orientar su presión hacia dicho sector y poder sacar el juego hacia las zonas más vacías, seguramente lo más cojo de su plan, pues ni Lucas, ni Carvajal encontraron utilidad al aclarado generado; Benzema estaba generando la ventaja junto a Bale casi sobre la cal en izquierda y los tiempos de la jugada no eran los más propicios para atacar el área a tiempo y antes de que sus rivales la ocuparan.
roumagg 20 diciembre, 2018
Es tremendo lo que está corriendo Llorente y el nivel de intensidad al que lo hace. Está reduciendo mucho por sí mismo las ocasiones que le crean al equipo y las ventajas que genera en el campo madridista el rival. No recuerdo que fuera tan dominante en lo físico con Zidane o Pellegrino. Desde luego, fue un recurso infrautilizado la temporada pasada.