La clasificación de la Holanda de Ronald Koeman para las semifinales de la primera edición de la UEFA Nations League llegó de forma inesperada, seguramente fruto recolectado por la perseverancia y la dinámica generada en los encuentros previos. Dos goles en los últimos siete minutos le permitieron empatar un partido del que estuvieron más lejos que cerca de dominar o voltear desde la productividad ofensiva o la seguridad atrás. Tampoco mostró excesiva debilidad Holanda en términos generales pero sí encontró Alemania motivos para dar por bueno el cambio de sistema que han experimentado los germanos en esta competición tras lo sucedido en Rusia 2018.
Sané y Werner hicieron mucho daño a Van Dijk y De Ligt
El conjunto dirigido por Joachim Löw dio continuidad a la decisión de equilibrar su plan más reciente, el que sufría tantísimo ante cualquier pérdida de balón. Aquel sistema, con Kroos, Hummels y Boateng en la última línea, con los laterales eliminados del balance, siempre por delante del balón desde los inicios de la jugada, complicaba mucho su competitividad, dependiendo en exceso de traducir en gol cada acercamiento. Por ello, Löw ha recuperado la línea de tres centrales, con Hummels en el eje y dos socios a sus lados. De este modo, tiene un hombre más atrás y Hummels, el más pesado, no tiene que acudir a las bandas en situaciones de transición defensiva. No obstante, fue más adelante donde Holanda encontró la dificultad.
Alemania, con carrileros, ubicó a sus tres atacantes siempre por dentro, con desmarques de todo tipo, que hacían dudar a sus zagueros, Van Dijk y De Ligt. De izquierda a derecha, Sané, Werner y Gnabry, trazaban movimientos muy profundos y también de apoyo, para dibujar líneas de pase o espacios que atacar al arrastrar una marca. De ese modo llegaron los dos goles teutones, muy significativos, explicando la debilidad holandesa en defensa posicional. Esa superioridad en el carril central, con Schulz y Kehrer abriendo el campo, dio alas a Löw para sacarle partido a una estructura que resta algo de responsabilidad a sus medios para intentar paliar con una mejor organización lo que también es evidente: no dispone de tanta calidad como antes. EL ‘XI’ alemán no dispone de muchas figuras desequilibrantes.
De Jong pasó al central y Holanda igualó las fuerzas
Por tanto, con 2-0 a favor, le tocó mover ficha a Koeman, que incidió en ese detalle explicado para ajustar con De Jong en la última línea. Holanda acumuló muchos más minutos con De Jong empezando en primera línea, como un central más, tanto en salida como en las fases sin balón, y Holanda ajustó algo mejor su ocupación del campo, el emparejamiento en la presión de los últimos hombres alemanes, su trío atacante, pudiendo ver el partido de otra manera. Llegado el último tramo, Van Dijk pasó a ser delantero centro, con Promes y Depay en la frontal del área. Alemania perdió el control de la pelota y tuvo que defender mucho más atrás. No fue una decisión demasiado comprometida pero Holanda mostró su nueva piel que le ha concedido una plaza entre los cuatro mejores, un gran espaldarazo tras no haber estado presente en las dos últimas grandes citas -Eurocopa 2016 y Mundial 2018-.
AArroyer 20 noviembre, 2018
La verdad es que el empate debió sentar como una ducha helada en Lów y sus chicos. Irse hasta marzo con una victoria que además justificaba y explicaba el buen hacer del sistema nuevo creo que era muy importante para Löw. Lo de Sané y Werner tirando desmarques agresivos para dar espacio a todos los demás compañeros, le dieron el mando del partido. Pero la influencia de las dinámicas y la fragilidad que para asustarse y pertrecharse les pasó factura.
Vuelvo a comentar algo parecido a sus últimos compromisos. Alemania va realmente corta de calidad en sus últimas convocatorias. Corta, corta. Pero al menos ha ideado una estructura que protege a determinados hombres y Sané y Werner sí son jugadores profundos y con agilidad para dinamizar ataques.