La noticia de que Diego Costa iba a volver a vestirse la camiseta rojiblanca provocó un terremoto de positividad cuyo único punto negro residía en cómo podría tomarse Antoine Griezmann la aparición de un foco mediático y futbolístico que amenazaría con arrebatarle el liderazgo del Atlético de Madrid. Paradójicamente, y de forma muy bella y limpia, el juego se ha impuesto a todo lo ajeno al mismo y ha ocurrido lo más puro: la compatibilidad de ambos sobre la cancha y el plus de nivel que representa el ariete hispano-brasileño ha rescatado el mejor rostro del Balón de Bronce de 2016.
El éxito de esta colaboración se sustenta sobre un par de pilares: la posición y el estilo. En cuanto a lo primero, el retorno de la figura de un «9» puro ha liberado a Griezmann de los centrales, de la teórica obligación de hacer goles y de ser la principal (y única) atención de las zagas contrarias en todo lo vinculado a la profundidad. Antoine ha regresado a la segunda línea y, con ello, tanto a ver el partido de cara como a aparecer por sorpresa en la zona del peligro. Tres de los cuatro goles anotados contra el CD Leganés se explican en base a estos conceptos: en el primero rompe mientras Costa fija y en el tercero y el cuarto se aprovecha de que halla otra referencia para el remate en el área.
Gameiro se parecía a lo buscado, pero jamás hizo el equipo suyo.
Por lo comentado antes, Griezmann siempre amó a Gameiro. Por eso y porque Gameiro se adhería con la filosofía del contraataque. Pero Kevin se quedó corto en tres aspectos: el goleador, el de la intimidación (y, por ende, la absorción de marcas) y, como suma de las dos anteriores, el de la ascendencia sobre el sistema. La pujanza de hombres como Koke, Correa o la versión más asociativa de Filipe Luis, así como las exigencias tácticas y técnicas anexionadas a la grandeza que el proyecto fue adquiriendo a los ojos de los rivales, se contrapusieron a la esencia de Gameiro y desplazaron al Atleti de Madrid hacia su cara más posicional. O sea, la complicada.
Costa, además de subir el nivel, ha supuesto un cambio táctico.
Diego Costa sí posee el carisma y la influencia suficiente como para llevar el sistema a su terreno; a excepción de la selección española, sus equipos siempre han jugado en función de sus características, y el de Simeone, desde luego, no iba a ser quien rompiese esta regla. El secreto de su impacto sobre el modelo reside en su capacidad para prevalecer en la precipitación. El único modo de propiciar un contexto de transiciones aunque el adversario opte por esperar en un repliegue consiste en precipitar el juego desde el primer pase y programar un escenario relativamente aleatorio donde las segundas jugadas copen el protagonismo. Él lo favorece y a su vez lo sublima, debido a que esa aleatoriedad, bajo su paraguas, se difumina y tiende a lo certero. Más si cabe si detrás de sus batallas lanzan y luchan especialistas como Thomas, Ñíguez o, principalmente, Koke.
La simplificación de tareas ha potenciado la eficacia de Griezmann.
Al contrario de lo que se prestaba a intuir, el viaje hacia este tipo de fútbol no ha sentado mal a Griezmann. El francés ha demostrado en marcos más cerrados ser un elemento puntero en cuestiones asociativas tanto creando como organizando, lo cual le eleva a la categoría de súper crack, pero no por ello contradice la norma de que, cuantos más espacios se disfruten, más réditos se reportan. El juego posicional había gripado al Atlético de Madrid y Antoine no lograba dinamizarlo -de hecho, pareció rendirse en el intento-, mientras que esta hoja de ruta menos sofisticada allana cualquier reto dado a la confusión o la ofuscación y simplifica sus tareas a todas las piezas, estrellas incluidas. Por eso, Griezmann no está tocando tanto la pelota como en el inicio de la temporada 2016/17. Y también por eso, cada toque suyo está promediando un peligro que, quizá, en ningún momento previo de su carrera llegó a suponer.
Foto: PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP/Getty Images
Carlos 1 marzo, 2018
Vaya jugador, vaya calidad. El tercer gol ayer, el que anota de cabeza, es que es arte puro. Lee y se imagina la jugada 2 segundos antes que el resto de futbolistas.
Luego está claro, que rematando es una cosa….. brutal. Sobran varios dedos de una mano para enumerar mejores rematadores que él en el mundo. Vaya crack
El Atletico se ha ganado la lotería, tiene uno de los 5 mejores del mundo sin haber tenido que pagar 100 millones minimo por él. A otros nos toca asi.