Fue a finales del siglo pasado cuando el Chelsea FC comenzó a entrar en la conversación. Hasta ese momento le costaba interactuar incluso en casa, de charlar y discutir con los equipos que convivían con él año tras año. Era un club siempre a la sombra, de un estatus muy definido, sin demasiado protagonismo ni relevancia en la First Division y en la posterior Premier League. Aprovechado ese primer punto de partida, fechado en 1998, el Chelsea comenzó a construir una historia diferente. Como aquella anécdota que de alguna manera relató la fundación del club, en la que una mordedura serviría de palanca para iniciar el camino del Chelsea como entidad, fue a principios de este siglo cuando se cimenta la actual realidad de Stamford Bridge, la casa de un campeón de Europa, de un referente de la Premier. De un club actualmente aristocrático en el continente que quiso morder una parte del gran pastel.
En ese proceso cabría destacar el nombre de Roman Abramovich, quien sigue sosteniendo y consolidando al club por el planeta fútbol, alguien crucial en el despegue pero sin las perspectivas necesarias para explicar lo que ha ido sucediendo en cada proyecto futbolístico. Las dinámicas del vestuario, el vivir desde dentro el crecimiento de cada equipo, las dudas o la toma de decisiones bien podría recordarlas y compartirlas uno que estuvo desde el principio, que vivenció toda clase de momentos al frente de todo. John Terry, quien el pasado 17 de abril anunciaba su marcha del club de Stamford Bridge, el de toda su vida, es el historiador perfecto, el más capacitado, para poner en situación, valor y continuidad lo que va camino de convertirse en tres lustros de notable trascendencia europea. Terry, 17 veces campeón, de todos los torneos posibles, será recordado así:
«Puedes ver lo que es Terry. Él es ‘Míster Chelsea’, Chelsea de los pies a la cabeza. El ama esto más que nadie en el club. John Terry es todo un hombre, no muchos defensas centrales se pondrían en pie para decir ‘yo lanzaré el quinto penalti’, porque todo el mundo sabe que es del que depende todo. Nadie puede criticarle, desde luego no en el Chelsea», palabras de Frank Lampard, tras la final de la Champions League 2007-2008.
A Terry se le podría conocer por muchas cosas, pero aquella foto, en la que caía cuando acariciaba la primera Copa de Europa del club, la que indisolublemente uniría ese momento con John, convirtió su carrera en una historia dividida. Antes de aquello y después de levantarse. En cierto modo, aquel resbalón resumió con enorme expresividad un momento que por definitivo que parezca, refuerza el vínculo con la grada, empatiza con el protagonista y construye un nuevo pilar para la próxima vez. Y también, por otro lado, resumió cómo, en apenas cuatro temporadas, el proyecto de Abramovich, el que edificó Mourinho desde la pizarra y en el césped, el Chelsea estaba compitiendo como uno de los grandes de la Champions League. Cerca significaba cerca.
“En aquel año, 2004-2005, construímos un equipo fantástico, a nivel defensivo fuimos increíblemente fuertes. Y así es como John llegó a la cima. Él ganó todo con el Chelsea, él era el capitán de Inglaterra. John Terry llegó a la cima“, José Mourinho-.
Ese momento, sobrevenido, que puso a Terry en la tesitura de lanzar un penalti que correspondía a Drogba -expulsado durante el partido-, consolidó su jerarquía, adquirida desde que llegó un tal José Mourinho con un apasionante proyecto de por medio, y cuya condición de campeón de Europa un año antes serviría de acicate para el joven y ambicioso vestuario blue. Mourinho llegó y revolucionó el fútbol inglés con la creación de un equipo-máquina, que en su primera temporada sumó 95 puntos, una derrota y quince goles encajados. En el centro de la zaga, Terry y Carvalho, considerada una pareja absolutamente referencial, complementaria y precisa; infalible gracias al poderío aéreo del inglés, la silenciosa cadera del portugués y el hambre de los dos. Además, por su forma de ser, el británico sería el primer receptor de la mentalidad del luso; su primera mirada desde el banquillo.
Aquel Chelsea parecía programado para entender el fútbol británico, para absorber lo mejor de su cultura, devolver la expectación en forma de energía y vértigo, pero también para adaptarse a los mejores equipos del continente. Terry era la cara visible de una especie de haka azul que durante dos temporadas puso a la ciudad de Manchester, dominada por Ferguson, y dominadora de la Premier, en un segundo plano. El futuro capitán inglés ejercería de muchas cosas; como líder de zaga, de vestuario y de la afición, en un conjunto que tenía en John a un central de perfil inglés que con el paso del tiempo y coincidiendo con la llegada de Ancelotti, fue comprendiendo la posición. Su madurez fue en paralelo a cómo el Chelsea fue asentando y posicionando su marca dentro de la Premier y dentro de la Copa de Europa.
«Mi juego cambió de forma natural. En los entrenamientos deseaba llamar la atención como un jugador joven y la verdad es que funcionó, también en los partidos. Me encanta hacer un ‘tackle’, un despeje o una intercepción, para mí es como marcar un gol. Ese es el equivalente para mí como defensor. Creo que es la “vieja escuela” en mí, la generación en la que me crié. Me encanta ese lado del juego y me encanta defender».
Terry, quien con 15 años jugaba de centrocampista, describe el oficio defensivo como necesidad imperiosa de sentir la retaguardia, de evitar situaciones de peligro, de salvar a los tuyos. Es también el propio Terry quien reconoce que con el paso del tiempo, la experiencia, nuevos compañeros, diferentes situaciones y entrenadores, modifica su manera de entender la posición, comenzando a reducir las acciones más retadoras, entendiendo que cada una de esos lances podía exponer demasiado la portería a defender, circunstancia más evidente desde la llegada de Carlo Ancelotti, en un 4-4-2-en rombo de ritmo más lento, pausado, que tenía en Ballack, Anelka y Ashley Cole a los jugadores más protagonistas con balón.
Aquel proyecto, que vino tiempo después de la final de Moscú, parecía la respuesta correcta, en términos de identidad, para acometer de nuevo el reto de levantar la Champions que se escapó en Luzhniki. Pero fue José, el de Setúbal, al mando del Inter, el que despertó del sueño a John. Habían resultado ser, los de 2004-2006 y 2009-2010, dos proyectos sólidos, resueltos con el campeonato liguero, formados por plantillas extraordinarias y juntadas para tal objetivo… pero la recompensa seguía sin producirse. Terry cumplía temporadas como capitán del club y disfrutaba de un presente más que positivo, pero la Champions era, como para tantísimos grandes jugadores, esquiva. Como el agua entre los dedos.
«… sobre todo en la temporada anterior, la de Rafael Benitez, ahí pensé ‘este tipo está acabado’, ya no juega, no está jugando los partidos importantes. Pensé que estaba en serios problemas (…). “Cuando llegué, me encontré con un interrogante: ‘¿Qué John me voy a encontrar?’ ¿Qué puede hacer él? ¿Puede mejorar? ¿Puede llegar a estar cerca del John que conocí?”, José Mourinho, en 2014-.
El Chelsea, que pensó en otro portugués campeón con el Oporto en pos de volverlo a intentar, fracasó en el intento. O eso parecía, porque con el proyecto herido de muerte, pensado únicamente para salvar los muebles del naufragio, y con Terry dando síntomas de declive, ocurrió lo inesperado. Roberto di Matteo habló con la boca pequeña, sin grandes expectativas. Como tapado y gracias a ejercicios defensivos extremos, apoyados en un memorable Petr Cech, Stamford Bridge levantaba la orejona en el Allianz Arena, sin el brillo que ya habían visto proyectos a priori más preparados para conseguirla. La historia de Drogba en aquella final, agarrando, con un testarazo a bocajarro, la oportunidad que tantas veces… se escurrió.
Más tarde, con la mirada del que ya lo conquistó todo, y en su última etapa como jugador del Chelsea, John Terry recuperó su mejor nivel, cómo no, de la mano de Mou, con el que fue campeón de Liga jugando todos los partidos (2014-2015), regalando el último baile del jugador más laureado de la historia del club. El último adiós de ‘Mr. Chelsea’ a un club que él puede describir y situar como verdadero protagonista. No lo fue con la selección inglesa y no lo fue con otro club. Good bye, Míster Chelsea.
Foto: Shaun Botterill/Getty Images
Arroyo 6 junio, 2017
¿Cómo recordaréis a John Terry?