El Real Madrid ganó anoche su tercera Champions League en cuatro temporadas y en ningún momento se dio la sensación de que se tratase del broche de oro a una era. Más bien, quedó el poso de que se está abriendo un ciclo. La Copa de Europa ha experimentado dos procesos que han transformado su realidad. El primero fue un gol que duró, como todos, un suspiro, pero un suspiro que no se extingue. El minuto 93 de la Final de Lisboa, esa explosión de euforia y a la vez declaración de paz, sigue presente en cada encuentro para beneficio único de uno solo. Pero eso había que interpretarlo. Es el segundo proceso el que lo pone en uso, es el segundo proceso el que de verdad trasciende, el que justifica esta percepción de que la Duodécima no es un fin sino un medio hacia lo siguiente, y tiene nombre propio: Zinedine Zidane. Zidane fue presentado en el Santiago Bernabéu en el verano de 2001 en calidad de mito viviente y habla del club blanco como si le hubiera enseñado todo, casi como si le debiera la vida. Está enamorado del madridismo, lo percibe como una oportunidad, como un regalo, que se brinda para ser feliz y ser mejor. Cada una de sus decisiones se encamina a potenciar esa idea de que la clave es el propio Real: jugarse la Liga con el once suplente, limitar a Cristiano a 25 goles, quitarse importancia a sí mismo aunque sepa que está escribiendo historia. Todo lo que hace lo hace para reforzar el mensaje en el que cree y en el que, en perspectiva, debe creerse: la gran estrella del Real Madrid es el Real Madrid.
Allegri empezó exprimiendo todas los desequilibrios del esquema de cuatro centrocampistas del Madrid.
La Final se dividió en dos periodos que no se asemejaron entre sí. En el primero, Allegri demostró ser un entrenador de élite que había estudiado a consciencia las particularidades del Madrid que se venía viendo, el del 4-3-1-2 que reúne en el mismo once a Casemiro, Kroos, Modric e Isco. Dicha disposición alberga ventajas interesantes pero también adolece de varios defectos a señalar. Principalmente, dos: que el reparto de espacios en ataque es peor -más estrecho- y dificulta mantener la posesión en campo contrario y que, en defensa, los laterales del rival juegan solos y ello desequilibra el sistema en general. Ambas trabas fueron exprimidas por la Juventus para, originalmente, hacerse con el control del partido.
Su plan comenzaba con una media presión que daba libertad al Real en la zona de los primeros pases. Si Varane y Ramos hubieran querido pasarse la pelota durante los 90 minutos, nadie lo habría impedido. Lo que la Juve no quería era que los centrocampistas más creativos entrasen en juego en la mitad que terminaba con la portería de Buffon. Era en esa parcela del campo donde Khedira y Pjanic, con ayudas de Alves y Mandzukic, encimaban a Luka, Toni e Isco para que no conectasen. De este modo, la pelota solía acabar en Carvajal y Marcelo, que al no tener delante un extremo como en el 4-3-3, no hallaban opción de progreso. Benzema, Isco y Modric trataban de compensarlo con desmarques diagonales a la espalda de los laterales italianos, pero los recorridos eran demasiado largos y Barzagli y Alex Sandro defendían en ventaja. Tácticamente, el orden sin balón de los de Allegri era muy superior al del ataque de los de Zidane. El balón pertenecía al Madrid (56%), pero el arco que salía por la tele era el de Keylor Navas.
Pjanic protagonizó una primera mitad de centrocampista referencial en la exigente Champions League.
En parte, porque la Juventus lo estaba haciendo muy, muy bien durante su fase ofensiva. Tras cada recuperación, aprovechaba la descompensación del sistema blanco y buscaba sin preámbulos a Alex Sandro o Dani Alves, que recibían y ganaban terreno sin oposición hasta asentar el ataque. Tras ese principio, surgía Mirelam Pjanic, que completó una primera mitad digna de un regista bianconero. Estuvo presente, clarividente, preciso y agresivo; conectando a cada pieza para que la Juve fluyera y se desplegase, hasta el punto de que hasta Dybala e Higuaín, que se mostraron manifiestamente inferiores a Sergio Ramos y Varane, tuvieron sus chances en este tramo. Crédito eterno a la actuación del bosnio.
Así, la situación se prestaba a que los tifosi fueran optimistas. Salvo por un detalle: en los seis minutos que transcurrieron entre el 1-0 de Cristiano y el 1-1 de Mandzukic, se evidenció una diferencia entre la madurez competitiva de ambos conjuntos que hizo presagiar que la Juve iba a necesitar sí o sí que todo le saliera a pedir de boca. En apenas nada de tiempo, y con muchísimo por disputarse todavía, había concedido tres contras del Madrid en superioridad numérica blanca frente a Pjanic, Barzagli, Bonucci y Chiellini. Y a cambio de demasiado poco, pues debido a la supremacía de Ramos y Varane sobre la delantera italiana, el rédito en forma de ocasiones que obtenían por lanzarse en tromba era escaso. O la Vecchia Signora se adelantaba y recuperaba su autocontrolado plan A, o iba a precisar de otro milagro como el de la media chilena de Mandzukic para poder levantar su anhelada tercera Copa de Europa.
Zidane y Kroos cambiaron la Final con el alemán trabajando sobre la zona de Pjanic en el segunda parte.
Pero tras al descanso, todo cambió. Lo cambió Zinedine Zidane, que estuvo impresionante en la lectura y mejor si cabe proponiendo una solución: si durante el primer tiempo el Madrid había defendido con Casemiro, Kroos y Modric haciendo trivote e Isco sumándose en el lado que estuviese para formar una línea de cuatro, en la segunda parte pasó a defender con Casemiro de mediocentro, Modric interior derecho, Isco interior izquierdo y Kroos de mediapunta. Y subieron la altura de la presión entre 15 y 20 metros. De repente, la Juve desapareció. El trabajo del alemán sobre la salida de balón italiana y sobre Pjanic en concreto fue sublime, otorgando a Casemiro, Modric y Alarcón ventaja táctica sobre Dybala, Alex Sandro y Dani Alves en el escalón inferior. El Madrid recuperaba la pelota muy arriba. Y había más.
Zidane no se había conformado con dinamitar la posesión de la Juventus, sino que había dado también sentido a la suya propia. El truco, limitar la libertad de Isco, que en los primeros 45 minutos cubrió demasiados metros y no terminó de constar en ninguno, y fijarlo en banda izquierda, haciendo que Marcelo encontrase el vértice asociativo que necesita para progresar con el balón controlado. Marcelo e Isco, con Kroos cubriéndoles la espalda en lo táctico y mimándoles con balón en lo técnico, permitieron por fin al Madrid mantener la posesión controlada en campo contrario, dibujando los triángulos que le permiten presionar no sólo tras saques de puerta sino también tras pérdida, y convirtiendo a la Vecchia Signora, un equipo sin velocidad, en un oponente absolutamente inofensivo. La exhibición blanca se había consumado y era memorable. En buena medida, también, porque su delantera sí poseía auténtica capacidad de castigo: Cristiano Ronaldo y Benzema dominaron a la BBC de Gianluigi Buffon. Karim con su movilidad y dulzura fue la gota china, y el legendario futbolista portugués merece un párrafo aparte.
El dominio de Cristiano Ronaldo sobre Barzagli, Bonucci y Chiellini en el espacio reducido fue decisivo.
Lo de Cristiano Ronaldo es la constatación definitiva de que Zinedine Zidane ha triunfado. La manera de entender al Real Madrid que tiene el francés ha calado en la superestrella lusa y le ha convertido en un arma de destrucción masiva para los momentos de la verdad. Cristiano ha comprendido que no debe tirar de nada porque ya tira el Real Madrid; que debe esperar sus instantes porque el Real Madrid se los va a acabar ofreciendo. El «7» jugó con una paciencia, con una inteligencia, con una frialdad, que hizo ver a Barzagli, Bonucci y Chiellini como una zaga poco atenta y agresiva que no defendía ningún hueco. Y tan cierto es que no son perfectos como que, a lo largo de esta Champions, habían sido los mejores.
Precisamente Ronaldo, junto a Ramos y Modric, representa la limitación, o quién sabe si la cuenta atrás, para este Madrid que Zidane ha soñado. El segundo periodo de Carvajal, Varane, Casemiro o Isco fue imperial y garantiza un futuro, pero la columna vertebral que quita y da es la que conforman Cristiano, Sergio y Luka, que serán los primeros en acabarse y los reveses que habrán de solventar. Capitaneará el proceso de transición quien domina como ellos y tiene la edad de los que durarán años. Toni Kroos, el hombre cuyo cambio de posición desniveló la Final, el hombre que organiza el fútbol como ningún otro ni siquiera intenta en el presente de este juego, simboliza la estratégica ventaja con la que el Real Madrid afronta el próximo ciclo. La Duodécima no ha parecido un fin sino un medio para lo que está empezando. Veremos si Zinedine Zidane, la Leyenda que se convirtió al madridismo como si fuera religión para volver a fijarlo en el primer lugar de la jerarquía, logra coronar la ruta que ha emprendido.
Foto: David Ramos/Getty Images
felipbrasi 4 junio, 2017
que grande el Madrid! cuantos guiones es capaz de escribir en un mismo partido y qué importantes es tener tantos registros para jugar a tantas cosas diferentes. Es un rival muy complicado y 3 CL en 4 años así lo refrendan. Este año además venían sin tanta carga con un título en el bolsillo aunque con la responsabilidad de escribir una vez más la historia de esta competición. El primer equipo en acabar con el maleficio del campeón no podía ser otro. Y lo resume perfectamente la foto que colgó ayer Kroos en su twitter, para quien no la pueda ver es una puesta de sol y se ven las sombras del escudo madridista y del trofeo de la CL dados de la mano tal cual dos enamorados. Creo que incluso los propios jugadores intuyen esa relación especial.
Me he alegrado tanto por el partido, sobretodo porque ha quedado demostrado el mérito de ZZ en este equipo. El destroza la Juve con su cambio de planteamiento en el descanso, pasando al 442 con Isco en izqd y Modric en derecha, dejando Kroos a los mandos. Una vez tapada las bandas la Juve no tenía por dónde atacar. Qué bien ha detectado por dónde estaba la vía de agua (aunque no sé porque siempre espera al descanso y no ordena el cambio a pie de cesped) y cómo lo ha solucionado. Luego los cambios para mí todos certeros también al igual que el momento en el cual se producen. Una vez igualada la táctica los jugadores hacen el resto, porque hombre por hombre es muy difícil igualar a este equipo.
La final de Higuaín… supongo que se hablará mucho de su partido. La verdad que el pobre duró 5 min. luego fue borrado totalmente por Ramos, pero borrado como pocas veces han sido borrados delanteros en una final. Sobretodo delanteros de su cache (90 M€). Creo que es fiel reflejo de su carrera.
Y nada, muy contento por ZZ (no se le puede seguir desprestigiando) y por el equipo. El partido da para muchos análisis, pero habrá muchos comentarios con ellos. Tenemos que celebrar los madridistas es hito como se merece.
enorme trabajo de esta web con la final. No he leído nada del PRE por no ponerme más nervioso porque tenía mucho respecto a la Juve, pero el equipo no ha fallado. Enhorabuena a ecos también.