Carlos Kameni hizo sostenible uno de esos planteamientos que suelen claudicar por una cuestión de tiempo, donde los 90 minutos son más que suficientes para que estos terminen muriendo más o menos cerca de la orilla. El portero camerunés salvó varios goles cantados en un encuentro marcado por la excepcionalidad: el Málaga únicamente acumuló un 19% de la posesión. Y viendo el partido, hasta pareció tener menos. El Barça, que no pudo contar con Luis Suárez ni Leo Messi, chocó una y otra vez con las diferentes barricadas del cuadro malaguista, que tuvo en su portero el siempre necesario actor en películas de semejante género.
Juande Ramos salió al Camp Nou con un repliegue que otorgaba importancia tanto a la amplitud -cinco defensas- como a una zona central en la que ahogar cualquier opción de pase entre líneas, desnudando sus opciones ofensivas, sin comprometer en un solo minuto del choque la salida de balón culé y defendiendo su campo y su área con todos los efectivos de los que dispone un equipo de fútbol. Habilitado su plan de partido, el Barcelona, siempre falto de creación en su centro del campo cuando faltan Messi o Iniesta, lo intentó de la manera más natural y asimilada de todo su juego: el pase por elevación a la espalda del lado más débil de la zaga rival.
El Málaga salió en un 5-4-1, con un repliegue total de sus líneas
De entrada, el tipo de defensa planteada por el Málaga imposibilitaba que los hombres de Luis Enrique pudieran recibir en las zonas deseadas. Los interiores querían respetar las alturas pero no podían recibir por dentro, lo que les obligaba a esperar que el balón llegara a banda para aparecer por delante de la línea de cuatro medios de los malagueños. Los centrales, en posición de interiores, nunca podían conectar con los medios, así que el Barça abrió a sus laterales para poder conectar el primer pase. Ganada la máxima altura posible, y con el sector izquierdo algo más protagonista, el Barça fue repitiendo una y otra vez la idea de distraer con un movimiento de apoyo de un adelantado, uno de ruptura de un punta y otro fijando en banda para lograr profundizar. La jugada más conformada veía a Neymar hacer su diagonal, Rafinha venir hacia el balón, Arda romper y Roberto aparecer.
Como los espacios interiores y el posible cambio de orientación eran difíciles de hallar ante una defensa tan poblada como ancha, los blaugrana fueron combinando dicho concepto a tres bandas con diferentes jugadores. La jugada fue sumando algunos fueras de juego con positivas acciones, varias de Roberto, y posterior pase atrás para el remate de segunda línea. En términos de profundidad, el valor de mayor peso en un contexto como ese, donde incluso el regate es casi un imposible, el Barcelona no produjo poco -tampoco fue un exceso-. Sólo la falta de acierto en el disparo y la inspiración de Kameni mantuvo el 0-0 hasta el descanso.
Neymar asumió la responsabilidad ofensiva desde la izquierda
El Málaga, que tuvo en Sandro y Juankar las únicas vías de salida -contragolpeaban en soledad-, fue perdiendo metros con el paso de los minutos. Su campo se redujo al área y su media luna. Así, el Barça fue realizando modificaciones sobre la marcha: Piqué cada vez subía más, Busquets se colocó de central diestro en salida de tres y Neymar, muy participativo, gozaba de mayor libertad para intentar abrir de alguna manera, casi siempre de la forma ya mencionada, en un contexto en el que se echó en falta más del ‘9’, un Alcácer sin opciones ni presencia. El final fue de Kameni, que cerró la película con dos paradas que olían a victoria culé.
Foto: LLUIS GENE/AFP/Getty Images
hola1 20 noviembre, 2016
Me ha encantado el partido de Sandro. Luchando casi solo(junto a Juankar que le ayudaba) contra toda la defensa barcelonista.