El de Gustavo Poyet es un caso llamativo. Basta con escucharle hablar en un par de entrevistas para percibir cómo sus ideas no encajan con nada prestablecido, sino que son una amalgama de las experiencias que ha ido acumulando a lo largo de su carrera como profesional, la cual no ha sido uniforme y sí muy rica en matices.
Nacido y criado hasta la mayoría de edad en su Uruguay, aunque formado como persona durante los casi dos años que pasó en los Alpes, el grueso de su trayectoria como futbolista lo vivió en el Real Zaragoza de Víctor Fernández. Es decir, lo mejor de su fútbol se lo entregó a un conjunto que en su momento significó una pequeña revolución en España por su exquisito trato de la pelota y su clara vocación ofensiva. No sorprende, por tanto, que el libreto de Poyet como técnico tenga al balón «como el aspecto más importante».
Poyet terminó su trayectoria en InglaterraSin embargo, no tarda ni un segundo en aclarar que sus ideas «no son de blanco o negro» ni «rígidas». Y es muy lógico, pues después de pasar siete años maravillosos en el Zaragoza de Víctor, Poyet se marchó a Inglaterra para culminar su trayectoria como jugador del Chelsea, del Tottenham y del Swindon Town. Allí, en la Premier, no sólo jugaría sus últimos partidos, sino que también iniciaría la transición a los banquillos, comenzando como ayudante de Dennis Wise en el Leeds y de Juande Ramos en el Tottenham. “Wise y Juande tienen un carácter muy diferente, lo cual me dio la oportunidad de observar cómo los técnicos abordan una situación de diferentes maneras y cómo los futbolistas responden a ello», explicaba ‘Gus’ Poyet. El fútbol le seguía instando a tener la mente abierta, y eso es lo que haría. La premisa básica la tenía clara: sería un entrenador que situaría al balón por delante del resto de cosas. Pero había mucho más. Como uruguayo conoce de sobra el valor de la agresividad y de la intensidad, y tras 20 años en Inglaterra ha asumido como propio ese gusto por la verticalidad tan british.
“Creo que me comparan con el Cholo porque jugaba en un sector de la cancha parecido, nos gustaba llegar al área a los dos, meter goles de cabeza, tenemos ese carácter sudamericano… Pero, bueno, somos totalmente diferentes en cuanto al estilo de juego”.
Ha afrontado 3 tipos de retos muy diferentesAmante de las estadísticas, de la táctica y del trabajo pre-partido, hasta el momento sus experiencias como entrenador han sido notables. En el Brighton & Hove Albion logró un ascenso y rozó el definitivo a la Premier League. Más tarde llegó a Sunderland como solución desesperada, y resolvió la papeleta a tiempo cuando la salvación ya parecía una utopía. Y, por último, en el AEK de Atenas logró un meritorio subcampeonato, que viene a ser la primera de las plazas posibles para aquellos equipos que no se llamen Olympiakos. En definitiva, tres trabajos y tres retos cumplidos. Aunque curiosamente en ninguno de estos clubes tuvo un buen final, pues fuera por no subir, por la amenaza del descenso o por no renovar, al final siempre salió por la puerta de atrás.
«Del último año del Brighton recuerdo siempre a Ulloa de delantero (lo ficha en invierno), dos bandas puras (uno era David López) y un mediocentro buenísimo como Bridcutt junto a un jugador para saltar y chocar como era Hammond. El dibujo venía a ser entre un 4-3-3 y un 4-2-3-1, pues luego en las segundas partes metía a Vicente de mediapunta, que iba sobrado pero que ya no podía con su alma. Allí lo querían muchísimo, es un entrenador que dice las cosas muy claras, a veces demasiado. Es muy líder», comenta Álvaro de Grado, toda una voz autorizada. Y suena a lo que siempre suena Poyet: gusto por el toque y el ataque, pero sin jamás descuidar el resto de aspectos. Además, como explica Álvaro, su capacidad de liderazgo es otra de sus virtudes. Ya lo era como futbolista, y lo es ahora como entrenador. «En el campo siempre era uno de los que estaban hablando la mayor parte del tiempo», reconoce el propio Poyet.
«Este paso va a decidir mi futuro como entrenador. Debería ser el momento que me va a definir a dónde puedo ir o a dónde no. Como a los futbolistas, uno quiere llegar al nivel más alto. Se están dando los pasos para que este sea un momento cumbre».
Torres agarró el partido y lo hizo todo suyo«Entendemos que reúne los requisitos necesarios para este proyecto y que ayudará al Betis a estar donde le corresponde, que es entre los diez primeros. Todo lo que no sea lograr eso será un fracaso», explicaba Ángel Haro, presidente bético, en la presentación como técnico de Poyet. El listón está marcado, y el uruguayo no lo rehuye: «Tenemos que estar entre los 10 primeros, eso no se negocia. […] La idea es ir buscando una identidad, jugar de una cierta manera, que sea muy fácil añadir en el futuro y que traiga consistencia. Con esos ingredientes deberíamos estar ahí».
De momento el camino parece positivo. Su trabajo junto a Miguel Torrecilla, nuevo director deportivo de la entidad bética, comienza a delatar su idea de lo que debe ser su equipo: Mandi como central, Felipe Gutiérrez como interior, Tonny Sanabria como delantero… «No hay que confundir posesión con pasar el balón sin sentido, necesitamos gente para romper con la velocidad. Vamos a empezar con el 4-4-3 y lo vamos a llevar al mejor nivel. Importancia al balón pero también quiero agresividad y sufrimiento para tener el control del partido», explicaba recientemente. Es decir: garra, verticalidad y mucho balón. Uruguay, Inglaterra y España. Así es Gustavo Poyet.
Foto: Gareth Copley/Getty Images
Abel Rojas 19 julio, 2016
Debo reconocer que me cuesta confiar en un equipo donde a Ceballos se le va a presumir tanto peso en la organización.