La gran inversión del verano bético se llama Antonio Sanabria, un delantero paraguayo de 20 años que en su última temporada, en el Sporting de Gijón, dejó pequeñas muestras de su potencial como goleador. Por juventud y proyección, el Real Betis ha de apostar fuerte por un futbolista que ya ha pasado por el importante periodo de adaptación a la Liga española, con 11 goles de por medio y con virtudes muy valoradas para la zona baja y media del campeonato nacional. Con un talento natural para marcar goles, el Benito Villamarín tendrá entre sus filas a dos rematadores cotizadísimos. Cómo compatibilizar sus características depende de Gustavo Poyet, cuyos primeros pasos dejan algunas dudas sobre cómo lograrlo.
Teniendo en cuenta la ascendencia de Rubén Castro y la emergencia de Sanabria, su convivencia, en el mejor de los casos, será compartir y gestionar zonas comunes a sus mejores versiones (4-4-2). Por contra, en el más delicado de ellos, probablementeG. Poyet parece inclinarse por el 4-3-3 no puedan convivir. Si bien podrían ser pareja de baile arriba, ello confrontaría con la idea primaria del técnico uruguayo. Poyet tiene la intención de armar su periplo en Sevilla en base a un 4-3-3 visto en pretemporada, que llevaría a uno de ellos a un costado -o a esperar su oportunidad-. Alejar a Castro del remate, situándolo más lejos de portería y al borde de los 35 años no parece un negocio sencillo. Hacerlo con el propio Sanabria, aún con sus facultades físicas intactas, tampoco parece lo más recomendable.
Sanabria y Castro son hombres gol. Poyet podría querer solo uno
Sanabria es uno de esos delanteros que marca diferencias en tres o cuatro segundos concretos. Sus últimos metros son de una notable potencia, arma bien el disparo y sabe encontrarse con los centros con una habilidad natural. Su físico, de posibilidades importantísimas en ese último tramo de campo, le hace capaz de chocar, arrancar y rematar con gran efectividad. Fuera de ese rango, su fútbol decrece. Le cuesta crear y hacer progresar jugadas, agradeciendo los robos adelantados, las transiciones muy rápidas y el ser asistido, ahí sí, desde cualquier zona del campo. Se orienta a las mil maravillas si la jugada se forma de repente, y tanto por dentro como yendo a los palos para finalizar centros desde fuera, su potencial es muy bueno.
El Real Betis, caracterizado por rentabilizar al máximo sus ocasiones la temporada pasada, haciendo de cada gol de Castro un litro de agua en la maratón de las 38 jornadas, ha comprado un relevo muy similar y no muy readaptable si Rubén sigue arriba. Pueden jugar juntos y que Poyet se adapte. Si Poyet lo tiene claro y ellos deben adaptarse, la fórmula necesita muchas probaturas y el éxito por comprobar. Pase lo que pase, Sanabria es otro movimiento que hace al Betis muy peligroso en las áreas. Sólo toca ver quien cede y cómo sale.
Foto: FREDERIC J. BROWN/AFP/Getty Images
Abel Rojas 19 julio, 2016
Pues esto es crudo: o 4-4-2, o uno es suplente o uno jugará en una posición desde la que no podrá desplegar su mejor fútbol.