De nuevo los octavos de final marcaron el final de trayecto para el Zenit de San Petersburgo en la Champions League. Tras una fase de grupos convincente e ilusionante en la que clasificaron con holgura en el grupo del Valencia, claudicaron, presente su afición, contra el Benfica y el particular calendario de su campeonato. Ya en la ida había dado muestras de que debía considerarse a la hora de abordar el emparejamiento. Quizá por ello, por tenerlo presente y previendo la posibilidad de que el partido se alargara más allá de los noventa minutos, como así estuvo cerca de suceder, André Villas-Boas diseñó un planteamiento inicial, manifiestamente simplificado, en el que se encontraba subrayado en rojo el duelo en la punta de ataque de Artem Dzyuba con la pareja de centrales de circunstancia que estaba forzado a alinear Rui Vitória.
Ambos técnicos sobrepoblaron la misma zonaAdvertido, el técnico visitante preparó a su equipo para un repliegue más o menos bajo que haciendo valer la ventaja de la ida redoblara esfuerzos en la parte central de la zaga. A Lindelöf y Samaris -habitual del mediocampo lisboeta- se acercaron tanto los laterales como el pivote Fejsa y, completando el parapeto, los dos hombres de banda del mediocampo estuvieron muy atentos a las subidas que protagonizaron tanto Anyukov como Zhirkov en paralelo a la cal. Por momentos, la última línea benfiquista pareció dibujada por hasta seis futbolistas. La sobrepoblación de esta zona no tuvo que ver exclusivamente con los visitantes, sino que por parte del Zenit se alineaban prácticamente sobre la misma horizontal Hulk, Dzyuba, Kokorin y ambos laterales, ante lo cual el escalonamiento de alturas en el ataque ruso brilló por su ausencia.
Sólo Danny se escalonó, pero se alejó demasiado.
El único futbolista que rondando la zona se escapó del muro que entre los dos conjuntos levantaban fue el portugués Danny. Sin embargo, debido al peso que asumió gestionando la salida de balón de su equipo, a menudo entró en contacto con el esférico demasiado lejos del punto al que deseaba hacerlo llegar. Al mediapunta del Zenit le vimos aparecer en campo propio cuando su equipo iniciaba el juego en una suerte de salida lavolpiana ejecutada no con los centrales sino con los dos mediocentros, un mecanismo que generosamente le ofrecía el círculo central abriendo a Maurício y Witsel a las bandas por las que Anyukov y Zhirkov se habían proyectado al ataque. La parte mala de la maniobra fue que habilitó al exuberante Renato Sanches para pasar la escoba a lo largo y ancho del enorme latifundio generado entre el balón y los hombres más adelantados del Zenit sin que nadie se interpusiera, pero también alentó alguna combinación en los costados que tras aparición de Hulk o los laterales lograba acercar el cuero a Dzyuba. El ariete, pese a su paradójica soledad, se las arregló para generarse ventajas a él mismo y a su equipo.
Shatov mejoró mucho al Zenit cuando entróBuscando un punto de inflexión en el segundo tiempo, a la hora de partido Villas-Boas echó mano de una doble sustitución que, dando entrada al campo a Smolnikov y Oleg Shatov, alteró el discurrir del juego. El primero debía cerrar mejor que Anyukov la banda derecha, pues con recepciones de Mitroglou y Sanches a la espalda del lateral después de que éste hubiese salido sobre la posición de Gaitán o Eliseu, es como más profundidad habían encontrado los ataques del Benfica. Pero el impacto importante fue el de Shatov. El eléctrico mediapunta, prácticamente desde el primer esférico que tocó, agitó el árbol como antes no había sido capaz su equipo. Condujo entre líneas, aguantó el balón y lo soltó en el momento justo para que la defensa lisboeta se abriera y empezaran a aparecer los espacios que hasta entonces nadie había sabido generar.
Oleg Shatov y Raúl Jiménez sacudieron el segundo tiempo.
Fue suficiente para que Hulk empatara la eliminatoria y pudo serlo, también, para que Dzyuba le terminara de dar la vuelta. Pero ni en sus minutos de mejor fútbol había dado la impresión de que el cierre del Zenit fuera inexpugnable, y de eso se valió Raúl Jiménez en una de las salidas que ahora el Benfica sí buscaba con más veneno, para de un solemne disparo dejar en bandeja la clasificación y el empate a un Gaitán poco presente hasta ese momento. Sin el lustre de otros Benficas, el primero tras el adiós de Jorge Jesus aguarda rival para cuartos. El Zenit, otra vez, se detuvo demasiado pronto.
hola1 10 marzo, 2016
Gaitan, sin hacer una gran serie, fue determinante dando la asistencia en casa del Benfica y marcando el 1-1 en Rusia. Me gustaria verlo contra un "coco", que seguramente quedara eliminado pero al menos le dara un buen dolor de cabeza.