Matizando su historia reciente, Marcelino García Toral ha convertido al Villarreal CF en uno de los sistemas defensivos más equilibrados, sólidos, competitivos e impenetrables del panorama continental. Lo dicen las cifras, que le sitúan como el quinto equipo menos goleado de las grandes ligas, sólo por detrás de Atlético, Bayern, Juventus y PSG, y lo dicen también las sensaciones que dejan tras cada uno de sus encuentros, en los cuales encajar un tanto parece más una anécdota, un accidente, que una consecuencia lógica del juego.
Y por supuesto, éste es un éxito colectivo. Una vez Cani, la última reminiscencia real del Villarreal sudamericano, se fue apagando y perdiendo su sitio en el equipo, Marcelino fue adaptando el equipo a su pizarra. A su filosofía. Al igual que en Huelva o Santander, el técnico asturiano ha sentado las bases de su conjunto en un 4-4-2 muy simétrico que repliega tranquilamente sin balón y que, cuando lo recupera, salta de primera a quinta para atacar tan rápido como sea posible. Esto ya fue una constante el curso pasado, pero como Denis Cheryshev y Luciano Vietto resquebrajaban casi siempre el sistema rival e inclinaban tantísimo el campo, el Villarreal pasaba menos tiempo defendiendo y, por ende, daba la sensación de que no era un equipo tan defensivo. Pero claro que lo era. Y muy bueno.
El Villarreal no comete un solo error en nadaLo único que ha sucedido este año es que, por necesidad, esta propuesta ha debido acentuarse. Se ha radicalizado, incluso excesivamente. Porque cuesta imaginar que, pese a todo, Marcelino esté satisfecho de que su Villarreal sea ¡el equipo que menos remata de la Liga BBVA! con menos de nueve disparos por partido. Dicho esto, el dato arroja otra conclusión: los castellonenses son el conjunto que menos necesita hacer en ataque para ganar un partido. En parte por mérito de su ataque, que siempre encuentra la forma de llegar, ver y vencer. Pero sobre todo porque, a fin de cuentas, al Villarreal le suele valer con marcar un gol para sumar tres puntos o para seguir avanzando en Europa League, pues atrás no concede nunca nada. No se trata ya de defender bien, que evidentemente lo hacen, sino que además tampoco fallan. El sistema de Marcelino fundamenta su orden en un concepto muy actual: centrarse en el espacio y no en el balón, lo que viene a traducirse en una actitud muy pasiva en todas sus acciones. Así, para romper una simple línea, el contrario debe sumar varios aciertos. Y si lo hace, Víctor Ruiz o Mateo Musacchio acuden para tapar la fuga mientras sus compañeros, consecuentemente, dan una exhibición de cómo un equipo trabaja las sucesivas coberturas.
Areola está parando mucho, pero también arriesgando demasiado.
Areola es muy agresivo en sus salidas aéreasLo curioso de todo esto es que existe una excepción. Hay una pieza dentro de este sistema, de este cuidado y medido engranaje, que sí que toma decisiones agresivas. Que sí que abre la puerta al error. Que sí que va a buscar el balón en vez de esperar a que le llegue como secuencia de su gran orden. Y éste es su portero. Alphonse Areola está cuajando una temporada realmente notable. Hasta el gol de la UD Las Palmas, llevaba más de diez horas sin encajar un solo tanto. Y esto también es mérito suyo, por supuesto. Pero choca ver como un equipo como el Villarreal, que prácticamente no mete el pie para robar un balón, tiene bajo palos a un guardameta que, en determinadas acciones, acaba por delante de toda su defensa al ir a buscar un balón a la frontal de su área.
Hasta el momento, el balance de aciertos es más que positivo. En sus salidas, numerosas y rimbombantes, el guardameta francés suele chocar con dos rivales y tres compañeros antes de acabar él mismo por los suelos, pero esta acción tiene siempre un mismo final: el cuero queda atrapado entre los guantes y el pecho de Areola. Desde luego, no es la forma más ortodoxa de controlar el espacio aéreo del Villarreal. No se parece en nada a lo que, por ejemplo, hacía Thibaut Courtois con el Atlético. Pero aunque las sensaciones sean diferentes y el riesgo excesivo, sobre todo dada la identidad del equipo, lo cierto es que el francés está siendo un argumento más para reflejar lo difícil que es desnudar al conjunto de Marcelino. La duda es: ¿y si alguna vez Alphonse Aroela mide mal?
Revoquero 10 marzo, 2016
Si alguna vez mide mal se le debería aplaudir y mirar hacia delante. La seguridad que da tener un portero así vale mucho más que un par de goles regalados por temporada.