El octavo rey de Roma era brasileño y llevaba por corona unos rizos dorados consonantes con un fútbol de noble linaje, generador de enloquecedora devoción. Falcão era una de las estrellas más relucientes del legendario fútbol italiano de los 80’s; el líder de un mediocampo en el que también figuraban jugadores de la calidad de Toninho Cerezo, Herbert Prohaska, Agostino Di Bartolomei o Carlo Ancelotti. Su huella se marcó profunda e imborrable en el club que se cree tan grande como la ciudad eterna que lo acoge. Treinta años después, el crack de la AS Roma es un menudo mediocampista de piernas cortas proveniente de la Brasil de Europa y que sabe llevar grabado en su espalda el dorsal 15 que Falcão enalteció jugando con su selección. Miralem Pjanić no es rey de nada ni luce ninguna corona, pero Spalletti le ha entregado las llaves de su reino: es su regista.
Una semana después de la concepción de este artículo fue anunciado el regreso de Luciano Spalletti a la casa donde hizo su obra cumbre. El cambio de entrenador modificaba también la forma en la que habría que aproximarse a Pjanić para la realización de este texto. La Roma entonces era un equipo muerto que había dejado de creer en el fútbol y en las ideas de su entrenador, Rudi García, para quién Pjanić era sin duda un futbolista de gran importancia pues era el único mediocampista con talento y capacidad para hilar pases hacia arriba. El bosnio destacaba y hacer un estudio sobre su juego tomando en cuenta los primeros meses de competición hubiera sino productivo. Eso seguro. ¿Hubiera sido lo ideal? Ahí es dónde la duda aparece. Con Spalletti al mando, se intuía que la Roma radicalizaría su propuesta hacia una de mayor posesión de pelota y juego de pases. Y así fue, generándose con ello un escenario mucho más atractivo de cara a este análisis: Pjanić ya no como mediocampista creativo, sino como jefe de un equipo de posesión alta, el rol para el que desde hace un tiempo muchos creían que estaba destinado. Así pues, a continuación el Miralem Pjanić de Luciano Spalletti.
Pjanić es el jugador más importante del sistema de Spalletti
A pesar de un inicio dubitativo, la Roma de Spalletti llega a la eliminatoria de octavos de Champions en una dinámica positiva y habiendo encontrado un sistema de juego con el que se siente cómodo y en el que las piezas encajan sin calzador, quizá el problema sempiterno que ha tenido el club de la capital en lo que va de década. El regreso de Luciano también ha traído consigo el retorno del viejo sistema con el que brillaron De Rossi, Pizarro, Mancini, Taddei y Totti en el primer ciclo del entrenador en la entidad giallorossi. En los últimos partidos, la Roma se ha asentado en un 4-6-0 cuya principal novedad es la ausencia total de delantero: Diego Perotti, en el papel el hombre más adelantado del equipo, no es ni siquiera un falso ‘9’. Su rol es de mediocampista, de enganche. Lo acompañan El Shaarawy como extremo izquierdo y Salah por la derecha, mientras que el mediocampo lo complementan Keita de mediocentro, Nainggolan de interior izquierdo y Pjanić de interior derecho (foto de la izquierda). Aunque ante la Sampdoria, con Florenzi en lugar del mediocampista belga, Pjanić actuó como interior izquierdo, el eje derecho del mediocampo parece ser tanto su posición ideal como la que Spalletti tiene en mente para él.
Pjanić participa en todas las alturas del campo.
La Roma, decíamos, ha radicalizado su propuesta de posesión y ha erigido a Pjanić como líder del equipo. El fútbol giallorossi está basado en la acumulación de pases cortos como mecanismo para avanzar desde atrás. El pase largo es prácticamente desterrado. En ese contexto, Pjanić es el encargado de recibir el primer pase (foto de arriba a la izquierda) y de ir dirigiendo la circulación del balón mediante un juego de apoyos constantes (foto de arriba a la derecha) a lo largo y ancho del terreno de juego. Pjanić recibe la pelota muy abajo, la pasa, se mueve para ofrecerse en una línea de pase nueva, recibe otra vez y vuelve a pasar el balón. La acción se repite una y otra vez mientras la Roma va tejiendo la jugada y va ocupando zonas más adelantadas. Todo bajo la dirección de Pjanić, que es quién elige hacia donde va la jugada (Foto) y la velocidad de la acción, apoyado por un continuo cambio de posiciones (Foto) de los cuatro mediocampistas y la posición fija exterior de los jugadores de banda, lo que le permite al bosnio ponerse siempre de cara para clarificar la jugada gracias a su preciosa técnica individual y su talante creativo. Pjanić ejerce de cerebro (Foto) y se siente totalmente cómodo con el rol: su implicación y su presencia en el juego combinativo de la Roma son totales. Falla pocos pases y cada vez está más acostumbrado a darles la tensión y velocidad que requieren en cada jugada. El Pjanić pasador pensante no descansa y podría decirse que su gran virtud es hacer magia desde la austeridad. En Pjanić no hay gestos de más. Retiene el balón el tiempo justo para ejecutar la jugada que imagina. Si debe descargar a un toque lo haces. Si es a dos, a dos. Si hay que conducir un poco, también. Su técnica le permite cualquiera de esos gestos. La decisión depende del principio de menos es más.
El derroche viene en su actividad sin pelota. Pjanić es un obseso de tocar el balón (foto de la derecha). Se acerca decididamente a él en casi todos los lances del partido. Busca contactar el cuero con ahínco y por eso se mueve mucho y bien. El constante cambio de posiciones de sus compañeros ayuda a sostener esa dinámica. Pjanić lee la jugada y baja o sube su posición para crear líneas de pase para él. Le es indiferente recibir por detrás o por delante de la línea de pivotes rivales (Foto), por dentro o recostado a un banda (Foto). De hecho, suele abrir su posición y hacer las veces de volante clásico en muchos tramos del juego, o incluso ponerse como mediocampista más adelantado dada la tendencia de Perotti a recostarse sobre la izquierda y bajar metros para acercarse al corazón del centro del campo. Su relación con el argentino (Foto) en este sentido es clave para su equipo. A pesar de su inclinación a acercarse al balón en cada jugada, Pjanić logra no cerrar las líneas de pase del compañero que posee la pelota, sino que le abre posibilidad, ya sea con apoyos por delante de la línea del balón o con movimientos circulares para ofrecerse de cara (Foto). Esto último es bastante común cuando la Roma ha logrado llevar el esférico a zona de aceleración en la banda, pero se ha encontrado obstáculos para poder profundizar. Pjanić lee la jugada y ofrece una solución retrasándose para luego girar (Foto) al contrario con algún pase punzante (Foto) o un cambio de dirección de la jugada.
Pjanić tiene mucha presencia en el juego medio
Mediapunta de formación, el éxito de el regista balcánico en la base de la jugada sólo está relacionado a su juego ofensivo. Lo cierto es que en transición y fase defensiva, Pjanić aún debe mejorar para que su fútbol sea sostenible en esa posición en cualquier circunstancia. El tema es que la presencia y constancia que despliega cuando los suyos tienen el balón desaparecen del todo cuando es el rival el dueño del cuero. Pjanić no es intenso (foto de arriba a la izquierda). Y no es que no corra, porque sí lo hace, sino que la precisión de su esfuerzo es nula (Foto) y la baja concentración que muestra en acciones y lectura defensiva lo hacen, sin medias tintas, un agujero. Su espalda (foto de arriba a la derecha) es una invitación abierta para cualquiera que quiera tomarla. Donde sí da la cara es basculando (Foto) por pura simplificación de tareas: ahí tiene que defender el balón y pensar menos. Ayuda a su lateral y cierra muy bien la salida hacia adentro, aunque también hay que decir que su capacidad de robo es nula, que no sabe meter la pierna y que en el cuerpo a cuerpo suele perder.
El otro pero que hay que ponerle a su producción futbolística es que Pjanić todavía no ha aprendido a perfilarse para la recepción del primer pase (Foto). Es decir, la postura del cuerpo del bosnio cuando baja a recibir el balón de los centrales o el portero no es óptima. Forma un ángulo recto con la portería, lo cual, primero, lo hace presa fácil de la presión del contrario y, segundo, contradice la esencia de su juego porque lo obliga a hacer un gesto de más a la hora de sacar el balón. No se trata de un defecto incorregible y de hecho es un rasgo común en los que, como él, pasaron de jugar en 3/4 de campo a hacerlo en la primera línea de mediocampistas.
Por sus cualidades y virtudes, Miralem Pjanic debería producir más goles.
En el debe está una relación más directa con la producción ofensiva. Pjanić tiene técnica y talento para generar goles, ya sea desde asistencias con sus pases sutiles o goles desde su excelso golpeo de balón, que también lo hace un peligro a balón parado directo o indirecto. El hecho de que la Roma no posea referencias arriba y que le cueste, por ahora, profundizar por sistema, sólo hace que Pjanić esté incluso más alejado de las acciones decisivas de lo que ha estado siempre. La duda está en si, ad portas de una explosión que lo establezca como uno de los grandes mediocampistas de la Champions, sigue sin saber como traducir sus condiciones en algo determinante en el marcador o si es cuestión de sistema. Dicha explosión depende mucho de que sea lo segundo. Aunque puede vivir sin eso: su juego medio ya lo hace una pieza de altísimo valor.
miki 17 febrero, 2016
Jugadorazo, que además mola ver en la Roma. Lástima que en breve llegará algún club inglés con dinerito fresco para desaprovecharlo poniéndole a correr como un pollo sin cabeza…