El último rey de Hungría | Ecos del Balón

El último rey de Hungría


Las manecillas del reloj del fútbol húngaro se encasquillaron el 9 de junio de 1986, en un mediodía de sol desgarrador en la ciudad de León, México. Aquella tarde, en la última jornada de la fase de grupos de la Copa del Mundo azteca, la selección magiar pisó por última vez un gran torneo. Fue un partido contra Francia en el que el billete de continuidad en la competición quedó cancelado con una derrota 0-3. La historia de Hungría había sido hasta entonces generosa en los escenarios planetarios. No nos perderemos en la excavación arqueológica: los húngaros revolucionaron el fútbol en los 50, rozaron una Copa del Mundo, brillaron en las Eurocopas pioneras, asomaron la cabeza con cierta firmeza en las competiciones europeas originales, parieron primero a Puskas, Bozsik, Kocsis y después a Albert, Bene, Fazekas, Zoltan Varga… Hasta mediados de los 70, Hungría debía clasificarse entre las potencias principales del orden mundial.

Lajos Detari marcó el último gol de Hungría en una Copa del MundoPero en México’86 se les arrugó la historia. Cuatro días antes de ese partido en la sartén de León, Hungría había marcado el que sería su último gol en un torneo de alto nivel. Ese canto del cisne lo emitió con un suave golpeo a puerta vacía el centrocampista Lajos Detari (Budapest, 1963). El gol permanece guardado en la memoria húngara con el mismo polvo y el mismo carácter legendario que envuelven a su autor. A Detari se le reconoce como el último futbolista de clase mundial salido de las orillas del Danubio. Así lo entienden los húngaros, aunque su figura encierre algo de mitológico: en realidad, nunca jugó en clubes o ligas de lujo (aunque sí cobró en tal condición). Tampoco amasó un palmarés imponente más allá de su país. Sin embargo, Detari estuvo y está ahí como uno de los mejores futbolistas europeos de mitad de los años 80, aunque sea como jugador de culto, en parte, también, porque, como tantos otros, fue ensombrecido por ese telón de misterio, incertidumbre y desconocimiento que se proyectaba sobre el fútbol del este de Europa. Al fin y al cabo, a George Hagi, quizá el único jugador capaz de subir a la altura de Detari en aquel entonces en el espacio comunista, lo descubrimos y lo clasificamos como un genio porque lo tuvimos a un metro. A Detari, no. Cuando aterrizó en el calcio, el verdadero Detari ya quedaba atrás: atrapado en las camisetas del Honved de Budapest y la selección de Hungría. Fue común en Occidente asomarse al Este asentándose sobre las referencias totémicas del momento. De este modo, de la misma manera que George Hagi fue el «Maradona de los Cárpatos», a Lajos Detari lo alumbraron como el «Platini del Danubio». Hay que reconocer este juego toponímico especialmente con el húngaro: Detari fue un futbolista ‘platinesco’ en toda la dimensión de su juego y en toda la estela de su trayectoria.

Detari fue uno de los pioneros de la mediapunta, acercándose más al origen que al final de las jugadas.

Desde su aparición en el primer equipo del Honved en 1980, ya se le distinguió como un jugador de posiciones modernas, insinuándose como uno de los pioneros de la mediapunta. Su dinamismo y su técnica le dieron vuelo para moverse como centrocampista ofensivo o como falso delantero. Poco a poco, fue consolidándose como un volante creativo, más cerca del origen de las jugadas que de su final. Esto no le impidió pulirse la figura de un centrocampista artillero: ganó tres veces consecutivas el trofeo de máximo goleador de la liga húngara (85,86 y 87) sin ser delantero gracias a su arrolladora llegada, su inopinada habilidad para el remate de cabeza, su destreza en la frontal del área, su mortífero lanzamiento de falta y sus certeros penaltis. No termina ahí su esencia platinesca. Sazonaba su fútbol con visión de juego, rapidez mental y talento pasador. Lanzaba los ataques y los liquidaba. Y también le definía su gesto físico: era frágil y con una pisada perezosa en el campo. De rebelde cabello rubio eslavo, tenía un tronco ancho, una anatomía que con el paso de los años y las nóminas fue expandiéndose, hasta tal punto que en Italia lo conocieron también como el sobrino de Puskas, con quien Detari compartió raíces: el barrio de Kispest. A los diez años probó para entrar en el Honved, pero le cerraron las puertas por tener el pelo demasiado largo. Estaba enamorado del ping-pong, una pasión que casi le cuesta el fútbol, pero que ayudaría a explicar la velocidad mental con la que procesó luego las jugadas. A los 12 años, finalmente, accedió a las categorías inferiores del club capitalino.

La baja de Tibor Nyilasi debilitó a una Hungría que pintaba muy bienSu explosión en la temporada 84/85 coincidió con el renacimiento del Honved en la entrada de la década. De las mano del histórico Lajos Tichy y su ayudante Imre Komora, el viejo club del ejército (ahora ya en una Hungría más desapegada que nunca del fútbol estatalizado) implantó un nuevo periodo de dominio con seis título de liga y un par de copas. La luz de neón era Detari, pero el equipo reunió una esperanzadora generación de futbolistas que establecería la osamenta de la selección húngara del ciclo mundialista de México 86. Hasta siete titulares magiares, portaban el sello del Honved, un oligopolio compartido con el Videoton subcampeón de la UEFA de 1985 que resucitó recuerdos del pasado: Imre Garaba era el bravo central, Antal Nagy, el polivalente defensor y capitán nacional, Jozsef Varga ejerció de lateral izquierdo y Sandor Sallai, de lateral derecho. Marton Esterhazy era su batallador extremo izquierdo. Laszlo Dajka un centrocampista ofensivo de amplio recorrido y llegada, con Detari de líder creativo. Además, dos de los suplentes de la selección también representaban al Honved: el portero Jozsef Andrusch y joven delantero o extremo Kalmar Kovacs. Aunque el club de Budapest jugaba con un 4-3-3 que concedía a Detari libertad posicional desde la posición de interior y sus extremos se fijaban más a ese sector, la selección, armada por Gyorgy Mezey, seguía algunas de las modas de la época y se organizaba en un 5-3-2 con líbero y con algunas particularidades: los dos delanteros, Kiprich y Esterhazy eran extremos, jugaban abiertos, liberando un espacio desocupado en el centro del ataque. Una zona de alternancia en la que durante el ciclo mundialista entraban y salían, intercambiando posiciones, Detari y Tibor Nyilasi, un exquisito e imaginativo falso delantero criado en el Ferencvaros. Ambos configuraron una de las parejas más estimulantes del fútbol europeo, pero una operación de columna impidió que Nyilasi acudiera a la Copa del Mundo de México, erosionándose así el poder creativo de una Hungría que llegó al torneo como potencial ‘outsider’.

Había sido la primera selección europea en clasificarse después de batir en su grupo a la incipiente y transitoria Holanda de Gullit, Van Basten y Rijkaard con Leo Beenhaker de director, y a Austria, el viejo e íntimo enemigo. Una victoria a finales de 1985 en casa de Alemania Federal alimentó un tanto más la expectativa. Y en marzo de 1986 se acabó por encender la mecha de los fuegos artificiales. Hungría le ganó 3-0 a Brasil en el Nepstadion en un partido en el que el más brasileño fue Detari, autor de un gol. A los sudamericanos les faltaban Falcao, Zico, Muller o Careca en su primera visita de la historia a Hungría (nunca han ganado a esta selección) ni tampoco les ayudó el frío del marzo danubiano, pero los magiares jugaron a un elevado nivel. Detari estaba en su mejor momento, camino de una temporada con 27 goles, entre los votados en el Balón de Oro y convertido en un ídolo de la juventud húngara de los 80, en un tiempo de transformaciones políticas, despertar democrático y cultural, y reivindicaciones nacionales. Al fútbol húngaro se le dilataba la sonrisa: el Videoton había rozado la Copa de la UEFA unos meses antes en aquella final contra la Quinta del Buitre. Detari encarnaba esa ilusión, esa recuperación de los años de oro. Sin embargo, el sorteo de la Copa del Mundo de México cruzó a los húngaros con las dos mejores selecciones europeas del momento: Francia y la Unión Soviética. Los rusos les ganaron 6-0 en el debut. Luego, vendría el gol de Detari a Canadá y la derrota contra Francia en León. Y, después, el vacío. Hungría se estampó con su realidad social, económica y política.

Desde aquel Mundial de México en 1986, el fútbol húngaro permanece en un tercer plano.

Su fútbol se le indigestó en su proceso histórico hasta desaparecer del mapa europeo. Ningún otro país del viejo bloque del Este ha sufrido una crisis de tal alcance en su transición democrática. Mientras que otras naciones como Polonia, Rumania o República Checa fueron despertando su potencia competitiva después del desmantelamiento comunista, en Hungría no se asimilaron igual las novedades (privatizaciones de clubes y empresas públicas, retirada de financiación…). Todo esto no deja de constituir una paradoja: la caída del Muro de Berlín comenzó en Hungría, con la apertura de las fronteras con Austria, y el país vivió un proceso de cambio ordenado, con una apertura impulsada desde dentro de la dictadura de partido, al contrario que otros estados del Este, donde fue la oposición o las fuerzas populares las que propiciaron transformaciones más o menos agitadas.

Sin embargo, en Hungría, el fútbol se dispersó como una subcultura exclusiva dentro del nuevo país: mafias, irregularidades, clientelismos, endogamia, aislamiento, amaños… Por eso, en el marco de la agonía comunista y el camino hacia esta nueva realidad, la selección húngara del ciclo 82-86 y celebridades como Lajos Detari quedaron fijadas en el tiempo pasado como una ilusión fallida, como la descorazonadora puerta hacia un vacío existencial. El caso de Detari y su salida a Occidente simbolizan bien este fenómeno. Puede decirse que Detari fue uno de los primeros productos capitalistas de Hungría. Una empresa nacional que fue exportada y cuya venta advierte de cómo se comenzaban a hacer las cosas en esa época de vuelcos sociales. A Detari, los jefes de la Federación Húngara (MLSZ) y del Honved lo vendieron en 1987 al Eintracht de Frankfurt. Tenía aún únicamente 24 años, lo que nos habla de la precocidad con la que había confirmado su fútbol. Hungría ya había encendido la luz verde a los traspasos nacionales algunas temporadas antes, especialmente hacia destinos como Grecia y Turquía. La operación con el Eintracht se cerró por 3 millones de marcos (unos 2,8 millones de euros), pero los poderes húngaros se reservaron casi todos los derechos sobre una futura operación. Su año en la Bundesliga fue notable. Condujo al Eintracht a su último título, la Copa alemana, gracias a un gol de falta en la final contra el Bochum. Debajo de estas operaciones con Detari comenzaron a tejerse dudosas relaciones. Por ejemplo, Imre Komora, el entrenador del Honved, se convirtió entonces en su representante y correa de transmisión. Además, era su suegro. En mayo de 1987, en Viena, según reconoce Detari en su biografía, el hijo de José Luis Núñez llegó a un acuerdo con los directivos húngaros para comprarlo por 2 millones de marcos. El futbolista firmó un precontrato, pero se canceló: los húngaros lo movieron por Alemania y surgió el Eintracht. Otro equipo con dinero en abundancia había preparado incluso una oferta mayor: era el Mónaco que acabaría contratando a Glenn Hoddle. Pero el destino de Detari estaba escrito. En el mes de agosto de 1987, Detari fue suplente de Lineker, Maradona, Platini y Futre en el célebre partido entre la selección de la Football League inglesa y un combinado de los mejores futbolistas del mundo (reemplazó a Platini: otro guiño más, pero no el último). En esos niveles se movía Detari.

Grecia se interpuso entre Detari y la JuveAl final de esa temporada en el Eintracht, apareció la Juventus. Platini se había apagado y buscaban un heredero. A Agnelli le hablaron de Detari y preparó una oferta de más de 10 millones de marcos. Y entonces explotó una de las operaciones más memorables de la historia del fútbol: Olympiacos puso 13 millones de marcos y metió un sueldo de un millón en el bolsillo de Detari, convertido así en el tercer traspaso más caro de la historia (tras Maradona y Gullit) y en el futbolista mejor pagado del mundo (superando al holandés). La negociación dinamitó el sueño de Agnelli. Nadie parecía entender nada. Pero Detari era un preso de Hungría. El Eintracht tenía derecho a seis millones de marcos y no se opuso. Y el resto lo cocinaron los federativos magiares: 7,1 millones a repartir entre la MLSZ y el Honved.

La Juventus estuvo muy cerca de firmarle como sucesor de Platini hasta en dos ocasiones, pero…

Detari ya era un producto mercadotécnico en manos de novatos que descubrían el jugo del capitalismo. En Alemania, le había reclutado Puma y le había calzado con uno de los primeros modelos de botas que no eran negras. Estaban pintadas con los colores de la bandera húngara. En Atenas, fue exhibido como la pieza de caza mayor del presidente de Olympiacos. Pero el hombre que le hizo millonario fue el hombre que le costó el fútbol: Detari ya no fue el mismo después de que una bronca con él le obligara a dejar el club del Pireo en 1990. En sus dos años allí, ganó la copa griega y un hueco entre las leyendas de Olympiacos. Agnelli volvió a por él sin éxito en el verano que contrató a Roberto Baggio. A Detari lo fichó el Bolonia, pero en Italia se le apoderó la irregularidad. Acabó en la Serie B. Por entonces, se acentuó su habilidad con la botella. Fue involucrado en algunos asuntos de amaños de partido en Hungría. Y terminó dejándose llevar. Aún sacaría una buena temporada (92-93) en el Ancona, con nueve goles, poco después de que Agnelli volviera a la tercera carga: se lo llevó a una gira de la Juventus en América y fue descartado. El último rey de Hungría había quedado atrás. Detari se perdió entre clubes húngaros, suizos y austriacos, ganando kilos y tirando paredes con la bebida, mientras la nostalgia magiar congelaba aquel gol suyo a Canadá en México. «Un amigo y yo siempre bromeamos diciendo que probablemente voy a ser la última persona que marcó un gol de Hungría en la Copa del Mundo. Pero yo moriré. Así que tal vez un día como ese vuelva a suceder». Hungría ya tiene su testamento. Firmado: Lajos Detari.
 
 

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12 comentarios

  • Harry Haller 12 noviembre, 2015

    Qué raro lo de Hungría. No m me imagino un caso similar con otras selecciones hoy top. Es que ni una participacion, y ni siquiera recuerdo ningun jugadorazo salido de alli.
    La republica checa con Nedved y Baros, aquella Croacia de Suker y hoy de Luka y Rakitic, la Polonia de Lewandoski en el ultimo Mundial, la Ucrania de Sheva, la Yugoslavia de Pedja, hasta la Bulgaria de Hristo…

    Pero Hungria en mi generacion (nacido en el 90) nada de nada. Vacio absoluto futbolisticamente hablando.

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  • Abel Rojas 12 noviembre, 2015

    Hype máximo con el Platini del Danubio. Porque además, si lo he visto, no me he fijado. Y soy un completo devoto de la figura y, sobre todo, el fútbol de Platini.

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  • @migquintana 12 noviembre, 2015

    @Harry Haller

    Y el que mejor pinta tenía, aunque lejos de sus predecesores, como es Balázs Dzsudzsák, se fue al Este.

    @Abel

    Mírate algún vídeo con sus goles, sobre todo de los de falta, porque ayer lo estaba hablando con Chema: la posición de las piernas es idéntica. La melena rubia delata que no es Platini, pero tiene algunos gestos que parecen clavados. Como si el fútbol hubiera hecho aquello de esa impresionan película llamada "tú a Boston y yo a California".

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  • @9LutherBlissett 12 noviembre, 2015

    La desaparición de la grandiosa Hungría del panorama futbolistico mundial tiene mucho que ver en como se habia articulado el fútbol en el pais durante el comunismo tal y como explican de maravilla los profes en el Código Cambridge sobre el Honved. El modelo era incompatible con una economía de mercado y la transición dura ya 30 años y aunque Hungría ligre clasificar para la Euro (cosa q deseo) el equipo actual esta lejos de poder ser comparado con las selecciones del pasado que deben considerarse como parte de la aristocracia futbolistica mundial.
    No deberíamos olvidar a los Antal Szalai, Gyorgy Sarosi o Ferenc Sas que llegaron a la final contra Italia en el 38, que desde que Hungría venciese a Brasil en el 54 esta selección no fue derrotada hasta el 66 en que se volvió a encontrar con Hungría (desconocia q Brasil nunca había vencido a Hungría y es un dato que nos muestra lo qye era esta selección hasta 1986) o que dos de las mayores goleadas en los mundiales llevaron su sello (9-0 a Corea del Sur en el 54 y 10-1 a El Salvador en el 82)

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  • nestiv 12 noviembre, 2015

    Sos muy bueno pibe

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  • @David_Mata_Ecos 12 noviembre, 2015

    Que melancolía te deja leerlo.

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  • Juan Antonio 12 noviembre, 2015

    Ya que apuntais las dos tentativas de la Juve por hacerse por sus servicios, ¿Creeis que si hubiese llegado en plenitud hubiese podido triunfar, o que pincharia en hueso como los Zhadanov y otros jugadores que la Juve ficho procedentes del Este?

    Muchas gracias por estos articulos. A los que nos gusta conocer el pasado de nuestras pasiones, nos parece un milagro encontrar cosas de este nivel. Enhorabuena

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  • hola1 12 noviembre, 2015

    Esta misma seleccion hungara es la que aplasto a mi querida seleccion salvadoreña liderada por el Magico Gonzalez?

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  • Cobain 12 noviembre, 2015

    Curioso eso de que se fuera al Olympiakos por un porrón de millones…Eso me recuerda que en 1990 quisieron fichar a Stoichkov por 700 millones,cuando el Barça,que se lo acabaría llevando, lo fichó por 400 millones.
    Cómo tienen tanta pasta estos griegos siempre?

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  • Festus Agus 13 noviembre, 2015

    Siempre me ha extrañado esa caída a la "nada" de la selección húngara…
    No lo veo, no entiendo como otros paises del este, en principio con menos historia, si que han salido adelante con buenísimos resultados y fabulosos jugadores.
    Es que en Hungría no hay NADA, ni un club, ni jugadores en equipos punteros, nada…
    ¿Hace unos años no había un delantero húngaro en el Castilla que terminó jugando en el Maintz alemán? Siempre pensé que sería un guiño a la historia conseguir un 9 húngaro que emulase al mítico "Pancho"
    No sé, una excepción, un "pelotero" como es Lewandoski en Polonia, un crack de primer nivel… pero húngaro

    Como romántico del fútbol, me entristece ver que ni están, ni se les espera… :(

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  • danityla 13 noviembre, 2015

    ¿No se hablaba de una generación joven húngara hace unos años que venía pisando fuerte? ¿Se perdió por el camino?

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  • Mario 17 noviembre, 2015

    Gracias por esta pieza artística. Yo que pensaba que era el único salvadoreño que los leía y escuchaba y allá arriba mencionan al Pulgarcito de América y esa abochornante goleada de 10 a 1 que nos propinaron los magiares. Felicitaciones al autor, el artículo es una pasada!

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