Raúl González ha sido un grande del fútbol. Se mire como se mire, el madrileño forma parte de la aristocracia del balón en los últimos 25 años. A este tipo de futbolistas se les evalúa en base a dos parámetros: los éxitos con su club y los de su Selección. Los primeros son innegociables y determinan el valor real de una trayectoria. Los segundos, en cambio, son más azarosos y están sujetos a diversos factores no controlables. Aun así, casi ningún gigante de las dos últimas décadas se ha retirado sin una buena actuación en un gran torneo, lo ganase o no. Raúl es quizás la excepción. El siete del Real Madrid y también de España se nos fue sin pasar de Cuartos de final en ninguna evento internacional. Pero antes de emitir un veredicto sobre la cuestión, repasemos su compleja historia.
La historia de Raúl González con la selección española es compleja. No es fácil emitir una valoración
La fría realidad contará que Raúl se marchó cuando España inició su gran fiesta. Tras su partida, la Selección vivió un ciclo sin precedentes, logrando de una tacada dos Eurocopas y una Copa del Mundo. No cabe duda de que, a nivel de puntualidad, Raúl no tuvo la mejor. No obstante, pudo ser peor.Raúl aterrizaría en un momento no tan malo Tras un bienio 1984-86 positivo (España alcanzaría la final de la Eurocopa y dejaría buenos momentos en el Mundial de México), el combinado nacional entró en una etapa gris, con tempraneras eliminaciones en la Euro-88 (primera fase) y el Mundial de Italia (octavos de final). Peor fue lo de la Eurocopa de 1992, donde ni siquiera se pudo obtener la clasificación. Tras aquello aterrizó Javier Clemente, vehemente revitalizador de una España entristecida. El técnico de Barakaldo aprovechó la potencia física de la que gozaba por entonces en nombres como los de Fernando Hierro, José Mari Bakero, Rafa Alkorta o Nadal, y la combinó con la juventud de la generación de Barcelona-92, los Guardiola, Luis Enrique, Kiko, Abelardo o Alfonso, ganadores todos del Oro olímpico. USA-94 e Inglaterra-96 fueron torneos llenos de infortunio pero con innegables aspectos positivos. España compitió. Precisamente en 1996 arrancamos este relato.
Javier Clemente tardó demasiado en atender a la figura de Raúl González. Su debut llegó algo tarde
La 94-95 fue la de la explosión. 1996, su confirmación. Un niño de 18 años llamado Raúl había tirado de un Real Madrid en ruinas, incapaz de clasificarse para Europa. Hasta 19 goles anotó el delantero en su primera campaña completa en la élite. Semejante acto de grandeza no fue suficiente para Javier Clemente, que no le convocó para la Eurocopa de ese verano. España terminó cayendo en los penaltis en cuartos ante Inglaterra, tras empatar a cero en el tiempo reglamentario. Aquel fue un vibrante partido, recordado por las actuaciones de Kiko y Alfonso, que marearon constantemente a los centrales ingleses, Tony Adams y Gareth Southgate. La debilidad de los zagueros británicos hizo que todos nos cuestionásemos qué hubiera podido hacer el pícaro Raúl con aquellos rígidos defensas. Raúl ya conocía la Copa de Europa, conocía la alta competición. No hubiera sobrado sobre el césped de Wembley.
Aplazada su llegada a la Absoluta, el debut de Raúl con España se daría semanas más tarde, en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Se esperaba muchísimo de aquel grupo, vigente campeón y que tenía en sus filas a varias de las estrellas jóvenes más prometedoras. Por encima de todas, una: Iván de la Peña. Genio incipiente de La Masía, el país le había colocado a Iván el cartel de crack principal, por delante incluso de Raúl, cuyo fútbol no tenía la belleza del de Lo Pelat. El caso es que De la Peña defraudó y Raúl tuvo que tirar del carro. Dos goles suyos propiciaron la remontada in extremis ante Australia, uno de ellos de falta, suerte en la que apenas se prodigó en su carrera. La alegría, eso sí, duró poco. España fue barrida en cuartos de final por una Argentina espectacular, formada por futbolistas como Ayala, Crespo, Ortega, Zanetti o Simeone. Se acababa el primer torneo de Raúl con la Selección. En cuartos. ¡Ay, los cuartos!
Raúl empezaba a demostrar que era diferente, pero la Selección no terminaba de dar el salto
Tras consagrarse con Fabio Capello y levantar con Heynckes la ansiadísima Séptima, Raúl se preparaba para su primera Copa del Mundo. Tras un año difícil en lo personal, Francia 98 resultaba la excusa perfecta para desconectar y volver a sentirse figura. Y se notó desde el primer día. Raúl,Raúl se dejó ver en su primer Mundial pero no evitó la eliminación con la camiseta número diez, debutó ante Nigeria con una de sus clásicas actuaciones: hiperactividad, desmarques, movimientos, un gran gol, pases incisivos… Pero España perdió, dando inicio así a un torneo extraño, con cierto aire a fin de ciclo. La era Clemente se cerraría meses después tras la histórica derrota en Chipre, pero había quedado vista para sentencia en suelo francés. Después de perder el choque inaugural, la Selección no pudo pasar del empate ante Paraguay en la segunda fecha, en una de las muchas grandes noches de Chilavert en el campeonato. El arquero guaraní se mostró infranqueable ante las intentonas de Raúl. Contra Bulgaria, ya a la desesperada, Clemente modificó a fondo el once, dejando en el banquillo a Raúl. Un hecho insólito que volvió a demostrar que técnico y delantero no tuvieron la sintonía deseada.
Y en esas llegó Camacho. Quizás ahora nos suene a broma, pero hacía mucho que España no estaba tan ilusionada como entonces. La clasificación para la Euro 2000 enganchó a todo el país gracias al fútbol veloz y atractivo de la Selección. En la memoria del aficionado continúa aquel 9-0 a Austria en Valencia, con cuatro tantos de un Raúl que ya era una estrella absoluta. Entre 1998 y 2000, el siete blanco, pieza clave de la Octava del club, dio su primer gran salto de calidad, acercándose muchísimo a su cima futbolística. No había motivos para no soñar con una Eurocopa grande de España y del propio Raúl…
Nunca sabremos qué pasó de verdad, pero Raúl no estuvo en aquella Eurocopa. La figura de la Selección fue un fantasma a lo largo de toda la competición. Más allá de anotar un bello gol frente a Eslovenia, su actuación fue fantasmal, impropia de él. El resumen perfecto lo tuvimos ante Francia, en los cuartos de final. La Euro 2000, su único e inexplicable fracasoRaúl, uno de los jugadores más activos y móviles del fútbol moderno, un enfermo de la participación en el juego… no la tocó. El crack pasó fases eternas sin rozar la bola, minutos enteros sin aparecer ni un segundito en el plano de la retransmisión. Y no es que España no compitiera. En el recuerdo queda el baile de Munitis al portentoso Thuram o el marcaje legendario de Abelardo a Thierry Henry. De Raúl, nada. Para colmo, su penalti fallado en el último minuto grabó su imagen en la leyenda negra de aquella Eurocopa, a la postre, el gran fracaso de la carrera de Raúl. El único inexplicable. ¿Qué le pasó? ¿Estaba lesionado? Quizás nos enteremos algún día.
A medida que se acumulaban los éxitos con su club, aumentaba el sentimiento de deuda con España
Aquel golpe hirió de verdad a Raúl. El nuevo traspiés empezó a generar un sentimiento de deuda nacional. El futbolista que había colaborado enormemente en el “renacimiento” del Real Madrid apenas había podido modificar el rumbo de la Selección. En el primer amistoso tras la decepción de la Euro, una España deprimida caía por 4-1 ante Alemania. Con 4-0 en el marcador, Raúl marcó un sublime golazo a Kahn. La celebración, sorda y llena de rabia, lo decía todo. Raúl le debía cosas a España. 2002 pudo ser el momento.
Como quien no se rinde nunca, la Selección se plantó en el Mundial de Corea y Japón ilusionando de nuevo a su parroquia. En esta ocasión, el motivo principal era ni más ni menos que su poderosa delantera. Raúl, artífice máximo de la Novena junto a Zidane y vigente Balón de Plata, ya era para todos uno de los diez mejores futbolistas del mundo. ALa Copa del Mundo 2002, su sueño truncado su lado estarían Juan Carlos Valerón y Diego Tristán, la dupla del Deportivo de la Coruña que había maravillado a Europa con su fútbol mágico y ofensivo. El torneo de los deportivistas fue muy decepcionante, pero Raúl sí compareció. Ni el juego de la Selección ni el del propio Raúl fue el mejor nunca visto. España no se mostró nunca como candidata real, pero Raúl sí andaba fino, goleador, con ese aroma de crack en la edad justa que no quiere dejar pasar la oportunidad de su vida. Por desgracia, una lesión en octavos truncó todas sus esperanzas. Raúl fue baja en cuartos ante Corea del Sur, quizás el día que más se le necesitaba. La Copa del Mundo 2002 era su momento. Nunca tuvo otro más cercano. Entonces no lo sabíamos, pero la Selección ya no volvería a disfrutar de la mejor versión de Raúl González.
Corea y Japón fue la última oportunidad real. Tras esa Copa del Mundo se acabaría el gran Raúl
En 2004, Raúl inició un declive como futbolista que se alargó demasiado en el tiempo y que dejó excesivas cicatrices. La Euro de ese año fue el campeonato de la tristeza para España. Iñaki Sáez condujo sin rumbo a un grupo de futbolistas de buen presente y mejor futuro (Xavi, Torres, Alonso, Puyol, Casillas…) junto a grandes realidades del momento (los Albelda, Baraja, Vicente o Valerón). Y por medio, Raúl, muy tocado ya como líder del combinado nacional en los grandes eventos. El certamen disputado en Portugal no ayudaría a mejorar esta imagen: Raúl ni marcó ni apareció. Ya no podía.
Y sin embargo, Raúl quería estar. No aceptaba no ser uno más entre los mejores. A partir de entonces, cada gol suyo pasó a ser una reivindicación popular, una batalla contra lo irremediable que, para desgracia de todos, fue capaz de ganar por un tiempo. Raúl acudió al Mundial de Alemania 2006 como suplente de David Villa y Fernando Torres. Un status que, aunqueEl Mundial de 2006 solo sirvió para enturbiar nadie quería mencionarlo en voz alta, suponía una gran amenaza mediática para los jóvenes cracks que venían empujando fuerte. David y Fernando “resistieron” el primer día ante Ucrania. España ganó 4-0 y ambos puntas brillaron. Ante Túnez, sin embargo, la Selección caía por 0-1 cuando Luis Aragonés echó mano de Raúl como solución de emergencia. Y Raúl, superviviente eterno, aprovechó la pesquisa para cazar un rebote de gol decisivo para la victoria final. Ya no había marcha atrás. Aragonés cedió y colocó a Raúl como titular el día clave, ante Francia en octavos de final. Los amigos de Zidane anularon con facilidad al “siete” y España cayó. Aragonés se había traicionado a sí mismo, algo que juró no repetir. Tras la debacle de Irlanda semanas después, Raúl no volvería a ir convocado con la Selección.
Raúl y España no fueron un matrimonio 100% feliz. Hubo grandes momentos, pero el divorcio fue duro
Lo que vino luego ensuciaría el recuerdo de Raúl. Luis Aragonés sufrió un acoso y derribo sin precedentes, con las ausencias del delantero como motivo del apaleamiento. El Sabio de Hortaleza cerró filas, quien sabe si usando la figura de Raúl como enemigo exterior de cara a sus chicos. Así de grande y de potente fue la figura de Raúl González Blanco. Así de relevante ha de ser considerada, a pesar de que no resulta sencillo emitir un veredicto sobre su trayectoria en la Selección. Al crack le tocó convivir con una España asociada a la derrota, y en ese escenario anotó cinco tantos en los Mundiales y 44 en total. No obstante, es innegable que su figura, seguramente la más grande que dio el país entre 1970 y 2005, no varió el camino perdedor del seleccionado español. No logró sobreponerse a una maldición que otros tiraron por él. Y es que ya se sabe: al final lo único que cuenta en esta vida es estar en el momento justo en el lugar adecuado.
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Larios84 16 noviembre, 2015
Lo de la Euro 2000 no sabe uno por donde cogerlo, fue inexplicable que esa selección no compitiera mejor, pero pese a todo forzamos a la mejor selección de finales de siglo y comienzos de este a ganarnos y sufrir para conseguir el ansiado pase a semifinales.
De 2002, lesión aparte de Raúl y estados de forma o psicológicos bajos de jugadores como Tristán y Valerón, decir un nombre, Gamal Al-Ghandour. Se que no gusta hablar del tema en Ecos, pero fue tan condicionante para la eliminación su actuación, quién sabe que hubiera deparado ese cruce frente a los alemanes en semifinales