Giorgio, pistolas y neones | Ecos del Balón

Giorgio, pistolas y neones


En la apoteosis de su carrera, distinguir a Giorgio Chinaglia de una estrella de Hollywood era una tarea difícil. Tenía dinero, fama, un atractivo animal para el sexo opuesto y además era un personaje reconocido en la capital del mundo –libre-. El futbolista italiano era un hombre poliédrico: carismático, encantador, peligroso e irracional a partes iguales; podría haber sido un capo de las cinco familias mafiosas de Nueva York. Chinaglia era uno de los mayores gigantes que habitaban el estadio del mismo nombre, la luz más reluciente del Estudio 54 y el hombre más influyente de uno de los clubes más famosos del mundo.

Poco de esto podía imaginar el joven Giorgio cuando su familia se mudó desde su Italia natal a Gales por motivos de trabajo. Emigrar no ha sido nunca algo ajeno para el italiano. En las Islas Británicas, Giorgio desarrolló su pasión por el fútbol, compitiendo en un juego que poco o nada tenía que ver con el que se jugaba en el su país natal. Eso no evitó que también cultivase el gusto por el deporte más amado por los galeses, el rugby, para el cual su potente físico le convertía en privilegiado. Su etapa en el Swansea Town le trajo sus primeras sanciones y castigos, fruto de un temperamento volcánico que caracterizaría el resto de su vida. A pesar de sus tremendas condiciones, tanto físicas como técnicas, las dudas sobre su carácter se cernían sobre Giorgione, y ponían en peligro su futuro como jugador profesional. El Swansea le dejó libre alegando que jamás llegaría a nada, y al pobre Giorgio no le quedó más remedio que volver a Italia para intentar ganarse las habichuelas en algún club de las categorías inferiores del calcio. Así llegó al Massese y posteriormente a Nápoles para jugar en un pequeño club de la ciudad partenopea, el Internapoli, siempre en la Serie C. Allí dio signos de su buen olfato de gol, marcando 26 goles en 65 partidos. Nada presagiaba lo que el futuro depararía para Chinaglia.

El pase a la Lazio fue decisivo en la vida de Chinaglia. El trampolín perfecto.

Encontraría el éxito, la Azzurra y a MaestrelliEn el verano del 69, la Lazio volvía a la Serie A y se fijó en Chinaglia para reforzar su ataque. Giorgio tenía ya una bien ganada fama de duro en Italia y el técnico Juan Carlos Lorenzo no dudó que sería el estilete perfecto para su Lazio. El delantero de Carrara rindió bien en sus dos primeros años en Roma, marcando 12 y 9 goles, cifras decentes en un campeonato tan hermético como esa Serie A. Aún así, la Lazio volvió a descender, y Giorgio no escapó a las críticas. Se le acusó de vida licenciosa y su relación con la americana Connie Eruzione –hermana de quien sería capitán del famoso equipo del «Miracle on ice» americano en los Juegos de Lake Placid- , ocuparía muchas portadas en la prensa. Sin embargo, como respondiendo a todos su críticos, fue en esa temporada en Serie B, la 71-72, cuando Chinaglia se destapó como el bomber de clase mundial que era. Ese año es capocannoniere y lidera al equipo en su vuelta a la máxima categoría del fútbol transalpino. Para coronar el año, Valcareggi, que lo había dejado fuera del Mundial del 70 a pesar de estar en su preselección, lo convoca con la Azzurra. Pero sobre todo, esa temporada Chinaglia conoce a Tommaso Maestrelli, quien será su entrenador en la Lazio durante los siguientes años, su mentor, y la única persona capaz de calmar los ataques de furia del atacante.

Maestrelli crea un equipo luchador, racial, liderado por Chinaglia, el veterano Pino Wilson en defensa y Mario Frustalupi –un clásico regista italiano, ex del Inter- y Luciano Re Cecconi en el centro del campo, que tomará por asalto la Serie A. Recién ascendida, la Lazio pierde el Scudetto en la última jornada. Les condena una derrota en Nápoles, unida a una victoria de la Juventus contra, ¿quién si no?, la Roma. Una carta de presentación genial para un grupo de jugadores salvaje.

La famosa Lazio de las pistolas se edifica sobre este grupo de futbolistas, algunos abiertamente fascistas, muchos claramente radicales y, en general, todos hambrientos de gloria. La 73-74 no vería la historia repetirse. Chinaglia se desmelena y marca 24 goles, entre ellos el decisivo que sella el título para los celestes. Increíblemente, la Lazio es campeona de Italia. Pero el Scudetto bordado en el pecho parece traer sólo malas noticias al club. Sancionada por incidentes en la Copa de la UEFA, la Lazio no participa en la Copa de Europa, lo cual es sin duda una ocasión perdida para Chinaglia. Maestrelli, el hombre milagro, sufrirá problemas de salud en los siguientes años, y morirá en 1976, y el capitán Re Cecconi será acribillado a balazos en el 77 cuando intentó gastar una broma a un joyero con muy malas pulgas. Para Chinaglia, el principio del fin en Italia comenzaría con su cénit deportivo.

El Mundial 74 iba a suponer un antes y un después en la carrera de Giorgione.

Como premio a su gran campaña, varios miembros de la Lazio fueron convocados por la selección italiana para el Mundial que se celebraría en Alemania occidental ese verano. Chinaglia, por supuesto, estaba entre ellos y llegaba a la gran cita como uno de los jugadores a seguir. El influyente Wilson y Re Cecconi también figuraban en la lista azzurra. Italia era un equipo veterano, que seguí apoyándose en los héroes de la década anterior, como Facchetti, Rivera, Mazzola o Riva. Chinaglia, junto a Anastasi, Benetti o Capello representaban a la nueva generación. El ambiente en el vestuario fue seguramente el peor de toda la historia del equipo nacional en los Mundiales, con un Valcareggi incapaz de controlar los enormes egos de sus seleccionados. En el primer partido de Italia, lo que se suponía un paseo ante Haití, los azzurri sufren para ganar y Chinaglia es sustituído por Anastasi. Giorgio explota, dirige sus exabruptos contra Valcareggi y destroza innumerables botellas de agua en el vestuario, llenas según sus detractores, vacias según Chinaglia. Su Mundial se acaba, aunque no sea enviado a casa. Italia fracasa y cae en primera ronda, liquidando a toda una generación.

Tras la decepción, el delantero viaja a Estados Unidos durante sus vacaciones, y juega un amistoso con los Hartford Bicentennials contra Polonia, el equipo que había eliminado a Italia del Mundial. Tras el partido, Hartford ofrece un contrato a Chinaglia, a quien sólo una llamada de Maestrelli hace recapacitar y volver a Italia. Pero la relación del atacante y el fútbol italiano ya está rota. Sigue jugando en su club, a buen nivel, pero su periplo en la selección, ahora con Bernardini, no remonta, y la enfermedad que aleja a su mentor Maestrelli de la Lazio reafirma la decisión de Chinaglia de emigrar al país de su esposa. Un año más en Roma y la llamada de Steve Ross y el Cosmos de Nueva York hacen el resto. Long John cruzaba el Atlántico.

Chinaglia firma para ser el escudero de Pelé, y se consagrará como el mejor jugador de la NASL.

Mister Ross, magnate de Warner Communications está dispuesto a hacer de su club una referencia mundial. Tras sorprender logrando la firma de Pelé, el siguiente reto del club era poder rodear al brasileño para que este pudiese ganar el campeonato de la incipiente NASL, siendo Chinaglia la pieza maestra de lo que se convertiría en un proyecto legendario.

La North American Soccer League, creada en 1967, había recibido un espaldarazo inmejorable con la presencia de Pelé. La liga crecía y todos los equipos querían tener a su propio Rei, por eso se empezaron a ofrecer grandes sumas de dinero a estrellas de relumbrón, la mayoría de ellas, lejos de su mejor momento como futbolistas. George Best, Rodney Marsh, Gordon Banks o Bobby Moore ya estaba dando patadas al balón en los campos americanos, pero Giorgio Chinaglia sería la primera estrella internacional que llegaría a Estados Unidos en plenitud. Con apenas 29 años, el italiano tomó por asalto la competición. Se hizo el amo del Cosmos, aún con la presencia de Pelé, con quien le separaban diferencias de carácter personal. El ambicioso Chinaglia no aceptaba ser un segundón al servicio del brasileño, y eso también afectó al rendimiento del propio equipo.

Su temperamento tuvo un buen rival en PeléPara la última temporada de Pelé, la de 1977, Steve Ross decidió tirar la casa por la ventana. La plantilla del conjunto neoyorquino, además de Pelé y Chinaglia, pasó a contar con el centrocampista internacional yugoslavo Vito Dimitrijevic y su compatriota el atacante Jadranko Topic, los delanteros ingleses Tony Field y Steve Hunt, el defensor escocés Charlie Aitken, el internacional brasileño Rildo y el jugador del Santos Nelsi Morais, el centrocampista de la selección peruana Ramón Mifflin y la estrella del fútbol africano Jomo Somo. Shep Messing, Werner Roth y Gary Etherington, tres de los mejores jugadores estadounidenses también eran cosmopolitans. A pesar del buen equipo, no se acababan de lograr los resultados deseados, y Chinaglia empezó a mover hilos que llevaron a la dimisión del entrenador Gordon Bradley y su sustitución por Eddie Firmani, ex entrenador de Tampa Bay –gran rival del Cosmos–, y ex estrella del fútbol italiano. Mucho más del gusto del ex atacante de la Lazio. Cuando la varita mágica de Ross fue capaz de llevarse a Franz Beckenbauer a la Gran Manzana, todo empezó a tener sentido y el equipo encadenó una racha de grandes resultados. Aunque Chinaglia, que ya se las tenía tiesas con Pelé, no estuviese muy contento de que Beckenbauer fuese ahora el segundo de abordo en el club.

Para el final del curso del 77, un último gran fichaje asentó al Cosmos como gran aspirante al título. Carlos Alberto, capitán de la Brasil del 70, hizo las maletas y se instaló en Nueva York. Con esos cuatro figurones, más el resto de internacionales, el equipo de ensueño de la Warner llegó a la Soccer Bowl. En Portland, venciendo a Seattle Sounders con un gol de Chinaglia, el final ideal para la carrera de Pelé se confirmó. El Cosmos era campeón, y el italiano se consagraba como el mejor goleador de la liga.

El Cosmos post-Pelé es el reino de Chinaglia.

Estaba muy por encima del resto de jugadoresCon la retirada de O Rei, al menos de los terrenos de juego, ya que su pantagruélico contrato con Warner Communications incluía también un contrato ¡DISCOGRÁFICO!, Chinaglia se convirtió en el líder indiscutible del Cosmos. En el terreno de juego él era el ejecutor de un equipo que cada vez jugaba mejor y al que se unían estrellas de calibre internacional. Johan Neeskens, Pino Wilson, Vladislav Bogicevic, Dennis Tueart, etc, se movían al ritmo que Carlos Alberto y Beckenbauer marcaban, y Chinaglia, más que ninguno, lo disfrutaba. Su reino como mayor goleador de la NASL no tenía fin, y un segundo campeonato cayó en el 78, seguido por el tercero y el cuarto, en el 80 y el 82. Sencillamente, no había nada a ese lado del charco capaz de parar su combinación de fuerza física y capacidad para rematar desde cualquier ángulo con una potencia brutal. Su determinación por ser el mejor era la guinda que coronaba a uno de los mejores delanteros de toda la década. Se retiraría como el mejor goleador de la historia de la NASL.

Su relación con Steve Ross, cada vez más cercana, le dio poder a la parte más oscura de Giorgio, el manipulador, el hombre sin escrúpulos, que vio como toda la cúpula de directivos que habían acompañado al Cosmos y a Ross en su meteórico ascenso iban enfilando la puerta de salida. Chinaglia siempre negó su implicación con esos movimientos estratégicos dentro del club, pero su mano negra detrás de ellos era bastante obvia.

Estados Unidos parecía el futuro. Se decía que el soccer iba a ser la liga más grande entre las grandes ligas americanas cuando el Cosmos llenaba partido sí, partido también, el Giants Stadium. En otras plazas como Fort Lauderdale o Tampa Bay la cosa también funcionaba. Pero la expansión de la liga hasta 24 equipos, en mercados pequeñísimos, y su fracaso como producto televisivo, a pesar de la inversión de la ABC condenó a la liga al fracaso. Para cuando el Cosmos ganó ese título del 82, el último de Chinaglia, la competición ya estaba herida de muerte. Duraría apenas dos años más.

Para Giorgio, la desaparición del Cosmos, algo que consideraba suyo, alimentó sus ganas de volver a Europa, a la Lazio. Llevaba dos años retirado, pero regresó como presidente a un club que atravesaba una dificilísima época tras verse involucrado en el escándalo del Totonero. Long John, agobiado por la mala situación económica del club, tampoco fue solución en su antigua casa. Hasta su muerte en abril de 2012, Chinaglia vivió a caballo entre visitas esporádicas a Italia y los Estados Unidos, saliendo sólo a la luz por diversos problemas judiciales y una vida más bien tenebrosa, muy propia para quien podría haber sido un capo de la Mafia o, sin ir más lejos, para el líder de la Lazio de las pistolas.

 

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7 comentarios

  • @9LutherBlissett 2 abril, 2015

    Genial Chinaglia y vaya equipo de leyenda aquel Lazio campeón por primera vez del Scudetto.
    El vestuario esta separado en dos facciones irreconciliables encabezadas por Chinaglia y Gigi Martini pero en la cancha iban a una. El tecnico Tommaso Maestrelli cuando hablaba con ambos por separado los decía lo mismo, que eran el lider del equipo y lograba calmarlos.
    Los partidillos de entrenamiento terminaban siempre en empate pq el ego de cada grupo no les permitía quedar por debajo del rival.
    Realmente el entrenador tuvo que hacer milagros y nunca se podra valorar lo suficiente su gestión de una pandilla de salvajes.

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  • @9LutherBlissett 2 abril, 2015

    Buceando en youtube me he encontrado con todos los goles de la Lazio en aquella liga 73/74.
    Tiene pinta de un equipo muy rocoso e intenso. Muchos marcadores apretados y mucha intensidad en las acciones.

    https://www.youtube.com/watch?v=jsD5cHVrUM4

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  • @migquintana 2 abril, 2015

    Es que las historias y anécdotas sobre la Lazio de las pistolas es una cosa increíble.

    Hace un tiempo leí este texto más que recomendable sobre el tema:
    http://www.futbolprimera.es/2012/02/16/la-lazio-e

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  • @allan_ha 2 abril, 2015

    Gracias a Vilariño. Genial escrito, conocía muy poco de la historia de Chinaglia.

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  • untiposimpatico 2 abril, 2015

    Articulazo. Plas plas plas!

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  • @David_Mata_Ecos 5 abril, 2015

    Un articulo excelente que ademas cuenta con una buena percha desde la actualidad, dado que la actual Lazio es, según Zeman, el equipo italiano que mejor fútbol juega en 2015.

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  • mae gostosa 11 agosto, 2017

    uau amigo, me salvaste la vida con este post! Eso es justo lo que estaba buscando! Podría hacer más artículos relacionados? Saludos de su lector kevin duart de santiago no chile

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