Nápoles-Buenos Aires, vuelo directo | Ecos del Balón

Nápoles-Buenos Aires, vuelo directo


Hacía apenas 10 días que Francia había ganado la Eurocopa de Naciones en el Parque de los Príncipes ante España. Michel Platini, en la cima de su carrera, había dominado el torneo con mano de hierro, justo como lo llevaba haciendo en la Serie A desde su llegada en el verano del 82. Con el mejor jugador del mundo en ese estado de forma, el panorama del campeonato italiano parecía que poco podía cambiar. Hacía falta algo especial para combatir a esa poderosa Juventus sin rival incluso en la liga más fuerte del planeta.

Cuando el 6 de julio de 1984 aquel pequeño hombre de cabello rizado, físico chaparro y viva mirada salió por primera vez del túnel de vestuarios de San Paolo tenemos serias dudas de quién estaría más impresionado y sorprendido. Él, que había sido la estrella más deseada y rutilante del fútbol internacional y cuya carrera estaba en un impasse lleno de dudas tras su salida de Barcelona, no pudo dejar de alucinar al ver el estadio lleno para verle dar unos toquecitos al balón y saludarles. No más alucinado que los tifossi, que llevaban años recordando a Sívori y Altafini, saboreando la Coppa del 76 o lamentándose de la ocasión perdida en el 81, cuando un holandés volador –Ruud Krol- les hizo luchar por el Scudetto. No más que los chavales que habían bajado desde Chiaiano, San Pietro y Ponticelli, desde Soccavo, la Stella y San Carlo, parecía que todo Nápoles estaba allí. ¡¡¡MARADONA!!! Apenas saludó, apenas tocó la pelota y ya Diego se sentía en casa. Había encontrado un pedacito de su Buenos Aires en Europa y pronto comprendió que, así como esa gente se lo daría todo, él debía hacer lo mismo por ellos.

Los inicios de la aventura napolitana no fueron fáciles para el astro argentino.

Maradona llegó al sur de Italia buscando redención. Su paso por Barcelona no había acabado bien y el inicio de su carrera europea había quedado bastante empañado por lesiones, incidentes –final de Copa contra el Athletic de Bilbao– y polémicas varias. Además, no había brillado especialmente en su primera aparición en el Mundial. En los campos españoles, de albiceleste y de blaugrana, dejó detalles de su grandeza, se vio sometido a marcajes feroces, y la decepción y la frustración se convirtieron en sentimientos demasiado comunes en su vida.

Nápoles era volver a empezar, casi de manera literal. También financieramente había tenido un revés grande con su anterior representante Jorge Cyterszpiler, que lo había dejado muy tocado. El club partenopeo, por su parte, llevaba ya 15 años bajo el mando de Corrado Ferlaino y seguía buscando salir de la irregularidad a laMaradona llegó a un Napoli que competía por no descender a Serie B que se había visto abocado desde los tiempos en que Sívori, Altafini y Zoff lo habían puesto en el mapa. A pesar del reciente buen recuerdo del año 81, el equipo no estaba para luchar por altas cotas. Maradona mismo reconoce en su biografía que no se esperaba lo que encontró. El Napoli se había salvado la campaña anterior por un punto escaso, y además sus dos jugadores más destacados, Krol y Dirceu, abandonaron el club. Junto a Maradona llegó el también argentino Daniel Bertoni, un jugador que se movía por el frente de ataque, que había tenido ya una carrera larga y además, había ganado el Mundial con Argentina. Sería el principal apoyo de un Maradona que sufriría los rigores del Calcio ese primer año. El resto del equipo era de una mediocridad preocupante, si acaso se salvaban el capitán, el veterano Bruscolotti, y Salvatore Bagni, centrocampista internacional. Parecía muy poco en un campeonato al que llegaban también ese verano Rummenigge, Sócrates, Junior o Souness.

Conducido por el entrenador Rino Marchesi, y liderado por Maradona y Bertoni (25 goles entre ambos), el Napoli navegó todo el año alejado de aguas peligrosas y luchó por entrar en las competiciones continentales. Es probable que nunca más se vea celebrar los goles y las victorias tan efusivamente a Maradona. Venía de Boca y el Barcelona, equipos hechos para ganar, y fue como volver a su Argentinos, luchando cada punto por la salvación, por arañar un puesto en el medio de la tabla. Volver a los orígenes fue una bendición para Diego, que durante este año desarrolló una comunión con los napolitanos que ya nunca abandonaría. A ello contribuyó el racismo de la gran mayoría de aficiones del norte del Italia, los gritos de «terroni» en Verona o Bérgamo y los «¡lavatevi, lavatevi!» en Turín. Cuanto más le querían dañar, más fuerte se hacía, más disfrutaba quitándoles puntos, más se crecía recibiéndolos en San Paolo junto a su gente. El odio y la persecución que sufrían los napolitanos y él mismo se convertirá en su mayor fuente de energía y en su motivación. Cada año, Diego querrá robarles un botín más grande a los altivos norteños. Para completar el cuadro, ese año 85 se proclama campeón de Italia el equipo con la afición más racista del país, el Hellas Verona de Osvaldo Bagnoli, de Elkjaer y de Briegel.

Diego no va a parar hasta que pueda ofrecerles lo mismo a los aficionados de San Paolo y, en general, a la gente del sur de Italia. Maradona se involucra en la confección del equipo, exige a Ferlaino buenos jugadores que le ayuden en su empresa. Ese verano llega Claudio Garella, el portero campeón con el Verona, tambiénFerlaino mejoró el equipo con el fichaje, sobre todo, de Giordano Alessandro Renica, uno de los mejores líberos de Italia y Eraldo Pecci, un magnífico centrocampista que no cuajaría finalmente. La adquisición más importante es la de Bruno Giordano, un rebelde que había sido sancionado por el caso del Totonero, pero sobre todo un goleador capaz de compenetrarse a la perfección con Maradona y Bertoni. También se cambia el entrenador, llegando Ottavio Bianchi, cuyos planteamientos defensivos le costarán problemas con El Diez más adelante. La mejora en la plantilla es ostensible y así lo será también en la clasificación final. El Napoli termina tercero del campeonato, a seis puntos de la todopoderosa Juve de Trapattoni y Platini. El equipo empieza a derrotar a los grandes, y así es como cae la propia Juventus en la novena jornada en San Paolo, y también el Inter. Por si fuera poco, Maradona regala un aplastante 5-0 contra los campeones del Verona a los aficionados que se congregan el 20 de octubre de 1985 en el estadio partenopeo. Maradona termina el campeonato con once goles –empatado con su compañero de selección/rival Passarella, que juega en la Fiore-, mientras Giordano marca 10. Además, Diego está inmerso en la preparación para el Mundial de México.

El verano del 86 cambia definitivamente la vida de Diego Armando Maradona y del Nápoles.

Satisfecho por su buena campaña en la Serie A, Maradona afronta el reto del Mundial liderando a una Argentina que no carbura bajo la dirección de Bilardo. Nada importa, porque bajo el abrasador calor del verano mexicano, Maradona explota y da la mayor exhibición individual que se haya visto en una Copa del Mundo. Nadie duda ya de quien es el mejor jugador del planeta y, cumplido su objetivo con la selección, toca asaltar nuevos retos con su club.

Bruscolotti, el veterano capitán, reconoce de facto el indiscutible liderazgo de Diego, y le entrega el brazalete a pesar de que él seguirá jugando. Es el símbolo del cambio, el momento en que el Napoli deja atrás los años de mediocridad y empieza la era de los grandes objetivos. La consolidación deAunque sigue jugando, Bruscolotti le entrega el brazalete al Diego un joven Ciro Ferrara y de Alessandro Volpecina será una de las noticias de ese año, conformando una línea defensiva que será la red de seguridad que Bianchi teje para proteger a Maradona y Giordano. El internacional Fernando de Napoli llega del Avellino para consolidar aún más el centro del campo junto a Bagni, y la aparición de Francesco Romano, un centrocampista ofensivo firmado de la Triestina y que llegará a la selección italiana, es también una de las notas positivas en cuanto a la composición de la plantilla. Bertoni, por su parte, abandonó el club, siendo sustituído en el ataque por el corpulento Andrea Carnevale, que venía del Udinese. La temporada se presenta dura ya que, aunque la Juventus parece haber pasado su mejor momento, se produce el desembarco en Milan de Silvio Berlusconi. Además, los fichajes en la mejor liga del mundo son siempre de relumbrón y casi todos los equipos se refuerzan de manera excelente. Donadoni llega a Milan, mientras el Inter firma a Giovanni Trapattoni y a Passarella, la Fiorentina a Ramón Díaz y la Sampdoria a Briegel y Toninho Cerezo, por citar algunos.

La temporada empieza con decepción para el Napoli, ya que queda eliminado a las primeras de cambio de la Copa de UEFA ante el Toulouse francés, pero eso le permitirá centrarse al cien por cien en las competiciones nacionales. Desde la jornada nueve, merced a un maravilloso 1-3 en Turín contra la Juve, los partenopeos se harán con el liderato y lo mantendrán de manera consistente, resistiendo los asaltos de la propia Juventus y del Inter. A las últimas jornadas se llegó con un Napoli dubitativo, que había perdido buena parte de su ventaja, y que apenas tenía dos puntos sobre Juve e Inter. Finalmente, en una inolvidable tarde en San Paolo, los de Ottavio Bianchi fueron capaces de asegurar el punto necesario al empatar con la Fiorentina. Un partido en el que, por cierto, un tal Roberto Baggio anotó su primer gol en la Serie A. Carnevale, que anotó cuatro goles en los últimos cuatro partidos de liga fue el autor del tanto que daba el Scudetto al Napoli. El primero que viajaba al sur de Italia. Maradona había cumplido su promesa. Y no contento aún, regaló a la ciudad un impensable doblete. Tras eliminar a Brescia, Bolonia y Cagliari, los partenopeos derrotaron a doble partido a la Atalanta -otro de los enemigos preferidos de Diego- para firmar el doblete, sólo el tercero de toda la historia del fútbol italiano, tras Torino en 1949 y Juventus en 1960.

Maradona era ya dios en Nápoles. Santa Maradona era ya tan venerada como San Gennaro y el pibe de oro aún quería más. Porque cuanto más quería él, más felices eran todos los de su alrededor. Es cierto que losAl Diego no le gustaba la visión defensiva del fútbol de su técnico escándalos –reales o inventados- nunca le abandonaron. Desde su presunto –por entonces- consumo de drogas, hasta relaciones con la Camorra, enfrentamientos con el presidente y el entrenador… Con Ferlaino las cosas eran difíciles. Diego era ambicioso, y el presidente también, pero no era fácil llegar a acuerdos. Con Bianchi las relaciones empezaron a enfriarse tras el Scudetto. A Diego no le gustaban sus métodos de entrenamiento, ni su visión defensiva del fútbol, ni mucho menos que Bianchi quisiera que corriese como si fuese uno más. Pero como las cosas iban bien, todo parecía menos grave. Más aún cuando el delantero de la selección brasileña, Careca, uno de los mejores jugadores del Mundial de Mexico y un atacante codiciado por muchos equipos punteros firmaba con el Napoli. Además, con él, llegaba Giovanni Francini, presto para apuntalar aún más la línea defensiva de Bianchi. La Copa de Europa parecía un objetivo posible, si bien esa campaña de 1988 se presentaba como una de las más fuertes de la década.

La aventura europea, que se presumía larga y exitosa, acabó pronto. El bombo, caprichoso como sólo puede serlo uno al que no se le ponen trabas, decidió emparejar en la primera ronda a los campeones de Italia y España. La ida, en un Bernabeu cerrado, midió a Maradona con los miembros de la Quinta del Buitre, reforzados por aquella llamada de los Machos -H.Sánchez, Gordillo, Buyo-, y con veteranos como Camacho, Juanito o Santillana. El partido será recordado como aquel en el que, en expresión de Valdano los pajaritos le dispararon a las escopetas, cuando Chendo le tiró un caño al propio Maradona. El 2-0 que los blancos consiguieron de renta fue imposible de remontar en San Paolo. Un 1-1 que dejaba sabor amargo de esa primera experiencia en la máxima competición continental.

Mientras, en una Italia que recibía a estrellas como Rudi Völler, Ian Rush, Ruud Gullit, Marco Van Basten o Enzo Scifo, el Napoli sigue a un ritmo intratable. Gana sus primeros cinco partidos de liga destacándose en cabeza, liquida a la Sampdoria en Génova cuando era su principal perseguidor, gana el campeonato de invierno y a finales de febrero saca cinco puntos al Milan de Sacchi. Parecía que el segundo Scudetto iba camino de Napoles bajo las alas de una delantera que hacía las delicias de los aficionados. Una delantera Ma-Gi-Ca, Maradona-Giordano-Careca. Aunque el término ya existía con Carnevale en lugar de Careca.

El 10 de abril, a cinco jornadas del final, el Napoli tenía cuatro puntos de ventaja sobre los rossoneri, que no habían sido capaces de aprovecharse de algunos de los tropiezos de los líderes en los dos meses precedentes. Pero el Milan encandenó un par de victorias que se revelaron decisivas: ganó en Roma mientras los de Maradona perdían en Turín ante la Juve, venció el Derby della Madonnina al mismo tiempo que el Napoli empataba en Verona. Así pues, los milanistas llegaron al enfrentamiento directo en San Paolo a un punto de los partenopeos. En uno de los partidos más famosos de la historia de la Serie A, los hombres de Arrigo Sacchi se impusieron por 2-3, gracias a un doblete de Pietro Paolo Virdis y a otro gol del recuperado Marco Van Basten, que se había pasado más de media temporada lesionado y empezaba ahora a escribir su leyenda milanista. Tras esto el Napoli se desintegró. Un equipo que había perdido apenas dos partidos de los 25 primeros de liga, perdió cuatro de los últimos cinco y, a pesar de una derrota en los despachos por incidentes contra la Roma, al Milan le bastó un empate en Como para ganar el Scudetto. El único, por cierto, que ganará Arrigo Sacchi en toda su carrera.

La consagración de Maradona se produce en las dos siguientes temporadas, pero la puerta de salida se va abriendo.

El verano del 88 es tenso, más que nunca. Maradona y Bianchi no se soportan y eso pone las cosas difíciles. El campeonato italiano, además, sigue reforzándose más y más, y la Sampdoria se consolida como un equipo a tener en cuenta bajo la guía de Vujadin Boskov. Los holandeses del Milan se consagran en la Eurocopa y Sacchi trae a Rijkaard. Trapattoni pesca en Alemania a Matthäus y Brehme, también llegan al Inter Díaz y Berti. Ferlaino, por su parte, no quiere ser menos y firma al centrocampista brasileño Alemao, que llega del Atlético de Madrid. El de Lavras es un medio con muchísimo recorrido y que también distribuye el juego. Junto a él, Luca Fusi y Massimo Crippa compensan la marcha de Bagni. La defensa se mantiene, pero Garella deja paso a Giuliani en la portería. También abandona el equipo Bruno Giordano, asumiendo Carnevale más cuota de protagonismo.

El equipo, como podemos observar, cada año es mejor, más completo y con una rotación mayor, pero esta temporada 88-89 no será recordada por su actuación en la liga. La Serie A ha aumentado hasta 18 equipos, yEl Napoli no puede con el Inter en Liga, pero va a por todas en la UEFA las cuatro jornadas extra sólo servirán para que la máquina de Trapattoni, el llamado «Inter de los Alemanes», destroce todos los records habidos y por haber en el campeonato italiano. Gana la liga con 11 puntos de diferencia sobre un Nápoles que sólo pierde 5 partidos –pero es que el Inter gana 26-, encaja apenas 19 goles, marca 67, y Aldo Serena marca 22 goles, algo que no se veía desde hacía más de 25 años. Careca y Carnevale tienen una gran temporada anotadora -19 y 13-, pero Maradona arrastra problemas físicos que volverán habitual el hecho de que juegue infiltrado. Sin embargo, en la Copa de la UEFA, el Napoli sí deja su sello. Tras la decepción del año anterior, Maradona está dispuesto a ofrecer un título europeo a la ciudad. Se sufre para eliminar al PAOK de Salónica y al Lokomotiv de Leipzig, y aún más para superar a un talentoso Girondins de Burdeos. Carnevale marcó pronto en el Parc Lescure, pero el resto de la eliminatoria fue cerradísima, los partenopeos pasaron por ese escaso 1-0.

Con la liga ya prácticamente perdida, en marzo se jugaron los cuartos, y el emparejamiento con la Juventus tuvo tintes épicos. Entre otras cosas porque los napolitanos necesitaron remontar un 2-0 adverso que se habían traído de Turín. La Juve estaba lejos de su mejor época a inicios de la década, pero aún contaba con grandes jugadores como Laudrup, Rui Barros, Alejnikov, Zavarov o Marocchi. San Paolo reventó cuando, en el minuto 119, un gol de Alessandro Renica –uno de los jugadores más injustamente olvidados de ese equipo- hacía valer los de Maradona y Carnevale, y enviaba al Napoli a las semifinales, además de fastidiar a la odiada Vieja Señora. Cabalgando sobre esa euforia consiguió, apenas 15 días después, el cuadro celeste derrotar al Bayern en casa merced a goles de Careca y Carnevale. Un doblete del brasileño selló el empate en tierras muniquesas y la presencia de los napolitanos por primera vez en una final europea.

El rival sería el Stuttgart de Jürgen Klinsmann, Fritz Walter o Srecko Katanec. Además, los alemanes comenzarían adelantándose en la ida, merced a un gol del excelente y técnico centrocampista Maurizio Gaudino, que complicaba bastante las cosas por su valor doble. Maradona de penalti y Careca apenas tres minutos antes del finalMaradona no pudo irse a Marsella, pero a cambio Ferlaino se cargó a Ottavio Bianchi, colocaban una victoria mínima que se confirmaría con un espectacular empate a tres en el Neckarstadion. La Copa UEFA viajaba también al sur de Italia y Nápoles seguía viviendo el sueño. La derrota en la final de Coppa ante la Sampdoria se le perdona a un equipo que estaba llegando a cotas nunca imaginadas. Ese sueño parecía tornarse pesadilla cuando ese verano Maradona acusaba a Ferlaino de incumplir su promesa de dejarle marcharse a Marsella si daba al Napoli un título europeo. Maradona estaba ya cansado del estrés de su vida en Italia, de estar siempre vigilado y bajo presión. Buscaba algo nuevo y Marsella y el proyecto de Tapie parecían ideales. Pero Ferlaino se negó a traspasarle, sabía que la afición no se lo perdonaría y, además, la Copa UEFA no era el título europeo en el que el presidente pensaba cuando hablaba con Maradona. A cambio, le ofreció la cabeza de Bianchi, que fue sustituído por Albertino Bigon, un entrenador conocido por su laissez faire. Así pues, Maradona se quedó, y con un equipo sin bajas destacables y las adquisiciones del centrocampista Massimo Mauro y de Gianfranco Zola, comenzó una temporada que terminaría con lo que debía ser el cúlmen del fútbol italiano como capital mundial de este deporte: Italia 90.

El 17 de septiembre, tras remontar ante la Fiorentina, el Napoli se hace con la cabeza de la clasificación y, consiguiendo grandes resultados en los enfrentamientos directos con sus rivales (2-0 al Inter, 3-1 a la Roma y 3-0 al Milan), los partenopeos se consagraron campeones de invierno. Al inicio de la segunda vuelta el equipo bajó un poco el rendimiento permitiendo la recuperación de sus rivales, especialmente del Milan, que se confirmó como el principal perseguidor y que incluso les devolvió el 3-0 de la primera vuelta. Tras esta dura derrota contra los rossoneri, el Napoli no levantó cabeza y también perdió contra el Inter, momento que el cuadro de Sacchi aprovechó para ponerse líder y mantenerse así hasta el 8 de abril. Lo que se iba a vivir a partir de esa fecha fue algo muy parecido a lo sucedido en 1988, pero a la inversa. Los milanistas empataron en Bolonia mientras el Napoli derrotaba a la Atalanta en los despachos –Alemao fue alcanzado por una moneda-. También sufrieron los de Sacchi una sorprendente derrota ante un Verona que luchaba por no descender. A pesar de empezar ganando, se vieron remontados y perjudicados por tres expulsiones, entre ellas la de Van Basten. Mientras, el Napoli le metía cuatro al Bolonia y se ponía líder, asegurándose el segundo título de campeón de Italia con una victoria en casa contra la Lazio. Maradona había llegado a final de temporada muy disminuido físicamente, arrastrando problemas en ambos tobillos. Pero no había tiempo para quejarse, aguardaba el Mundial.

Italia 90 fue el canto del cisne para el gran Maradona y para el Napoli.

Argentina llegaba a defender su título mundial rodeada de problemas. Lesiones, sanciones y retiradas de jugadores importantes, además de una serie de malos resultados tenían a Bilardo y sus hombres en el alambre. Pero nadie lo estaba más que Maradona, que para aquel entonces se había convertido en el personaje más perseguidoMaradona llegó al Mundial de Italia como un personaje odiado de Italia, en enemigo de las clases dirigentes y de todos los peces gordos del Calcio. Y Diego estaba dispuesto a cobrarse la mayor venganza posible contra ellos en su Mundial. Italia, por su parte, era la gran favorita para ganar la Copa del Mundo. Tenía un fantástico grupo de jugadores dirigidos por un entrenador, cuanto menos, mediocre. Los italianos, con una unidad defensiva sideral –Zenga, Bergomi, Baresi, Ferri, Maldini-, las gotas de calidad de Giannini, Berti y Donadoni, la estrella de Baggio y la revelación de Schillacci navegaron por aguas más o menos tranquilas hasta las semifinales. Argentina, por su parte, lidió desde el primer momento con todo tipo de problemas y su camino hasta el penúltimo partido fue un calvario. Pero Maradona los lideró bien tras la derrota contra Camerún. Echó una mano contra la URSS -demostrando que dios era realmente ambidiestro- y se sacó de la manga una victoria que sumió a Brasil en una crisis existencial como no se había visto desde 1950.

Bien, pues Italia y Argentina, por esas casualidades de la vida, se debían medir en Nápoles. Y para entonces Maradona era el Rey de Nápoles y esta, la capital de Argentina. Y Diego usó todo su poder: les recordó a los napolitanos los gritos de terroni y lavatevi y todas las injusticias que con ellos cometía una Italia que sólo parecía acordarse del sur cuando le convenía. Esto tocó la fibra de muchos y, aunque San Paolo permaneció mayoritariamente italiano, ni mucho menos fue un estadio hostil para Argentina. Italia nunca perdonaría eso a Maradona, y más aún cuando la espada con la que Diego les había amenazado mediante sus declaraciones se clavó en el corazón de una Azzurra que se veía en la final. El propio Maradona lo sabía: su etapa italiana estaba acabada. Los pitos al himno durante la final y los insultos que el Diez dedicó a la cámara, para que todos lo entendieran clarito, sellaron el divorcio.

Argentina perdió la final e Italia disfrutó de las lágrimas de capitán albiceleste. Era cuestión de tiempo que Diego desapareciese para siempre de Italia y de Nápoles. Los rumores sobre droga, Camorra y demás asuntos turbios se hacían más y más intensos. Nadie quería creerlo, nadie quería verle caer en Nápoles.

El 17 de marzo de 1991 sucedió. Apareció la blanca mujer de la que hablaba El Potro y Diego voló. El Napoli, de tanto añorarlo, le copió la vida, descendió a los infiernos, estuvo a punto de morir y resurgió de sus cenizas para volver a situarse, no sin sufrimientos, en una posición cómoda.


36 comentarios

  • Tubilando 11 diciembre, 2013

    OOLEE, OLEE OLEE OLEEE VILAAA VILAAA. Qué crack Vilariño, deberían sacar un libro con tantas historia de Ecos.

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  • calaboca 11 diciembre, 2013

    Los mejores cafés con leche mañaneros son con Vilariño.
    Que añoranza de historias socio-políticas en el fútbol, de rebeldes en pantalones cortos que no cambiaban de equipo solo por razones económicas, de futbolistas "trabajadores" y no "burgueses"…

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  • @DavidLeonRon 11 diciembre, 2013

    «Con el mejor jugador del mundo en ese estado de forma»

    Ya arranca con chicha el artículo, llamando a Platini «el mejor» en el 84 :p

    «Alessandro Renica, uno de los mejores líberos de Italia»

    Siempre he dicho que del Nápoles de Diego este era uno de mis jugadores favoritos. No entiendo por qué no ha tenido más fama o se ha hablado más de él. Supongo que coincidir con el dios de la posición que era Baresi lo opacaría un poco pero vaya, sensacional defensa.

    «A Diego no le gustaban sus métodos de entrenamiento»

    Muy grande la de los «métodos de entrenamiento». Ojo que ya le pasó con Lattek en el Barcelona y en parte por eso llegó Menotti al Barça.

    «Un 1-1 que dejaba sabor amargo de esa primera experiencia en la máxima competición continental»

    Estuvo flojito Maradona en esa eliminatoria con el Madrid, la verdad. He visto los dos partidos y no fueron sus mejores días. Golazo de Butragueño en San Paolo, por cierto.

    De Italia 90 me mola ese Diego ya limitado, asustando desde su leyenda y esperando el momento de clavarte el aguijón. Ante Brasil todo el mundo sabe lo que hizo y ante Italia casi le sale de nuevo la jugada. Ojito a la que montó aquí http://www.youtube.com/watch?v=_A5kKhec44U

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  • @migquintana 11 diciembre, 2013

    Maravilloso Vilariño, one more time. ¿De qué planeta gashego viniste? 😀

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  • Pepe Sarria 11 diciembre, 2013

    Recuerdo una entrevista que Maradona concedió a Quique Guasch poco antes de Italia 90. Maradona no llegaba bien físicamente pero me impactó muchísimo una frase que dijo en esa entrevista, algo así como "Nosotros somos los campeones y eso nos lo tendrán que arrancar del corazón de cada uno". Metía miedo.
    Fue increíble ver como vencían a Brasil (partido que habré visto unas 20 veces como mínimo y que cada vez que lo vuelvo a ver me sigo asombrando) y después las dramáticas tandas de penaltis contra Yugoslavia e Italia. En la final, contra el mejor equipo del torneo, solo doblaron la rodilla con un penalty que no fue. Extraordinario mundial de una Argentina que futbolísticamente era pobre, muy pobre.
    Tremendo trabajo, Vilariño, da gusto empezar así el día

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  • Abel Rojas 11 diciembre, 2013

    "Ojo que ya le pasó con Lattek en el Barcelona"

    El Recorda Mister es para verlo.

    Respond
  • Abel Rojas 11 diciembre, 2013

    De hecho Vilariño debería verlos todos.

    Respond
  • @lorentidus 11 diciembre, 2013

    Artículo sublime. Se disfruta, se aprende y se emociona uno con este texto. Espectacular Vilariño!! :)

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  • @DavidLeonRon 11 diciembre, 2013

    @Pepe Sarria

    "Recuerdo una entrevista que Maradona concedió a Quique Guasch poco antes de Italia 90. Maradona no llegaba bien físicamente pero me impactó muchísimo una frase que dijo en esa entrevista, algo así como "Nosotros somos los campeones y eso nos lo tendrán que arrancar del corazón de cada uno". Metía miedo"

    Para decir estas cosas hay que creérselas y transmitir. Luego ves esto y claro: http://www.youtube.com/watch?v=5EPTdQ2aufk

    TremendoxD

    @Abel

    Ese programa es simplemente fabuloso, sí.

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  • @polmadur 11 diciembre, 2013

    Brutal artículo, que pedazo de liga era la Serie A en aquella época, mamma mia que suerte los que pudieron verla….

    Respond
  • tinogallego 11 diciembre, 2013

    Brutal artículo, mis felicitaciones al autor. Desconocía que Zola y Maradona hubiesen jugado juntos… aunque solo fue un año por lo que veo , que pena. Me gustó lo de entrenador cuanto menos, mediocre…xd

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  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @DavidLeon

    ""Con el mejor jugador del mundo en ese estado de forma"

    Ya arranca con chicha el artículo, llamando a Platini "el mejor" en el 84 "

    Acaso no lo era? ^^

    @Abel

    Me lo anoto.
    Diego no podía con Lattek, ni con sus balones medicinales, jajaja. Con Bianchi creo que me expresé mal. Me refería a que Maradona no aprobaba su visión del fútbol y el hecho de que le pidiese sacrificio a él.

    @Tinogallego

    Sí, sí, jugaron juntos año y pico. Zola era más bien el sustituto de Diego, especialmente en la 90-91, con el argentino más fuera que dentro, Zola se destapó y pasó a ser llamado "MaraZola" xD

    Lo cierto es que pocos personajes más épicos que Diego habrán existido. Y futbolistas ya ni te cuento. Hoy a cualquier chorradita le ponen música de Hans Zimmer y ya te intentan vender la epicidad. No, señores, ese concepto tiene que estar unido a una historia, a unos motivos. A Diego le sobraba de ambos y, si no, se los inventaba. Para eso era grandísimo. La capacidad que tenía para encontrarte el más mínimo rasguño y ponerte sal en él es… ^^

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  • @elcono2 11 diciembre, 2013

    Para mi, que no había nacido aún, de las mejores crónicas que he leído sobre el Napoli de Diego.

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  • @DavidLeonRon 11 diciembre, 2013

    @Vilariño

    "Acaso no lo era? ^^"

    En realidad es un debate más para pasar el rato que otra cosa. Todos sabemos que Maradona era el mejor jugador pero no había llegado su momento. Y Platini ganaba y ganaba, así que es más o menos justo llamarle así.

    Además, me he visto gran parte de su Euro84 y el tío no podía ser más determinante. El gol de cabeza que le mete a Yugoslavia (a lo mejor era Portugal y la estoy pifiando) me vuelve loco.

    Respond
  • letissier 11 diciembre, 2013

    Mis dies Vilariño.

    Respond
  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @DavidLeon

    Era Yugoslavia. Hat trick perfecto de Platoche, por cierto. Con la izquierda (entrando al espacio), con la derecha (de falta) y de cabeza (en plancha). El primer gol de su hat trick contra Bélgica también es excepcional (es seguramente uno de los mejores partidos de la carrera de Platini). En el resto de partidos está "flojito": marca el único gol contra Dinamarca, el gol decisivo en la prórroga contra Portugal y el primer gol de la final.
    Es el mejor jugador del mejor equipo del mundo, de la mejor selección del mundo y de la mejor liga del mundo. Y no para de ganar. Sí, tenía alguna que otra credencial xD

    @letissier

    Jaaaaaaaaa! No sabes lo que deseaba un comentario de este tipo por aqui. Felisidasionez, mano.

    Respond
  • Leo 11 diciembre, 2013

    Puta madre, yo que tenia que empezar a laburar y estedes sacan este grandioso post, en fin…..

    Respond
  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @Leo

    Te hacemos un justificante para tu jefe? xD

    Respond
  • letissier 11 diciembre, 2013

    Vil, que quieres decir con lo de que Krol hizo luchar al Napoli por el Scudetto en el 81? Ruud era defensa no? Tan influyente era en ese Napoli?? Que es lo que hizo exactamente?

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  • Marcus 11 diciembre, 2013

    ¡Que grande el Diego!
    Aún era un pibe en el 90, pero ya veía fútbol.
    Recuerdo mucho esta foto, no tanto lo que se dijo, pues no consumía medios entonces, pero si recuerdo firme la impresión que me produjo esta foto luego del partido con Brasil. El Diego jugó así todo el mundial (o buena parte) y aún hoy impresiona: http://www.diegomaradona.com/blog/wp-content/woo_
    ó http://1.bp.blogspot.com/_0NGZoXZCPFY/TT1utheDGHI

    El Diego lo es todo, porque todo es épico en torno a él. Es realidad mítica. Fundación atemporal de fe y divinidad. Es el dios de las clases bajas o los directamente desclazados, que no fue impuesto a fuerza de violencia, si no entronizado por voluntad popular.
    Ya no hablamos de fútbol o deporte, claro está.

    ¡Que genial este post! Gracias por los recuerdos. Felicitaciones al autor.

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  • pablo 11 diciembre, 2013

    Excelente, viejo, excelente.

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  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @Marcus

    Diego llegó así al Mundial, pero jugó casi todo el año en esas condiciones. Desde el año 87, tras el primer Scudetto, tuvo problemas crónicos. A poco que le pegaban (y a él no le pegaban poco), los tobillos se inflamaban durante días. Comenta en su biografía que se acostumbró a la inyección de antes del partido. Era parte de su ritual. Hubo un momento, especialmente durante la lucha por el segundo Scudetto, y en las larguísimas campañas que combinaban SerieA+vuelo intercontinental con la selección+Copa América, que Diego tenía que inyectarse en la cintura porque ya los tobillos tenían tal callo y tal hinchazón que le resultaba imposible.

    Es otra pasta de jugadores, y como él, mucho miembros de ese equipo de Bilardo. El famoso "estás lesionado? Da igual, vení, es el seleccionado!". Y allá iban Diego, Burru y los demás europeos, en cualquier condición, porque la albiceleste era otra cosa.

    @letissier

    Krol era líbero, uno de los mejores que ha habido, por cierto. Muy influyente con balón. Básicamente fue el pilar en el que se apoyó el Napoli para estar entre los primeros en ese Scudetto del 81
    http://www.youtube.com/watch?v=TANmTiVLm6g ^^

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  • Tongo7 11 diciembre, 2013

    Nada refleja mejor al gran Diego, que el mismo cantando su canción: http://www.youtube.com/watch?v=wVEz8W4agig
    Sergio ya que no dices nada en el texto: La hepatitis existió o fue un bulo para tapar cosas?

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  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @TONGO7

    Hombre, pues no sé. Él estuvo de baja "por hepatitis". Mis fuentes no llegan tan lejos como para saber si la tuvo realmente o no.

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  • Tongo7 11 diciembre, 2013

    Se hablaba que la blanca mujer ya le atacó entonces y que se escondió tras esa hepatitis. Él siempre ha reconocido que todo empezo en Barcelona (Julio Alberto & CO), pero no se si es un bulo o es verídico. Tb dicen que esa fue la razón de Nuñez para darle puerta.

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  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @TONGO7

    Sí, que Diego empezó con la coca en Barcelona lo reconoce él mismo. No sé si ambas cosas están relacionadas o no. Hay mil problemas de Maradona en Barcelona: desde lesiones y enfermedades, a problemas con Núñez, los entrenadores…imagino que, al final, será una mezcla de todo.

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  • Tongo7 11 diciembre, 2013

    y es curioso que es vender a Maradona y el Barca gana la liga que no ganaba desde hacía 11 años. Cosas de la vida, entonces era el equipo de las copas, y recopas en Basilea y demás.

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  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @TONGO7

    Ya te digo. Cambia a Maradona por Archibald y ¡bingo!. Vaya genio Venables.

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  • @DavidLeonRon 11 diciembre, 2013

    @Tongo7

    "es curioso que es vender a Maradona y el Barca gana la liga que no ganaba desde hacía 11 años"

    Y al año siguiente, final de Copa de Europa:p

    De todas maneras, entre Maradona y el Barcelona de la época cada vez tengo más claro que no podía haber feeling. Estaban muy lejos uno del otro. Y eso que deportivamente la etapa de Diego en Cataluña no puede juzgarse sin entrar a valorar sus reiterados periodos de baja.

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  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    Por cierto, espero que quedase claro que, si bien Diego fue la pieza clave e insustituible de la ecuación, la leyenda de que jugaba con paquetes es eso, una leyenda.

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  • @DavidLeonRon 11 diciembre, 2013

    @Vilariño

    Raro que tardases tanto en decirloxD

    Aquí siempre he diferenciado el primer Scudetto de lo que vino luego. A finales de los 80 el Nápoles ya era un equipo prestigioso. Pero cuando volvió de México 86 y le dio el primer título al club… ahí Diego aún estaba arrastrando el modo leyenda.

    Solo hay que ver la primera jornada de esa Serie A 86-87. 0-1 venció el Nápoles en campo del Brescia con este golazo de Diego: http://www.youtube.com/watch?v=_LCExkqwHz0

    Seguía on fire.

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  • Vilariño 11 diciembre, 2013

    @DavidLeon

    Le duró el subidón un año entero jaja.

    En Twitter diríamos que se la sacó en México y ya no la guardó más 😛

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  • Imanol Pmp 12 diciembre, 2013

    Brutal el artículo. Mis felicitaciones para Vilariño, lo he disfrutado como un chiquillo

    Respond
  • @DavidLeonRon 12 diciembre, 2013

    @Vilariño

    "Le duró el subidón un año entero jaja"

    No es tan diferente de lo que vivieron Xavi, Iniesta, Puyol y compañía tras la Eurocopa 2008. El nivel más excitante de Xavi e Iniesta (no digo mejor pero sí más vibrante) fueron los tres meses posteriores a ganar la Euro, temporada saldada con Triplete. Ganar ayuda a ganar si tu cuerpo está a la altura. Estos casos lo demuestran.

    Respond
  • Vilariño 12 diciembre, 2013

    @DavidLeon

    No dudes que ganar es la mejor sustancia dopante que existe.

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  • @pittiseverini 13 diciembre, 2013

    Excelente, me pone la piel de gallina todo lo que sea referido al Dié.

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