
El pasado 21 de noviembre dedicamos un artículo en Ecos a la figura de Luis Suárez. El texto, firmado por nuestro compañero Miguel Quintana, relataba con precisión la carrera del delantero uruguayo, haciendo especial hincapié en su historia con la Selección pero sin dejar de lado su trayectoria a nivel de clubes. Por ello se hace innecesario contar cómo hemos llegado hasta aquí. Son las proezas recientes, las que hoy vivimos –24 goles en 13 partidos–, las que nos obligan a dar el último paso: descubrir cómo juega el futbolista que anda reventando la Premier como hacía tiempo que no pasaba.
Antes de entrar en materia debemos matizar un par de cuestiones. Luis Suárez es un jugador tremendamente difícil de analizar en estos momentos. Su estado de forma es tal que te lleva a preguntarte si lo que estás viendo es real y definitivo. Gestas antinaturales como regatear a cinco adversarios a trompicones y mirando al suelo están a la orden del día. No obstante, esos detalles tampoco son algo casual. En Luis Suárez hay mucho (muchísimo) de autorrealización. El charrúa vive al máximo cada pelota, sin excepción, todas y cada una de ellas, y esa sensación de “derrotar al azar” forma parte de su calidad. El “7 red” se ha impuesto a sus limitaciones y su relevancia sobre el césped ya es total, a pesar de ciertos pases mordidos, algunos remates poco estéticos o decisiones dignas de un inconsciente.
El otro puntito “polémico” tiene que ver con la personalidad del uruguayo dentro del terreno de juego. Si su actitud salvaje le conduce a logros imposibles, esa aceleración mental le lleva también a perder el control en ocasiones. Consideramos que este aspecto ha de entrar en el texto, pues no deja de ser una característica más del jugador. Lo que le impulsa a no rendirse nunca es lo mismo que le genera problemas con el reglamento. Luis Suárez es ese todo y debe ser incluido en este desglose.
Luis Suárez afronta el juego y la competición desde una intensidad extraña y muy poco frecuente
A lo largo de la temporada, Luis Suárez ha afrontado dos realidades tácticas en el Liverpool. La primera, en compañía de Sturridge, delantero como él y con el que compartía labores. La segunda variante llegó tras la lesión del inglés. Ahí Luisito pasó a jugar más en solitario, ejerciendo como punta de referencia. Estas dos disposiciones nos servirán de excusa para abordar todas las cualidades de un atacante muy completo.
Siendo el único “9”, los periodos de Luis Suárez con la pelota se reducen y su fútbol tiene algo más que ver con el espacio. De entrada, el ex del Ajax comienza las jugadas en posición de ariete (foto de la derecha) y es menos común verle bajar. El Liverpool cambió un delantero por otro centrocampista y por tanto Suárez tiene menos presencia atrás. Esta soledad activa de inmediato dos conceptos fundamentales: su movilidad hacia los lados y su “complejo de héroe”. Esto último es una de las cosas que más motivan a Luisito; el saber que le necesitan, por ejemplo, para que recoja un pelotazo y saque a su equipo de atrás. Suárez, en efecto, es un buen receptor de juego directo (foto de abajo a la izquierda). Pese a no ser una torre ni un futbolista ancho, sus defensas saben que un envío en largo a su zona no es perder la bola (Secuencia Completa). Puede peinar el balón –sobre todo si está Sturridge para correr a la prolongación– o pelear contra un batallón de zagueros, irritados y a menudo errados (Foto) por esa mosca cojonera que nunca se cansa y siempre lo intenta (Foto). Sin embargo, hay veces que ese “sacar a su equipo” no puede (tampoco se debe) hacerse a través de un melonazo. Ahí Luis lee las urgencias del colectivo y retrasa su posición para servir de apoyo en el contragolpe (foto de abajo a la derecha). Estamos ante uno de sus acciones más emotivas. Por ágil y talentoso que sea el central que lo marque, anticiparse ahí a Suárez es imposible. De hecho, es muy poco recomendable intentarlo, pues aguantando de espaldas cada vez es mejor (Foto) y su giro es una locura, pura elasticidad (Foto). Y si tiene que descargar a un toque a máxima velocidad, tampoco falla (Foto). Lo dicho: en esas es imbatible.
Luis Suárez, sobre todo si juega solo en punta, disfruta sintiéndose un superhéroe para el Liverpool
Las caídas a banda son la otra habilidad del Luis Suárez más relacionado con los espacios. Lo más llamativo de este apartado es que flota con acierto por los dos lados; lo mismo va a la derecha (Foto de la izquierda) que se acuesta en la izquierda. En otras palabras: es profundo en ambos carriles. Claro, como diestro que es, está más capacitado para hacer cosas individuales en la izquierda. Ahí tira de su potente primer paso y de la facilidad para prolongar esfuerzos –concepto clave que más tarde desarrollaremos– y es capaz de completar diagonales de gol (Secuencia Completa). Y si hay que hacer la pausa y esperar al lateral que dobla, también resuelve bien (Foto de abajo a la izquierda). En general, su mejora en todos los aspectos derivados del “esperar y soltar” es enorme. Puede fallar técnicamente pero no por lectura de juego. En el costado derecho esa tendencia asociativa la mantiene (Foto), aunque sufre más a la hora de desbordar hacia fuera. Si en la izquierda con frecuencia gana línea de fondo (Foto), en la derecha lo intenta (Foto) pero no es tan incisivo. A cambio, suele sacarse centros con el exterior que sorprenden y hacen daño (Foto). Como cierre a este bloque vinculado al “movimiento” nos queda el tema de los desmarques al hueco y la lectura de los espacios. Aquí puede haber debate. Luis mantiene intacta su solidaridad. Si tiene que ir a un sitio por el bien de la jugada, lo hará (Foto), aunque la recompensa no sea gran cosa. Aclarado esto, se percibe un minimísimo descenso en el número de rupturas entre centrales. El “gol al Newcastle” digamos que lo busca menos. ¿A qué puede deberse? Por un lado, su crecimiento futbolístico le tiene más pendiente de “jugar” que antes. Después de todo, un desmarque entre centrales se hace única y exclusivamente para definir. Además, el estilo Brendan Rodgers está cada vez más asentado en Anfield y ese tipo de jugadas (Foto) se han ido esparciendo. Esto no quiere decir que Luis Suárez se mueva peor. Nada más lejos de la realidad. El uruguayo sabe colocar en ventaja al compañero con un arrastre (foto de abajo a la derecha) o dejando pasar la pelota (Foto). Luisito tiene presente la ubicación del amigo más cercano y se mueve con el fin de beneficiarle. Una maravilla.
A su movilidad frenética, Suárez ha sumado un puntito de reflexión que le ha hecho crecer como punta
Pese al incuestionable peligro de nuestro protagonista a la hora de moverse, el cambio principal de Suárez viene dado por cómo recibe la pelota y los réditos que saca de esas recepciones. Hemos venido contando el crecimiento del jugador en términos de pausa y asociación. Como decíamos al principio, ha sido al lado de Sturridge cuando se ha visto al Suárez más “creador”, el que bajaba más al círculo central a pedirla y jugarla (Foto), casi siempre escoradito a la derecha (Foto). A veces, gozar de espacios atrás le dejaba en bandeja la posibilidad del slalom, un recurso importante con el que romper presiones (Foto). En cualquier caso no debemos caer en el error; Luis Suárez “no es Messi”. Sus ayudas en la medular son puntuales. Lo bestial de este hombre está en otro lado. Concretamente, en su juego entre líneas.
Debemos insistir para que quede claro. Luis Suárez no es, ni siquiera hoy, una completa eminencia técnica. La finura de los monstruos del pase (véanse Ibrahimovic, Benzema, etc) no la tiene. No se equivoca eligiendo pero si ejecutando, algo normal en alguien que se mueve a esa velocidad… y por esas zonas. Estamos llegando al que es sin duda el gran poder de Suárez: su capacidad de infiltrarse entre líneas. Como si de un mediocampista se tratase, Luis se esconde en cualquier rincón (no tiene lugares predilectos, flota por todo el ancho) a la espalda del centro del campo y desde ahí recibe y desequilibra. Lo tremendo es que lo mismo te recibe en tres cuartos (Foto de abajo a la derecha) que en la mismísima corona del área (Foto de la derecha). Y por si esto fuera poco, es capaz de enganchar estos balones en movimiento, lo que hace que impedir que la pille sea casi una quimera y que tras contactar con el balón, la defensa rival quede totalmente descolocada y girada, lista para ser ajusticiada por el delantero. Con un tiro (Foto), con un carrerón (¡ojo al golazo!) o con un pase al espacio (Secuencia Completa). Si el contrario intenta juntarse para no dejarle espacio, Suárez busca responder con paredes rápidas e intuitivas (aunque falla si intenta levantar el balón), aun estando muy presionado (Foto). Y si le dejan metros para recibir ya ni hablemos. La clase del uruguayo en estas lides es ideal para castigar un doble pivote que juegue adelantado y no sea muy hábil cerrándose (Ejemplo, City. Yaya-Fernandinho). Además, su potente conducción hace que recuperarle en carrera no sea viable (foto de abajo a la izquierda). De postre, Luisito emplea su invisibilidad para integrarse todavía más en el juego. Así pues, son muchos los apoyos que realiza para cambiar de orientación (en ambos sentidos) y permitir centros desde la banda o simplemente para seguir tocando. En esto es alucinante, pues no es raro verle realizar cuatro o cinco apoyos en la misma jugada. La sensación de que está ahí, de que no te abandona nunca es realmente impactante.
Luis Suárez ha logrado ser un futbolista indetectable pese a su tremenda participación y constancia
El último concepto que ha de ligarse a Luis Suárez es el más peculiar y personal de todos. Se trata de la intensidad y duración de sus jugadas. Básicamente nos referimos a que dentro de una acción hay muchas pequeñas acciones, ejecutadas todas a un ritmo frenético. Para explicarnos mejor, nos apoyaremos en el siguiente soporte visual. En la Foto 1, vemos como Suárez recibe y trata de regatear a un contrario. En la Foto 2, el atacante ha filtrado un pase e iniciado el siguiente movimiento, mientras que en la Foto 3 ya ha logrado posición de remate. Todo en apenas 5 segundos. Una brutalidad. En el otro ejemplo vemos como, tras tirar una pared, Suárez continúa el desmarque con el objetivo de ceder a su compañero. A mil por hora.
En la faceta rematadora, Luisito es un enfermo. Uno de esos locos que se juegan la fractura cada dos por tres y que no hay posición del cuerpo que les eche para atrás (Foto). Pese a no ser un elegido del disparo y la definición, de sus tiros salen golazos. Sus dos golpeos favoritos son con el interior del pie (Ejemplo: Octavos del Mundial 2010, gol a Corea) y cuando el balón le llega en el aire (voleas, etc). De cabeza tampoco va mal y gracias a su salto vertical (Foto) consigue cazar alguna.
¿Y en defensa? Ahí, como no podía ser de otra manera, muerde. Decía Guardiola que el mejor defensor del Barcelona era Messi, pues cuando se proponía robar un balón rara vez no lo lograba, pese a que Leo, obviamente, no era futbolista de grandes esfuerzos. Suárez es eso pero yendo a todas. Luis persigue y forma parte activa de la presión al oponente (Foto). ¿Se podía esperar otra cosa de un hombre que muere en cada pelota dividida? (Foto). Seguramente no. Intensidad y constancia siempre tuvo este hijo de La Celeste. Todo lo demás resulta nuevo. Y sí, hablamos de un MVP de Copa América que la pasada campaña anotó 23 tantos en Premier… pero esto es otra cosa. Necesitamos tiempo para comprobar si Suárez es definitivamente lo que hoy disfrutamos. Si es así, no habrá demasiados como él en el mundo.
@DavidLeonRon 30 diciembre, 2013
Lo dije en Twitter y lo repito aquí: pocos análisis de jugadores me han costado más que este de Suárez. Con pocos (o con ninguno) he debatido más conmigo mismo cada frase del artículo. El motivo para mí es que uno no sabe a ciencia cierta qué es Luis Suárez (que es hoy y qué será mañana). Y no me refiero solo al nivel del jugador sino lo que habrá después de cada toque. Si será una maravilla o será algo imperfecto y mordido.
Sabemos que este chico es una maravilla futbolística, pero no sabemos el grado de esa maravilla.
PD. Y a todo esto, Mourinho lo paró, pero eso va en la ventana de al lado:p