Quizás Jared Borgetti era el más preparado. El más completo, cuanto menos. Aunaba eficacia y una gota de genialidad en la definición que no le ponían a la altura de los de detrás pero sí hacían de él un tipo para porfiar. Los otros atacantes no lo eran. Había currantes como Guille Franco y luego un pequeño grupo de acróbatas que bien podían imaginarse caminando sobre un hilo a diez metros del suelo o metiéndose un pincho por el oído. Algunas cadenas regionales de España habían acercado productos muy particulares de la factoría Televisa, y delanteros como Blanco «El Canguro», el «Bofo» Bautista y Nery Castillo, muy fantasiosos, parecían salidos de las plumas de sus guionistas. Con ellos, a Márquez, Osorio y Salcido se les pasó la hora.
Nery sólo caló en OlympiakosCon lo de fantasioso no se busca hacer de menos; de hecho el «Bofo», por ejemplo, habría aportado bastante en muchos equipos europeos de habérselo tomado en serio. Su problema fue exigir ese asterisco. «De tomárselo en serio», «de mantener una forma física», «de adaptarse a otra cultura» o, más futbolístico, «de lograr que sus habilidades resulten productivas con mayor regularidad». El que más expectativa generó al respecto fue Nery Castillo, sobre todo en el verano de 2007, tras firmar una Copa América, en sensaciones, al nivel de la del entonces joven Leo Messi. El Shakhtar lo fichó a precio de fenómeno. Y duró 5 meses en Ucrania. Desde entonces no ha levantado cabeza. A nadie satisfizo. Se hundió.
Sacar algo bueno de Nery Castillo será un gran reto para Paco.
Nery Castillo era, por encima de cualquier otra cosa, muy hábil. Era un regateador consumado, un punta con el casi extinto don de burrear a cualquier adversario y con la velocidad suficiente para que ése no pudiese recuperarle la posición. Además, delante del portero, sin ser ni mucho menos heredero de la sangre de su compatriota Hugo, no se le hacía de noche; técnicamente respondía y pachorra le sobraba. En el Olympiakos, su club desde los 16 años, había promediado un gol por cada tres partidos. La mezcla Regate + Resolución entra tanto por los ojos que en su momento no permitió ver las deficiencias del futbolista, por serias que fuesen. En cualquier caso, el mejor Castillo para el Rayo no solo sería fantástico, sino que también sería coherente. Paco Jémez tiene la facultad de crear sistemas que generan mucho espacio a sus puntas, amén de bastantes 1 vs 1 para sus dribladores. Y, cómo no, guarda la fórmula de la milagrosa Vitamina Paco, que une, ilusiona y enaltece a sus jugadores. Quién sabe, lo mismo lo rescata. Aunque le va a costar. Resurrecciones tras 6 años malos se han visto pocas.
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Kurono 11 julio, 2013
Una gota de genialidad en la definición: http://www.youtube.com/watch?v=4lKne7ArLDsU