Lo es ya para algunos y puede serlo para todos si no hay algo aún más grande que nos esté esperando. Lo es ya para el fútbol español, para la memoria colectiva del aficionado. También para nuestra cultura, pues el balón hace mucho tiempo que gravita junto a un libro, una canción, un cuadro o una butaca. Seguramente sea muchísimo más que eso porque la fuerza que brota del fútbol no tiene semejanza. Cerca queda de una melodía como la manera de generar más emoción que ninguna otra. En nuestra cultura, para bien o para menos bien, de nada depende nuestro estado emocional como de determinados momentos futbolísticos. Por eso fue la noche. Y puede serlo para todos si mañana y las futuras semifinales no son capaces de montar algo parecido. Puede ser la noche de esta Copa de Europa, con el artículo determinado que define un momento concreto; tan oscura y tan atractiva. Cuando la luz se pone, todo es trascendente y nace un mayor deseo de recordar.
La aventura del Málaga se escribió en su última página con una mezcla difícil de adjetivar visto su desenlace. En los comienzos, Pellegrini emplazó a Camacho y Sergio Sánchez en lugar de los sancionados Iturra y Weligton, mandó a Joaquín a la punta de ataque junto a JulioEl Málaga negaba la recepción a Gundogan, lo que atascaba la salida del Dortmund Baptista (notable) y colocó a Duda junto a Toulalan y el mencionado exatlético. La zancada, la ruptura y la gestión de los carriles exteriores es lo que ha descubierto la mejor versión del Joaquín delantero, de ahí el acierto. Por dentro, una inteligente ocupación del ancho, invitando a que Gündogan dejara el orgullo, diera por perdida la primera razón táctica del encuentro y tuviera que iniciar desde la primera línea. Si el turco-alemán bajaba el peldaño, ese escalón vacío solicitaba a Götze otro paso atrás, arrastrando la lógica que quiere aplicar el ataque estático de Klopp. En los primeros 15’, el turco-alemán decidió no bajar, y Santana y Subotic no se atrevieron a rifarla sobre Lewandowski, que más que una lotería es como un aval, decidiendo iniciar por fuera, donde perder la pelota sale más barato. El míster germano, sin Hummels, estaba saliendo a deberle a Pellegrini, ganador de la primera parte. Sobre el césped, nadie tuvo que deberle a nadie, porque el Dortmund es mejor equipo y aún llegando a vestuarios eliminado, no le perdió la cara al encuentro; ni mucho menos el Málaga, que tuvo en Demichelis el sostén en cada límite.
Pellegrini planteó mejor los inicios. El Málaga estaba en semifinales de la Copa de Europa.
Rondando el 70’, los visitantes estaban clasificados y tuvieron la más clara de la segunda parte hasta ese momento: el cabezazo de Joaquín. El portuense acudió donde todos le esperábamos, emergiendo indefendible por el costado y activando el área como se desconocía en sus etapas anteriores. El Dortmund seguíaCaballero protagonizó los últimos minutos del partido, convirtiéndose en casi inexpugnable, sin demasiada continuidad, compitiendo y goteando fútbol del que echa al traste cualquier planteamiento. Amparado por un templo descomunal, despejó el miedo de los primeros compases y ayudado por la dirección de su entrenador, dando entrada a Sahin y Schieber, cambió su momentánea vestimenta de víctima por lo que parecía el definitivo traje de verdugo. Con Bender al borde de la expulsión, saltó Nuri para crear un nuevo contexto. Gündogan a la altura de Götze, su compatriota de mediocentro y Schieber para cargar furtivamente la zona Caballero. Esa zona que tuvo diez minutos de efecto fuego sobre el espectador. Como si no pudiéramos dejar de mirar ese rectángulo de castigo, se citó el balón para definir a dos extraordinarios equipos. El vértigo y la claridad, paradójicos compañeros que deben su relación al fútbol actual, llamados por la jerarquía y exquisitez de Lewandowski y el talento genial de Mario Götze (¿recuerdan un alemán más depurado que el potencial de este chico?), definiendo lo que es el Dortmund, la instántanea y original manera de moverse y desmarcarse. Con el balón ardiendo, de lleno rodeado del fuego de la zona Caballero, salió el propio Wilfredo a desafiar a tu retina. Le paró una monstruosa a Reus y después la que no existe. La que, entre otras muchas cosas y la más primordial, define a la noche. De esas que valen bustos en el paseo marítimo. Wilfredo.
La UEFA Champions League volvió a desafiarlo todo. Fue monumental.
Pero el partido seguía y el Dortmund pareció saberse ajusticiado por el particular proceder de esta competición, que pasa la patata en cuanto se perdona la definitiva. El ímpetu local fue tal que cada fallo tenía que salir por algún lado. Sin Bender y con Sahin ya instalado en campo rivalIsco volvió a aparecer y resultar decisivo, pero el destino le guardaba al Málaga otro final, se levantó Isco para completar diez minutos de los que van añadiendo euros a su cotización. Parecía que estaba esperando a que Willy se hiciera de bronce para que sus piernas y su espíritu interpretaran todo hacia la victoria. Cogió la pelota, la acarició varias veces y Eliseu puso un 1-2 que permaneció así hasta el minuto 91, es decir, hasta… el minuto 91. A partir de ahí, el balón fue trance y el fútbol fue la noche. Reus primero y Santana después clasificaron a un equipo soberbio, a un Borussia Dortmund que desde la fase de grupos presentó candidatura, aún manejando una mayor presión por los resultados en Copa y Bundesliga; un conjunto que lo tiene todo para enamorar: velocidad, talento, control, juventud, entrenador. Será maravilloso seguir disfrutando de su núcleo de jugadores, élite total en sus respectivas posiciones. Y la Sudtribune.
Estupefacto, en el desenlace de esa última página de su mencionada aventura, quedó el plantel de Manuel Pellegrini, entrenador que ha vuelto a construir un equipo de grandes jugadores, que puede sonar a lo que no es: fácil. Sin ser dueño de muchos de los movimientos e incertidumbres que gobernaban la entidad, se la jugó a competir, que en nuestro diario y manido diccionario semántico, no es lo mismo que jugar. Dejó un poco la literatura para ser pantalla grande y plasmar en imagen y sonido un equipo de raza, indesmayable, definido en la figura de Toulalan, el Micho argentino o el querídisimo Weligton. Se apoyó defensivamente en la fiabilidad de melenas y canas para entregar su suerte a los genios del equipo, nacidos o vestidos para tal. Isco y Joaquín dejaron patente que tenían suficiente credibilidad para con el más dudoso (aquel Do Dragao…) y cayeron de pie brillantemente. Tras diez partidos viajando por el continente y construyendo una nueva Rosaleda, mucho se debió al guardameta. Una suerte de milagro en una época de incrédulos que dan ganas de seguir dudando de si Wilfredo Caballero es de nuestra especie. La memoria. La noche.
Matías 10 abril, 2013
El libro "Dinámica de lo impensado" de Panzeri se queda corto para explicar (o intentarlo por lo menos) lo que ocurrió en este partido. El fútbol necesitó dos minutos para cambiar totalmente una historia que parecía escrita y publicada. En dos minutos la felicidad de un triunfo histórico se puede transformar en la tristeza más cruel.
Pellegrini Joaquín, Isco y Willy también se merecían una semifinal, sobretodo este último. Vaya atajadas antológicas. Deberían hacerle un monumento para cada mano. Una pena por el Málaga. Las imágenes de los jugadores fueron muy duras. Pero ellos y sus hinchas deben estar muy orgullosos de lo echo esta temporada. La Champions quita y da. Ojalá tengan otra posibilidad.
Por cierto, que tema de Pellegrini en la Champions. Dos actuaciones soberbias con dos equipos que hicieron historia llegando a dicha instancia, pero que pudieron haber llegado todavía más lejos y, por un par de detalles, no lo consiguieron.