La verdadera leyenda del tiempo | Ecos del Balón

La verdadera leyenda del tiempo


Todo tiene que ver con el tiempo. Con la habilidad del Barça para sugerir un juego de paciencia en la era de la prisa. Porque para ganar a este equipo debes esperar. Esperar a que decidan darte la opción de quitarles el balón. Esperar para poder pasar al ataque. Esperar una mala tarde que les haga más accesibles. Tanta espera genera ansiedad, y te hace demasiado sensible a cualquier detalle negativo. Una ocasión fallada, una tarjeta amarilla, un error defensivo. Cualquier cosita implica esperar el doble, y ya no te dará tiempo. Curiosamente, la Liga Española superó este conjuro. Quizá, desde la resignación. Betis, Athletic, Espanyol… empezaron a competir tras asumir el error como algo inevitable. Dejó de perseguirse el planteamiento impenetrable y pasaron a buscarle las cosquillas, que es algo mucho más sencillo y divertido. Así encontraron enfrente al mejor del mundo, en lugar de a la Leyenda del Tiempo. Y los detalles por fin perdieron peso. Ahora bien, su gran rival, el Real Madrid, no puede asumir el error. Se juega títulos, un cetro añorado, y ahí el fallo no cabe. Su idiosincrasia le condena a sufrir esperando. Pese a tener a Ronaldo y a Mourinho, que volvió a plantear una propuesta interesante.

Optó por un 4-3-3 de concepto similar al del primer partido del Play Off de la temporada pasada. Es decir, no hubo presión. El Madrid replegóXabi, Pepe y Lass superaron a sus pares en la primera parte hacia su propio campo y volvió a pasar de los centrales y Busquets, iniciando la actividad defensiva a la altura de Xavi y Cesc. Lo más reseñable fue el comportamiento del triángulo conformado, de derecha a izquierda, por Alonso, Pepe y Lass. Quien defendía el carril de salida del Barça adelantaba su posición casi a la altura de Higuaín para frenar el avance, mientras los otros dos cerraban. Y una vez el Barça batía línea, algo que no le resultaba nada fácil, se ponían sobre el mismo eje horizontal desplazando a Lassana al lado izquierdo, el de las recepciones de Xavi, Messi, Alexis y Alves. Lo cierto es que la primera mitad de Xabi, Pepe y Lass fue buenísima. Marcaron el choque.

Aunque tampoco se puede decir que contuviesen todo el caudal ofensivo del «3-4-3″ azulgrana. En primer lugar, Busquets, nefasto en el Play Off, completó un muy buen partido en los apoyos por delante de la línea del balón. Generó líneas de pase que agilizaron el juego y ayudaron a que el Madrid basculara hacia el lado de Lass. Una vez en ese punto, el cambio de orientación hacia Iniesta, muy abierto sobre su izquierda, generó bastante inquietud en el Real, pese a que Altintop cumplió bastante bien en labores defensivas. Y de forma más independiente, casi ajena al resto del discurso, quedaba Alexis, que volvió a ganar la partida a la defensa merengue. Sus movimientos maltrataron a una línea de 4 inédita que nunca encontró el equilibrio manejando el fuera de juego. Los errores individuales se sucedían uno tras otro, de forma, quizá, inevitable. Al fin y al cabo, como se ha dicho, era la primera vez que jugaban juntos.

El Barça en transición defensiva solo tuvo conflictos individuales. Colectivamente el Madrid no tenía un plan definido.

Si no se ha hablado de la transición ofensiva del Real es porque ésta no existió como tal. El Madrid jugó medio partido. El peligro, que existió y de forma seria, fue obra de Cristiano Ronaldo, un futbolista que debería ser más disfrutado, porque es algo impresionante. En la segunda mitad perdió presencia, una vez su equipo volvió a derrumbarse ante el primer golpe. En este caso, un clamoroso error de Pepe a balón parado. El ayer centrocampista fue otro desde entonces. No sólo a nivel disciplinario -que, no lo discutimos, es lo más importante-, sino también a nivel de juego. Comenzó a precipitarse en las presiones y a desequilibrar el triángulo de ajustes que daba resistencia a los suyos. Y el Barça, a bailar. Y bailó más aún tras los desafortunados cambios de Mourinho. En realidad, siempre baila. Por eso el analista debe ser ajeno al juego entre los dos clubes. Se entiende y se respeta la personalidad de entidades legendarias, pero no deben nublar la lectura. Sencillamente, ante este Barcelona, lo normal es perder. Participar en la caza del culpable a estas alturas es un poco absurdo. Mourinho planteó un partido correcto. Su equipo lo ejecutó muy bien hasta que llegó el error, del que tampoco ayer pudo escapar. Y el Barça volvió a ganar, porque es el mejor.


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