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Nunca he visitado el Emirates por dentro. Mi mente se ha negado a ello. Ha habido oportunidades, sí, pero es como si prefiriese seguir anclado en la historia de ese estadio que me ha dado tanto, que posiblemente me ha hecho adorar el fútbol inglés

Sales de «the tube» en el norte de Londres, concretamente en la parada de Arsenal, su profético nombre pronto te sitúa que, llegados a ese punto, sólo hay dos caminos posibles: el pasado y el futuro. A la izquierda el legendario Highbury, a la derecha el moderno Emirates.

«Donde una victoria dota al siguiente día de la luz necesaria para encarar con alegría esa inevitable rutina.» Obviamente, ese lugar es San Mamés, inequívoco centro neuralgico de un sentimiento: el Athletic Club de Bilbao. En La Catedral, todo león se siente protegido por

El sonido ambiente de una final europea es algo verdaderamente especial. El paseo rumbo al estadio por las calles de una ciudad en la que te perderías si los tuyos no te pudieran guiar entre cánticos dedicados al equipo del que estás profunda

«La ciudad de la alegría», como se puede interpretar el nombre de la capital de Rumania, lo será más que nunca cuando hoy miles de aficionados rojiblancos transiten obnubilados por sus sinuosas y empedradas calles antes de la gran final de la Europa League.

Son las 23:00 del 27 de abril y ya es oficial: el Atlético de Madrid disputará la final de la Europa League por segunda vez en tres años. Mientras la adrenalina producto del encuentro se convierte en euforia en el túnel de vestuarios, 2.500 aficionados

El Athletic Club de Bilbao acaba de eliminar de la Europa League al Manchester United en San Mamés. El momento, dulce y glorioso per se, encuentra en la comunión colectiva del público asistente la muestra más bella y pasional de afecto por unos colores.

Adelardo, Manolo Sánchez Delgado, Milinko Pantic, Jose Luis Pérez Caminero, Luiz Pereira, Enrique Collar, Pedro Pablo Matesanz, Germán Burgos, Diego Pablo Simeone… son algunos de los dieciocho nombres que explican

Los grupos de mujeres, elegantes y distinguidas, engalanan cada día la Gran Vía bilbaína. Al tiempo, ese joven mordaz y pizpireta otorga un matiz de modernidad a la bicefalia de una ciudad que se reinventa cada día. Una ciudad que corre y cambia. Una Villa que pasa rápido