Sales de «the tube» en el norte de Londres, concretamente en la parada de Arsenal, su profético nombre pronto te sitúa que, llegados a ese punto, sólo hay dos caminos posibles: el pasado y el futuro. A la izquierda el legendario Highbury, a la derecha el moderno Emirates.
Sales de «the tube» en el norte de Londres, concretamente en la parada de Arsenal, su profético nombre pronto te sitúa que, llegados a ese punto, sólo hay dos caminos posibles: el pasado y el futuro. A la izquierda el legendario Highbury, a la derecha el moderno Emirates. Para bien o para mal, más allá de enamorarte de lo que queda de la fachada donde miles de gunners vieron la temporada perfecta, el tiempo ha hecho que la elección más lógica sea optar por la abrumadora amplitud del nuevo Emirates Stadium. Tanto por fuera, como por dentro…
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Referencias:
http://vimeo.com/rohanbm
http://www.rohanbm.com/
A Night At The Emirates
@PapitoOscar 15 mayo, 2012
Nunca he visitado el Emirates por dentro.
Mi mente se ha negado a ello. Ha habido oportunidades, sí, pero es como si prefiriese seguir anclado en la historia de ese estadio que me ha dado tanto, que posiblemente me ha hecho adorar el fútbol inglés, y, porque no decirlo, tambien querer a un club histórico, diferente como son los gunners.
Highbury es un estadio muy especial, lo sabemos todos los que hemos pasado alguna vez sus tornos.
El cesped se huele, y juraría que la respiración de los jugadores, las indicaciones, el trash talking o al menos los ecos de esos gritos de Tony Adams, todavía retumban en la grada.
Ha sido testigo de una transición futbolística mítica, de grandes figuras, leyendas en el norte de Londres, como David Seaman, Alan Smith, Iain Wright o el mismísimo, Paul Merson.
Luego sí, vio como tenía un equipo literalmente invencible, cuyos nombres todos conocemos, de los que vencen antes de salir del vestuario y una grada orgullosa de ser gunner, de ser tradición y a la vez bandera de un estilo futbolístico que aspiraba, estéticamente, a la perfección.
Como he dicho, me he negado a entrar en el Emirates, un estadio que desde fuera te invita a pasar, a la vez que te intimida con su belleza moderna.
Mientras Highbury se te aparecía de repente al doblar una esquina de cualquiera de esas tiendas de comida en la calle, esa cerveza casi caliente y esos, no tengo ni idea de qué exactamente, pero una especia de tiras como torreznos, grasa pura, rellenar el estomago a golpes, igual que minutos después se rellenaría en la grada tu alma a puñetazos de historia viva de este deporte.