
«Ellos buscaron atacar espacios a la contra y nosotros gente entre líneas, y por eso los dos nos quedamos cortos en otras cuestiones». No es navidad y el fútbol entre los dos grandes de la capital no está para muchos dispendios. Es lo que se desprendió minuto a minuto de su choque, en el que si bien Zinedine Zidane dio continuidad a sus planes de partido como visitante, Diego Pablo Simeone, autor de la cita de apertura, fue más fiel a su manera de afrontar partidos grandes que a la ruta que ha tomado esta temporada para jugar en casa. De este modo, todo fue mucho más medido, con lupa, gafas de ver y mucho cálculo posicional con tal de que nada se desmadrara. El resultado fue propio de lo apostado y producido, pues tan solo un jugador se atrevió a bailar. El derbi fue de Thomas Partey, a modo de consagración, y también por incomparecencia de todo su alrededor.
Simeone y Zidane dieron por bueno no solo el resultado, sino el ritmo y la posición de sus futbolistas
Vitolo y Valverde fueron las principales novedades a nivel de alineación que ofrecieron los técnicos. Con el uruguayo, Zidane buscaba algo más de protección y resistencia ante el rombo rojiblanco (más evolucionado al 4-3-2-1), mientras el canario fue el elegido por el argentino para ocupar la banda izquierda. Una vez echó a rodar la pelota, las sensaciones fueron muy similares en ambos equipos. Empezando por el final, ninguno encontró una fase de asedio, de rozar el gol por rimo y frecuencia. En esta igualdad, en la que Diego Costa no tocó un solo balón dentro del área en los 90 minutos y en la que Oblak salvó con la manopla un gran cabezazo de Benzema, los dos equipos aceptaron el control posicional y el paso de los minutos como una oportunidad para escapar de lo que supondría tener que remontar un resultado adverso: crear ocasiones de valor gol.
Los porqués de esta situación fueron varios. Por partes bien diferenciadas, Atlético de Madrid y Real Madrid encontraron en Thomas Partey y Toni Kroos un faro deslumbrante desde el que negar al rival un robo deseado o una situación de desventaja que influyera en el ánimo general que consiguiera abrir las estructuras de ambos equipos. Mientras ghanés y alemán templaban por pura clase, la pérdida, además, tenía siempre más jugadores por detrás de los que tenía el rival por delante cuando podía recuperar la pelota. Correr se corrió poco y atrás se mantuvo la concentración para una vez jugarse cerca de las frontales, no conceder errores. Porque lo que fue una constante es que se esfumó la creatividad y la agresividad en los metros finales de ambos conjuntos. La gran lectura de la noche.
El partido de Thomas Partey, el mejor con la camiseta del Atlético, eclipsó todo lo demás
En clave blanca, una de las claves estuvo en sus costados, donde las pocas oportunidades que tuvo Bale en el uno contra uno y lo rodeado que estuvo Hazard una vez recibía abierto, y no cerrado, con Nacho subiendo metros, hicieron del ataque blanco uno de esos que depende exclusivamente de una acción individual. Como también ocurrió en la otra acera, la rojiblanca, y fue un detalle clarividente del conservadurismo imperante, es que ningún centrocampista anexo a los mediocentros -Koke, Saúl, Valverde, Kroos- tiro desmarques de arrastre entre central y lateral para favorecer la diagonal de los extremos con balón al pie. Si añadimos que Nacho y Carvajal solo subían cuando la pelota cambiaba de frente, del árbol, así, no caería ningún fruto.
Lo que pasó en el lado opuesto fueron dos cosas. La primero, es que Thomas Partey estuvo tan sumamente por encima de todos los demás, que todas sus acciones se saltaban la construcción horizontal. El ghanés se elevó tan virtuosamente que conectaba con la mediapunta o los extremos (laterales) con una fluidez y acierto prácticamente imposible, haciendo que Koke y Saúl se quedaran sin rol. Thomas, no los necesitó para ir atacando línea por línea blanca. Thomas se lo saltó todo por pura calidad en el envío corto y largo. La segunda, mucho más importante, fue lo poco que forzó y exigió Dego Costa a la zaga blanca. Su ritmo y frecuencia de desmarques fue inexistente y constaron varias oportunidades para arrancar e intimidar pero el descenso de su motor y la falta de confianza en sus músculos resta impacto a sus posibilidades. Hace tiempo que Diego Costa dejó de jugar su propio partido, ese que llenaba de adrenalina toda la escena. Cuando el balón llegó a ambas frontales, la jugada, y el derbí, se quedaron sin dientes.
La segunda parte puso de manifiesto el botín que ambos quisieron guardar
La segunda parte confirmó estas sensaciones, aunque cambiando los papeles. El Atlético decidió bajar sus líneas y defender en campo propio, ya con Lemar, Correa y Llorente en el césped, con Costa arriba, una disposición que de alguna manera dejó sin desenlace, giro de guion, al encuentro. El Madrid tuvo la pelota pero el área muy desocupada, lo que dejó muy inactivo el tramo final, más allá de la consecución de saques de esquina. Para el autoestima, en época de sequía, debieron entender sus entrenadores de cara al estado de ánimo, que un empate a tiempo tiene valor.
Balotelli8 29 septiembre, 2019
Y habrá quien todavía piense que Thomas es un jugador "físico". Menudo recital de pases de 20 metros y cambios de juego a la otra banda ofreció, con esa tensión en el pase y ese efecto que me recordó a la forma de superar líneas desde el pase que vemos todos los domingos a Parejo. Y como comenta Arroyo, cuando tienes a un jugador así puedes prescindir del apoyo en corto de un centrocampista para sumar más efectivos arriba… Cosa que el Cholo no quiso hacer, dejando a Koke y a Saúl sin nada que hacer cuando el Atlético tenía la pelota.
Me gustó mucho la defensa del Cholo, menos "agresiva" en la presión continua, y colocándose por momentos en 5-3-2 con Vitolo cerrando el lateral izquierdo cuando el Madrid tenía la pelota en el sector izquierdo, evitando que Kroos pudiera buscar "su jugada" con el pase largo a Bale. Aún así el Madrid no adaptó un plan más ofensivo ante la cantidad de efectivos que metía Simeone en su propia área; el plan de Zidane fue llevar el balón a las bandas y buscar el centro a Benzemá, rodeado de cinco rojiblancos. Y aún así si no es por Oblak, un plan tan poco ambicioso habría servido a los merengues para salir con tres puntos del Wanda.
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En cualquier caso, este Real Madrid "de mínimos" no deja de ser el que trató de implantar Solari hace un año, y Zidane en su primera etapa, y necesita evolucionar a algo más trabajado, o va a volver a ser excesivamente dependiente de sus individualidades y con muchos problemas para el gol. El Madrid necesita a Hazard entre líneas y no pinchado en la banda como ayer (y para esto hace falta un lateral izquierdo que se asocie bien con el belga) y terminar de apostar por cuál es el papel del interior derecho, que debería ser cargar el área y ofrecer amenaza en la frontal. Los minutos de Modric fueron muy buenos, ofreciendo diagonales hacia los dos costados y generando mucho peligro, pero Zidane tiene que terminar de decantarse por qué rol quiere dar a su tercer centrocampista.
Aún así, y en resumen, un derbi muy de septiembre. Seguramente dentro de tres meses habría sido un partido radicalmente distinto.