Nada en los equipos de Unai Emery es casualidad. El proyecto que el técnico vasco ha comenzado a construir en el Emirates respira el estilo y la cadencia que se espera de un equipo entrenado por él. El Arsenal llega a la final de Bakú con las opciones intactas para que su entrenador explote las características que más sobresalen en su libreto. Con problemas de equilibrio en el día a día, Emery y sus jugadores saltarán esta noche al césped con la posibilidad de vestirse de negro o blanco sobre el tablero con la ductilidad de quien prepara su retaguardia con mano diestra y dispone de una batería de recursos ofensivos que le permiten generar ocasiones de calidad sin necesidad de asegurarse una gran cantidad de ellas. Emery, a doble partido o en una final siempre tiene con qué responder.
En el juego de sombras que le ha otorgado su estatus en las finales, Emery hace de las negras una ventaja sobre el tablero
Conocedor de las posibilidades, de primer nivel, que le han concedido su trío atacante, con Özil de ’10’ y su doble punta, líquida, ágil y precisa, Aubameyang y Lacazette, el plan de partido no debería tener muchos secretos para el de Hondarribia. Sobre todo porque lo que tendrá que asegurar es defender en campo propio y favorecer las ocasiones más claras del encuentro, no las más numerosas, para sus dos bayonetas. Y ahí entra Eden Hazard, el mejor futbolista de la final. Entre la asumida iniciativa de Maurizio Sarri, que buscará un escenario de control en un partido ya de por sí condicionante en lo emocional, y el constante desequilibrio del belga tras su primer regate, el Arsenal no debería permitirse mucha exposición ni presión sobre el centro del campo ‘blue’, de por sí poco creativo. Una defensa en línea, paciente, que sepa detectar la intervención del ’10’ de Sarri y sus movimientos posteriores, escalonados y favoreciendo las ayudas por número, retrasando últimos pases y demandando en el crack belga una posición más intermedia para sacar limpias las jugadas le concede a Emery una visión más clara de cómo enfocar sus esfuerzos para después atacar espacios.
Emery, en entrevista con ‘El Mundo': «Depende. Quiero que seamos un equipo camaleónico, capaces de jugar en posesión, en ataque estático frente a rivales cerrados, o de contraatacar. Para lo primero nos viene muy bien Özil, que tiene la virtud de descubrir espacios. Para lo segundo, Aubameyang. En la medida en la que seamos capaces de combinarlo, creceremos.»
Una de las decisiones más relevantes que ha tomado Emery en Londres es modificar su sistema hasta el punto de relacionar todo el talento ofensivo que dispone. El clásico e inamovible 4-2-3-1 del español ha tenido que pregutnarse hasta qué punto era aconsejable anteponer el dibujo a las individualidades, lo que hubiese llevado a elegir entre dos delanteros centro que, como se ha demostrado, eran perfectamente compatibles. Esa gestión de los recursos, más la calidad de Özil para seguir ocupando la mediapunta y no partir desde una banda como en momentos del pasado en el Arsenal, conllevaba una serie de medidas que debían replantear las piezas y los roles relacionados con la amplitud -carrileros como única opción- y la defensa de tres centrales para sujetar el balance defensivo. Perdiendo la simetría defensiva y potenciando el juego de tres jugadores liberados de tareas defensivas, el orden defensivo fue más complicado -51 goles en Premier-. A cambio, una intimidación espectacular tras robo y una defensa del carril central como fortaleza defensiva para la posterior transición.
«Hazard es un jugador de instantes, pero instantes determinantes. Es lo que hemos de evitar. El Chelsea es capaz de ganar gracias a ellos, y esa capacidad sólo la he visto en Messi, Cristiano, Neymar o Salah. Para mí, está en el quinteto de los mejores del mundo.»
Aquí está por tanto, el arma de doble filo para Unai Emery: su defensa del espacio reducido en un sistema asimétrico como vía necesaria para que sus atacantes puedan actuar y no pensar. Obligado por la presencia de Hazard y como paso previo a un contragolpe que no tiene antídotos individuales en la defensa de Sarri -falta de correctores y necesidad de ventajas posicionales para presionar arriba-, la final se puede decidir en la capacidad para ajustar todo lo que genere el desborde de Hazard. Esa falta de simetría defensiva puede llevar al Arsenal a invertir esfuerzos en no desguarnecer su centro del campo, ubicando a uno de su tres hombres de ataque en un costado en ciertas fases del encuentro -presumiblemente Özil-. En ausencia de Ramsey y Mkhytarian, llegadores dentro del sistema, la transición podría darle mucha relevancia al carril exterior, descolgándose Maitland-Niles para iniciar un contragolpe que condicione la posesión del Chelsea. Emery, que históricamente ha reforzado los costados para activar las trampas que le concedan transiciones vertiginosas tendrá que decidir cómo pertrecharse ante el crack de la final para que sean los suyos los que levanten la copa.
AArroyer 29 mayo, 2019
No le ha quedado más remedio, con buen criterio, a Emery que potenciar a sus tres cracks, habilitando un dibujo que nunca había utilizado como plan principal. Aunque ha alternado con línea de cuatro, el 3-4-1-2 obedece a un trío que, viendo la durísima competencia por una cuarta plaza en Premier y que son hiperdeterminantes arriba, le han llevado hasta aquí.
Mi duda hoy es cómo va a defender a Hazard, porque es lo suficientemente bueno como para olvidarse del ida y vuelta y el intercambio de ataques con tal de minimizar al belga. Sobre todo porque cerrándose atrás no se aleja de la ocasión de gol a favor.