
Nunca habíamos visto a Alemania caer eliminada en la fase de grupos de un Mundial. Sólo una vez, antes de la Segunda Guerra Mundial, y bajo un contexto político muy delicado, la selección alemana había sido eliminada en la primera fase de un campeonato del Mundo. Fue tras la anexión de Austria a manos de Adolf Hitler, y con la participación de futbolistas austriacos en un combinado que carecía de motivación y unidad, según cuentan las crónicas, de modo que el precedente es tan lejano como distorsionado. No hay duda: lo vivido después de que el colegiado señalase el final del encuentro entre la República de Corea y Alemania en Rusia 2018 fue absolutamente histórico.
El propio Joachim Löw, al término del duelo, no fue capaz de articular palabra. “No puedo pensar con claridad si seguiré siendo el técnico después de esto”. El técnico, que no olvidemos, se trata de uno de los pilares indiscutibles sobre los que se ha asentado el cambio de paradigma del fútbol alemán en la última década, estaba absolutamente petrificado. Porque una cosa es cierta: Alemania había cambiado su registro desde el fútbol base, lo que repercutió en el éxito de Brasil 2014, pero antes de aquello, la ‘Mannschaft’ siempre había competido. Desde el físico, el pundonor, la técnica o la velocidad, pero históricamente nunca había hincado la rodilla de forma tan sorprendente.
La actuación de Alemania en Rusia 2018 queda en la historia del fútbol
Quizás lo más llamativo es que, desde los amistosos previos, la configuración del plan de juego alemán estaba haciendo aguas. Fue algo que Juan Carlos Osorio olió de forma precisa, y su plan de juego ante la vigente campeona destapó las miserias del cuadro germano. El 4-2-3-1 diseñado por Löw mantenía la idea de cargar con mucha gente el área rival, pero todo parecía demasiado precipitado, sobre todo desde el acompañante de Toni Kroos. Sami Khedira era el hombre elegido por Joachim Löw, y el jugador de la Juventus tenía la orden de rellenar la zona de remate de forma constante. Con Müller, un delantero escorado en banda derecha, y dos jugadores de tendencia interior como Özil y Draxler para completar el ataque, los laterales fijaban su posición arriba y la premura con la que el equipo enviaba la pelota a la última línea provocó que Alemania quedase realmente expuesta en su transición defensiva.
No puede decirse que Löw no intentase atajar el problema. En la segunda jornada con la inclusión de un Rudy que acabó lesionado, aunque el cambio de plan no pudo medirse después del 0-1 de Suecia y de la desesperación germana, y se palpó de forma más concreta en el tercer encuentro ante la República de Corea, donde sí dio la sensación de que el técnico buscó un posicionamiento desde la salida de balón mucho más enfocado a abarcar más metros en la transición defensiva, y a intentar que Toni Kroos no ‘se comiera el marrón’ en cada pérdida de pelota sin finalizar jugada. Lo cierto es que, sobre todo durante la primera parte y mientras los ánimos aún se mantenían calmados, los despliegues coreanos estuvieron mucho mejor controlados.
La nueva ubicación de las piezas en Alemania nacía de una posición más axial de Hummels, que ocupaba el carril central para dar los primeros pases. Con Süle -que se vio obligado a entrar en el terreno de juego por la expulsión de Boateng- más abierto sobre el perfil derecho, y Toni Kroos en esa zona del lateral izquierdo que ocupa de forma sistemática en el Real Madrid. Para completar, Khedira, en lugar de ganar altura desde el primer momento, fijaba su lugar en la posición de pivote, mientras que Hector por izquierda y Kimmich por derecha se ubicaban en una altura intermedia que provocaba una red de seguridad mucho más amplia.
Las prisas del Mundial obligaron a Löw a deshacer una modificación que en otro contexto podría haber tenido continuidad
Sin embargo, la teoría de la manta corta apareció inmediatamente, y la espesura en el último tercio fue una constante. Una de las cuestiones más llamativas fue la posición de Leon Goretzka, que quedó ubicado como extremo derecho. Con su alineación, podía esperarse que Löw introdujera un futbolista más por dentro, pero realmente hizo lo mismo que venía haciendo Thomas Müller: arrancar de derecha para buscar rellenar el área, pero sin tener presencia en la circulación. Con Özil como enganche y Reus partiendo de izquierda, de nuevo Alemania tuvo una clara tendencia interior en su zona de tres cuartos, y los esfuerzos de Werner por estirar al equipo, partiendo de nuevo de posición de nueve, fueron insuficientes.
La espesura en campo rival dio paso a la ansiedad, y ésta abrió de nuevo la caja de las miserias que Alemania ha venido arrastrando desde la pizarra de forma sistemática en este Mundial. Löw esperó sólo 15 minutos de segunda mitad, y las entradas de Mario Gómez por Khedira y de Müller por Goretzka volvieron a dejar a Toni Kroos absolutamente vendido. Enfrente, un rival con una capacidad de contragolpe fantástica, sobre todo gracias al tremendo argumento que es la velocidad de Son Heung-min, intimidaba de forma constante. A los asiáticos sólo les faltó un punto de acierto para mandar antes a la lona a una Alemania que acumuló delanteros, pero que obtuvo como único resultado arriesgar con entregas más verticales y delicadas, que la hicieron correr hacia la portería de Neuer una y otra vez. Una eliminación sorprendente por histórica, pero coherente basándonos en lo ocurrido sobre el terreno de juego.
Ricardo 28 junio, 2018
Increíble Mundial por ahora. Lo de Italia fue la antesala, la eliminación de Alemania es la confimación de un Mundial que pinta muy bueno.
Una pena por Alemania, pero no se puede dcir que han sido eliminados injustamente. Muchos jugadores no están en el mejor momento físico y el plan de juego ha tenido varios defectos que, cuando parecía tener una solución, la desesperación por el pase los hizo abandonar la cautela y optar ir al ataque con un Kroos abandonado, más víctima que causa del desastroso sistema de transición ataque / defensa alemán.