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Su imponente figura le delata y su rostro lo confirma: Gianluigi Donnarumma es un elegido. Ya cuando militaba en las inferiores del Napoli Castellamare, club en el que se formó junto a su hermano Antonio, los rivales tenían la costumbre de solicitar la típica revisión de fichas en la que se intenta comprobar que el mejor del otro equipo, que suele ser también el más grande, cumple con la edad exigida. La cuestión es que Donnarumma no sólo cumplía con la ley, sino que para colmo tenía un par de años menos.
Esta anécdota que le contaba Ciro Amure a Eleonora Giovio ilustra de manera perfecta el asombro que supone toparte con Gianluigi Donnarumma. Porque no sólo son los 196 centímetros de altura, los 90 kilos de peso y los kilómetros que debe medir su espalda, sino que lo que en realidad impacta son su confiada sonrisa y su ambiciosa mirada. Esa mezcla perfecta que no sólo evidencia lo bueno que se sabe Donnarumma, sino que también logra convencer al resto de que lo es. Quizás por ello, un chico de 16 años, ahora de 17, se hizo con la portería del club de las siete Copas de Europa con la naturalidad con la que sale el sol todos los días. Y es por esto mismo por lo que a partir de ahora y hasta la última parte del análisis que está a punto de comenzar no se va a hacer más alusión a su fecha de nacimiento. Es una cuestión de coherencia. Si él no se comporta como un menor, condicionar el análisis a su edad supondría caer en un paternalismo muy innecesario. Donnarumma es el portero titular del AC Milan, el suplente del eterno Buffon en Italia y una súper estrella en ciernes. Y nada de esto es por tener 17 años.
Donnarumma juega en un equipo que asume ciertos riesgos pero que casi nunca es penalizado.
Como siempre, antes de meter el bisturí en sus condiciones, hay que poner de relieve el contexto en el que desarrolla su juego. Algo además clave en este caso, pues el Milan 2016/2017 de Vincenzo Montella es un equipo que precisamente compite por su orden defensivo. El conjunto rossonero asume ciertos riesgos en salida y a la hora de desplegarse en campo rival, pues a menudo únicamente cierra con los dos centrales (foto del primer minuto de partido ante el Genoa), los cuales además ni son muy rápidos ni demasiado brillantes. Sin embargo, rara vez es penalizado. Su orden con balón le facilita la transición ataque-defensa, convirtiendo al Milan en un equipo bastante corto al que no le cuesta nada protegerse, como se puede comprobar en este intento de contra del Genoa (foto1) que pronto fue sofocada (foto2). Además, cuando defiende en campo propio, como hizo durante varios tramos ante la Juventus, la distancia entre los jugadores es mínima (foto). Es decir, Donnarumma defiende una portería a la que cuesta bastante llegar, un hecho que, evidentemente, condiciona su respuesta como arquero.
Ante esta constante, Donnarumma espera en la frontal del área (foto). Una posición que parece acertada tanto desde el punto de vista colectivo como desde un sentido individual, ya que no hay que olvidar que él es un portero bastante pesado. Sea como fuere, esto no evita que colabore con su defensa a la hora de acabar con las aviesas intenciones de los contrarios. Porque, pese a su distancia respecto al balón, siempre está conectado con el juego. Y esto le lleva a tener acciones tan destacadas como la de la siguiente instantánea (foto) contra la Juventus o como la de posterior secuencia, en la cual nos vamos a parar, que se produjo ante el Inter de Milan. Tras un disparo lejano que acaba rechazado por la defensa (foto1), Donnarumma decide salir en busca del balón (foto2) hasta conseguir llegar antes que el delantero rival (foto3). Esta jugada, que parece y es ciertamente arriesgada, pues en teoría no tenía demasiada ventaja respecto al punta, se repite con bastante frencuencia en sus partidos.
Donnarumma es un cancerbero en el sentido más estricto, y su domino se prolonga a cada metro del césped en el que pueda hacer valer su condición distintiva: las manos. De ahí que no sólo asuma ciertos riesgos a la hora de salir, sino también de atajar. Porque si hay una primera jugada suya que haya que destacar por impresionante e impactante es ésta: los mano a mano ante balones divididos. En estas situaciones, Donnarumma pone las manos y la cabeza donde el resto pone los pies. Y no de una forma pasiva, sino increíblemente agresiva. Cuando entiende que puede abortar una jugada peligrosa, y normalmente suele acertar, busca el balón como un perro. Como un Dóberman. Y como a nadie le gusta meter la pierna entre el balón y el cuerpo de un gigante de 196 centímetros y 90 kilos, el italiano siempre gana. Es un tema de decisión e interpretación, pero por encima de todo es una cuestión de intimidación. Gianluigi Donnarumma asusta.
Sus condiciones bajo palos son impresionantes. Aunque tiene varios defectos muy obvios.
Pero por más que los de Montella defiendan bien como equipo y Donnarumma contribuya a controlar determinadas situaciones, lo que realiza el arquero italiano bajo palos es lo que termina de dar sentido al hecho de que el Milan haya dejado su portería a cero en cinco de los doce partidos de la Serie A. En este sentido, sus condiciones son inmejorables. No es simplemente alto y grande, es gigantesco. En las tres dimensiones. Y parece insuperable, pues a sus características de partida hay que sumarle una agilidad y una potencia que no deberían acompañarle. Por eso no hay ningún ángulo que se le resista.
Resulta obvio decir que encuentra mejor los disparos altos que los bajos por una simple cuestión de altura, pero para esto Gianluigi tiene una solución muy simple: se agacha, baja su centro de gravedad y mantiene una postura en todo momento activa (foto de abajo), lo cual le facilita la posterior estirada.
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Con esta particular posición ante el disparo el portero italiano consigue bajar su centro de gravedad | Partido ante la Juventus
Su colocación, por lo general, es también bastante acertada. Tiene que desplazarse poco, lee bien la mayoría de situaciones y responde con convicción. La única laguna en este sentido son las jugadas laterales. A menudo se fija demasiado en el balón y pierde la referencia de la portería, como se puede comprobar en esta secuencia: el atacante contrario encara portería rival (foto1), éste debe realizar la conducción hacia afuera ante el acoso de Paletta (foto2) y Gigetto, en vez de cerrar puertas, se las abre por perder el centro (foto3). De todas formas, esta jugada es una excepción delicada pero corregible.
Más allá de esto, el comportamiento táctico de Donnarumma es intachable. Y a nivel técnico, se podría decir algo similar. Aunque todavía bloca menos balones de los que podría, abusando en ocasiones de la parada en dos tiempos, tiene un absoluto control de lo que hace con las manos. Es decir, además de parar, sabe rechazar. Sabe orientar los disparos que no puede atrapar, abortando así el peligro de las segundas jugadas. Si éstas, pese a lo comentado, siguen produciéndose en los partidos del Milan es porque a veces le cuesta decidir entre blocar y despejar. En cuanto solucione esto y perfeccione su técnica, siendo todavía más ordenado, Donnarumma tendrá otra cosa más en común con su tocayo.
Llegados a este punto, si sumamos su físico único, su notable colocación y su aseada técnica, nos encontramos con un portero que brilla bajo palos porque, resumiéndolo, para mucho. Y además casi todo lo hace a mano cambiada, lo cual le añade un punto de belleza nada desdeñable. En los disparos lejanos parece imbatible, cuando los contrarios buscan la escuadra siempre aparece su mano, en los remates cercanos mezcla intuición, reacción y magia para meter una parte del cuerpo entre el balón y la portería… En definitiva, es brillante. Desde un punto de vista académico, pero también desde uno menos ortodoxo. Porque al final uno no imagina cómo puede batirle si no es una situación de franca ventaja… Pero sí hay una forma: el muro llamado Gianluigi Donnarumma tiene una grieta a día de hoy. Y no es pequeña. Porque, en realidad, todo lo anteriormente comentado habla mucho más de lo que sucede cuando buscan su lado fuerte, el izquierdo, que cuando hacen lo propio con el débil, el derecho. Esto ocurre en menor o mayor medida con todos los porteros. Al igual que los futbolistas de campo, los guardametas también tienen un perfil preferido. Lo que ocurre es que rara vez está tan claramente marcado como en el caso del italiano.
A Gianluigi le cuesta arrancar hacia la derecha, muchas veces tiene que recurrir al uso de los pies e, incluso, a la hora de marcar el timing de la estirada encuentra dificultades que hacia su lado bueno no existen. Esta circunstancia cuesta resumirla en imágenes, pero basta con recurrir a un par de vídeos (vídeo) para percibir la diferencia y encontrar varios errores (vídeo) relacionados con proteger este palo. Es más, si uno analiza sus paradas de penalti, se encuentra con que la mayoría son hacia su lado izquierdo. El bueno. En el que parece imbatible. Por eso no tiene un objetivo más importante que éste en el horizonte: conseguir que todo lo que pasa a su derecha sea como lo que ya sucede a su izquierda.
Donnarumma hace un gran uso de su altura. Aunque todavía puede dominar aún más.
Entrando ya en otros aspectos, dónde también tiene mucho margen de mejora es en el juego de pies. Como es habitual en los equipos de Montella, el Milan siempre busca salir jugando con el balón raso. Esto casi siempre es posible por tres motivos: la pizarra del técnico, la calidad de Romagnoli y la falta de presión en el Calcio. Esto evidentemente provoca que la exigencia sea menor, que los riesgos sean escasos y que, por tanto, no se vean tantos errores como en otros equipos de otras competiciones. Una vez hemos dibujado el escenario, concretamos en nuestro protagonista: Donnarumma tiene un defecto y una ventaja muy notorias. En su debe hay que apuntar que técnicamente es muy limitado. No se le ve incómodo con el balón y su lenguaje corporal no es negativo, pero no domina el pie y sus pases casi nunca van rasos, sino botando. Pero a favor hay que comentar que, consciente de esto, nunca arriesga de más. Si es presionado (foto1), busca una de las bandas (foto2), trata de enviarla en largo y ahí se acaba el problema (foto3). Normalmente el Milan pierde el balón, lo que resta continuidad a su juego, pero ésta no deja de ser una decisión acertada que busca minimizar riesgos. No es el escenario ideal, pero podía ser mucho peor. En resumen, a fecha 17 de noviembre de 2016, Donnarumma puede ayudar a hacer «de parabrisas» (foto) moviendo el balón de banda a banda siempre que no esté bajo presión. Si lo está, de momento, no está capacitado para ayudar a su equipo. Aunque al menos no falla.
Pero por arriba la cosa cambia. En este caso, consciente de sus virtudes, Gianluigi Donnarumma es un activo importante en el juego aéreo rossonero tanto en el balón parado (foto) como en situaciones en movimiento. En general se podría decir que todavía no domina, pero que sí controla. Un matiz que puede simbolizarse con el hecho de que el italiano casi nunca atrapa el balón, sino que los despeja de puños casi siempre que puede. Y esto quizás tiene mucho que ver con su disposición ante los centros. Aunque suele estar bien colocado, ganando metros a los contrarios y haciendo valer para ello su envergadura, le cuesta ejecutar el movimiento en sí. Prefiere estar seguro, tomarse su tiempo a la hora de medir y, entonces, imponer su privilegiado físico. Es decir, una rutina que tiene mucho sentido si pensamos en la superioridad tan gigantesca que ha debido tener en su etapa de formación. Pese a jugar contra chicos mayores, Donnarumma siempre destacaba tanto que le bastaba con reaccionar cuando el balón ya estuviese sobrevolando su área. Ahora, obviamente, la exigencia es mayor. Pero tiene todas las armas a su alcance (físicas, técnicas, tácticas y emocionales) para irse adaptando con éxito hasta el punto de competir, incluso, con el gran superdotado del momento: Thibaut Courtois.
El margen de mejora de Donnarumma es evidente. Y, pese a eso, ya es un portero tremendo.
A día de hoy, Donnarumma ya es un portero tremendo que, en determinadas cuestiones, puede resistir cualquier comparación con los grandes genios de la posición de las últimas dos décadas. Sin ánimo alguno de comparar, porque no es necesario, resulta imposible no ver cosas de Iker Casillas, Manuel Neuer, Thibaut Courtois, David de Gea o el propio Gianluigi Buffon en cada una de sus acciones. Pero lo que realmente impresiona, lo que realmente asusta, es que en el joven portero italiano se vislumbra un margen de mejora tan tremendo que la cuestión al final termina escapando a toda valoración lógica.
Físicamente es un prodigio, tácticamente se aprovecha de ello, técnicamente domina facetas que tardan toda una vida en aprenderse y emocionalmente, bueno, es una absoluta súper estrella que ya se comporta como tal. Porque Donnarumma, recordémoslo, sólo tiene 17 años. El fútbol es impredecible y sus caminos, inescrutables. Pero atreveros, miradle la cara e intentad conteneros en vuestra valoración.
Sí, lo sé, resulta imposible… Gianluigi Donnarumma es un elegido.
Foto: MARCO BERTORELLO/AFP/Getty Images
Gordillo 17 noviembre, 2016
A pesar que en el texto se nombra a varios porteros a mi siempre que veo donnarumma me viene a la mente toldo el antiguo portero del inter, supongo que es el por físico ero mi mente hace casi una relación automatica.
En el texto también se nombra a romagnioli el cual viendo como esta la necesidad de centrales entre los grandes es para ir teniéndolo ya marcado con rojo (ya braida lo recomendó par el barça lo que se salía de presupuesto)