La herencia de los viejos Diablos | Ecos del Balón

La herencia de los viejos Diablos


Había decidido probar suerte en la Serie A italiana, como todos los futbolistas que tenían ambición de proyectarse al mundo en los 80. Tras años de brillante rendimiento en el Anderlecht le había llegado la oportunidad de jugar con el Inter de Milan en el campeonato más potente del planeta. Las cosas no fueron bien pese a su innegable clase, sufrió una terrible lesión y un año después, cuando se había recuperado, el Inter ya había ocupado su sitio con Rummenigge y Brady. Fue cedido al Ascoli, donde tampoco tuvo su mejor temporada. No era excesivamente mayor, recién cumplidos los 30, cuando decidió volver a su Bélgica natal para intentar relanzar una carrera que había entrado en un incómodo impasse. Él, que había sido el alma de una selección belga al alza, se vio relegado al banquillo en el verano de 1984, durante la Eurocopa celebrada en suelo francés. La perspectiva del Mundial de 1986 era demasiado tentadora como para seguir en un campeonato en el que no acababa de poder ser él mismo. El 7 de Octubre de 1985, en una lluviosa noche en algún lugar entre Bruselas y Amberes, su coche se estrellaba contra los guardarraíles de la autopista y, aunque su juventud y fuerza física le permitieron luchar durante dos días, Ludo Coeck moría y sumía al fútbol belga en un profundo estado de shock. El hombre al que sus famosos cañonazos rasos habían granjeado el apodo de «Ludo Boum» abría, con su ausencia, una nueva etapa en la historia de la selección belga.

Coeck había crecido como una de las figuras del boyante fútbol belga de los 70.

Ludo debutó en una época en la que Bélgica y su fútbol comenzaban a cumplir todas las expectativas que habían creado anteriormente. La brillante estela de Paul van Himst había puesto al país en el mapa, y tanto su Anderlecht como el Standard de Raymond Goethals comenzaban a ser vistos como clásicos del fútbol europeo. Coeck tuvo tiempo de jugar con van Himst y otros fenómenos como Rensenbrink, François van der Elst, Arie Haan o Frank Vercauteren. Al tiempo que el Anderlecht llegaba a finales europeas –y las ganaba-, el campeonato belga atraía a muchos de los mejores jugadores de Holanda, del norte de Europa y a los liberados de la Europa del Este. Elkjaer, Lato, Lubanski, el entrenador Ernst Happel, etc eran algunas de las figuras de un torneo que crecía y cuyos clubes se estaban convirtiendo en fuerzas a reconocer en Europa. Pocos jugadores brillaban más que Ludo Coeck en esta época. Desde su posición original en la banda izquierda hasta su reconversión al centro, el flamenco era adorado por los aficionados debido a su entrega y su tremebundo disparo.

Bajo la firme mano del entrenador Guy Thys, los belgas se aprovecharon de todo el talento que generaba su campeonato doméstico y conjuntaron un equipo nacional que iba a dar que hablar en la siguiente década. Con Coeck en el centro delGuy potenció el talento que existía en su Liga campo junto a René Vandereycken, habilitando al incansable Vercauteren en el ala derecha y combinando con el mortal fuera-dentro de Jan Ceulemans desde la izquierda, la sobriedad de Eric Gerets en el lateral y la seguridad del líbero Walter Meews o el portero Jean Marie Pfaff, los belgas superaron a los favoritos Austria y Escocia en su grupo de clasificación y se metieron en la Eurocopa de 1980, que se celebraría en Italia. Coeck, sin embargo, ante la sorpresa de todos no fue convocado y los veteranos Wilfried van Moer –una leyenda que ya había jugado el Mundial del 70- y Maurice Mertens ocuparon su puesto. Thys creó un equipo muy seguro en defensa, no excesivamente vistoso, pero ideal para competir en un torneo corto. Los belgas fueron la revelación del campeonato, eliminaron a Italia, Inglaterra y España en la fase de grupos, y sólo un doblete de Horst Hrubesch les alejó del preciado trofeo. Terminaron en un fantástico segundo puesto que lanzó al estrellato a buena parte del equipo.

Coeck, lejos de venirse abajo –algo muy poco de su estilo- firmó en las siguientes tres temporadas el mejor fútbol de su carrera. Sin el viejo van Moer, no podía perderse el Mundial de España. Primero había que clasificarse, claro, y el grupo con Francia, Irlanda y Holanda –además de la cenicienta chipriota-, con dos plazas en juego, no era fácil. Bélgica sufrió por su falta de un goleador implacable que materializase el trabajo del equipo. Erwin Vandenbergh era el delantero más destacado del equipo, pero no era un atacante de élite mundial. Irlanda y Francia marcaron más, los franceses y los holandeses encajaron menos, pero fue la capacidad para competir de los discípulos de Thys lo que los llevó a España. Por el camino quedan las prestigiosas victorias sobre neerlandeses y galos en Bruselas. Para sorpresa de todos, van Moer siguió en el equipo, pero Coeck se había convertido en alma de los «Diablos Rojos» y, de destacar en España, un gran traspaso a una liga mayor era bastante probable. 1982 estaba siendo un gran año para Coeck, que había sido clave en la progresión de un Anderlecht que durante esa temporada fue el mejor equipo de Europa y debió haber ganado la máxima competición continental.

El Mundial de 1982 en España se tornó en una gran oportunidad para el crack belga.

En España, la selección belga se vio en el gran escaparate de abrir el Mundial ante la vigente campeona, Argentina, que además de mantener a todos sus astros de 1978 añadía uno más resplandeciente si cabe, Diego Maradona. El Pelusa jugaba en su nuevo estadio, ya que acababa de ser traspasado al Barcelona por una cifra astronómica y todo el planeta fútbol esperaba una gran actuación del diez de la Albiceleste ante su nuevo público. Pero los belgas, que salieron con un equipo más conservador que de costumbre, sorprendieron al mundo cuando Vandenbergh batió a Fillol con el único y decisivo gol de la tarde. Ante el talento argentino, Bélgica opuso el trabajo de una defensa rocosa y un centro del campo box-to-box, tal era el despliegue físico de los Vercauteren, Coeck, Ceulemans y Vandermissen. Arriba Vandenbergh y Czerniatynski eran dos balas que incomodaban a Olguin y a Passarella, que tuvo que contener bastante sus impulsos atacantes. Los belgas habían salido vivos de la boca del lobo, y los dos partidos que quedaban parecían asequibles.

Pero estos «Diablos Rojos» no estaban acostumbrados a las victorias holgadas. Ante apenas quince mil espectadores en Elche, los salvadoreños hicieron olvidar que venían de encajar diez goles ante Hungría. Guevara Mora, el portero más joven del MundialLudo Coeck fue capital en el Mundial de España con apenas 20 años, vio como su portería era perforada sólo una vez por el equipo que había derrotado a los todopoderosos argentinos. Tuvo que ser Ludo Coeck, con un trallazo impresionante desde casi 40 metros, el que marcase el gol de la victoria. Esos tiros potentísimos, a baja altura, con el bote antes del portero para coger más velocidad aún, son el gran legado de Coeck al fútbol. Faltaba el partido contra los magiares, a los que Argentina había goleado, pero que traían todavía un saldo de goles tremendo a su favor. Thys salió con el mismo equipo que ante El Salvador, y se vio por detrás a la media hora, merced a un gol de Joszef Varga. La entrada de van Moer tras el descanso dio a los belgas más control en el centro del campo, ya que el veterano de 37 años y Coeck combinaron bien en la parcela ancha. El gol del empate se resistió merced a un par de buenas intervenciones de Meszaros, el excelente y bigotón portero húngaro, pero a quince minutos del final una asistencia de Ceulemans permitó a Czerniatynski igualar el marcador. Bélgica pasaba primera de grupo y regresaba a Barcelona tras dos partidos en Elche.

Los rivales en esa segunda liguilla serían la URSS y Polonia. A priori, el equipo de Thys podía mirarles de igual a igual y pensar en luchar por una plaza en las semifinales. Pero algo se rompió en la concentración belga. El autoritario Thys, un hombre capaz de manejar bien un grupo pero poco amigo de payasadas de cualquier tipo, no era la persona ideal para estar alrededor del histriónico Jean Marie Pfaff. El entrenador consideró que el guardameta estaba demostrando muy poca seriedad y responsabilidad, además de una actitud infantil, y le sentó. Custers y Munaron, dos porteros muy inferiores al del Beveren, disputaron la segunda fase. Contra Polonia van Moer y Coeck volvieron a formar junto en el eje del mediocampo, pero el experimento no salió tan bien como contra Hungría. Fue el gran día de Zibi Boniek, que hizo un hattrick y se consagró mundialmente. Esta durísima derrota dejaba a Bélgica prácticamente eliminada, ya que la diferencia de goles era casi insalvable. La URSS de Dassaev y Blokhin se encargó de certificar el triste final de este Mundial para los «Diablos Rojos».

Enzo Scifo debutará con Bélgica mientras Coeck sigue buscando dar el salto en Europa.

Tras el Mundial se empieza a especular con la salida de Coeck y varios de sus compañeros hacia el extranjero. La 82-83 es una fenomenal campaña para Ludo, que con 28 años está en plenitud y ve cada vez con mejores ojos el emprender la aventura fuera del Parc AstridEl Anderlecht comenzó a ser temido en Europa. Además, ese mismo año debuta un joven de 17 años llamado a ser su sucesor: Enzo Scifo. El de La Louviere se convierte en la gran atracción del equipo, y se asegura que la continuidad del talento en el centro del campo mauve estaba asegurada. Entrenados por van Himst, y con jugadores de la talla del líbero Luka Peruzovic, Frank Vercauteren, Edwin Vandenbergh y , sobre todos, Ludo Coeck y Juan Lozano, los belgas ganan la Copa de la UEFA ante el Benfica del guardameta Manuel Bento y el técnico Sven Goran Eriksson. Lozano y Coeck forman una combinación imparable en el centro del campo. El español organiza en corto y en largo, mientras el belga es un box-to-box de manual. Su campaña será tan buena que Lozano fichará por el Real Madrid y Coeck, ahora sí, abandona Bélgica para irse a la Serie A. Tras tres ligas, cinco copas, dos Recopas, una UEFA y una Supercopa Europea, se va al Inter. Ninguno de los dos alcanzará el estado de forma de este año 83 en sus nuevos destinos.

Scifo se destapa tras la marcha de los grandes hombres del centro del campo del Anderlecht y llegará a la Euro 84 como titular. Este torneo es famoso, aparte de por el gran fútbol desplegado por equipos como Francia, Dinamarca o Portugal, por ser el primero de una generación de geniecillos del balón como Scifo, Hagi, Laudrup, Butragueño o Stojkovic. Bélgica se ha clasificado por delante de Suiza, la RDA y Escocia cómodamente, y Coeck ha sido fundamental con sus goles en un par de partidos antes de su lesión.

En los campos franceses, los belgas empiezan con una sólida victoria ante Yugoslavia por 2-0. Pero contra los anfitriones el cielo se les cae encima. Platini juega uno de los mejores partidos de su carrera profesional y los «Diablos Rojos» sonCoeck jugó su último partido ante Dinamarca aplastados por 5-0. Coeck entra en el descanso, pero parar el caudal ofensivo francés aquella tarde en Nantes era una utopía. Ante Dinamarca, que era la sensación europea del momento, los belgas se adelantan 2-0 antes del descanso y parecen asegurar su puesto en las semis. Coeck entra en la media parte sustituyendo a Nico Claesen con la misión de asegurar el medio campo. Pero los daneses, y en especial el joven Laudrup, dan una exhibición en la segunda parte. Frank Arnesen recorta distancias, Kenneth Brylle el jugador del Anderlecht empata –no hay peor cuña que la de la propia madera-, y un imparable Elkjaer Larsen da la puntilla a seis minutos del final. Vercauteren, Vandereycken, Scifo, Coeck y Ceulemans no son capaces de dominar o aplacar el torbellino danés en esa segunda parte. Había nacido la «Dinamáquina», la «Dinamita Danesa», y el mundo les adoraba. Para Coeck fue una despedida amarga de la selección; la desgracia no le dejaría volver a enfundarse la camiseta de su país.

Con la muerte de Ludo Boum, el joven Scifo debe asumir los galones.

Bélgica va cambiando de guardia durante ese bienio 84-86. Muchos de sus jugadores van haciéndose veteranos y savia nueva entra en el equipo. Continúan grandes líderes como Pfaff, Gerets, Vercauteren o Ceulemans, pero es Scifo quien empieza a recibir todos los focos. Con apenas 18 años, el joven número diez belga no se arredra. Más aún con la trágica desaparición de un Coeck al que las lesiones y la mala suerte en Italia había señalado durante los últimos dos años. Al Anderlecht vuelve Juan Lozano tras su paso por el Madrid, y lo hará para ser el protector y mentor de la joven joya. Se entenderán muy bien, y Thys seguirá haciendo esfuerzos para convencer al de Coria del Río de que se una a sus «Diablos». Lozano es la pieza que encantaría al seleccionador belga: un regista ideal para organizar los ataques de su equipo, y que además estaría bien protegido por una excelente defensa. Pero Lozano nunca se decidió a abandonar su sueño de jugar con España. Calidad no le faltaba, pero el seleccionador Muñoz siempre prefirió tipos más agresivos en esa parcela del campo. Lozano no podía competir competir con Víctor Muñoz, Francisco o Calderé a ojos del entrenador de España, y para centrocampista fino ya tenía a Ricardo Gallego.

Así pues, Thys va renovando poco a poco el equipo durante la clasificación para Mexico 86. Las grandes novedades son Georges Grün, un rápido central que puede jugar de lateral; Nico Claesen, atacante de gran movilidad que se convertirá en la referencia atacante de la nueva Bélgica antes de irse al Tottenham; Leo Clijsters, central al que su hija ha relegado al anonimato; Daniel Veyt y Phillip Desmet, la conexión de ataque del sorprendente Waregem; y los jóvenes del renovado Anderlecht, como Stephan Demol o Patrick Vervoort y los hermanos Leo y Franky van der Elst, del Brujas, dos trabajadores natos. Franky cubrirá las espaldas de Scifo durante más de una década en la selección nacional. El punto álgido de este proceso de clasificación se dará en la repesca ante los eternos rivales, Holanda. Bélgica se muestra como un bloque mucho más hecho que los talentosos jóvenes holandeses, y merced a un gol de última hora marcado por Grün en Rotterdam se clasifica para México.

Una vez más el primer partido de Bélgica suscita atención mundial. Su rival es México, los anfitriones, y ante 115 mil apelotonados hinchas, con un calor infernal a las 12 de la mañana –probablemente los peores horarios de la historia del Mundial-, los belgas se fríen al sol mientras los aztecas se adelantan con sendos cabezazos de Fernando Quirarte y Hugo Sánchez. El ambiente es infernal, no sólo por el calor, sino porque los gritos de «¡México, México!» retumban en el «Coloso de Santa Úrsula». Todo el país, que ha sufrido un terrible terremoto pocos meses antes del comienzo del campeonato, está detrás de sus selección. Bélgica sufre, pero consigue recortar justo antes del descanso gracias al gol de Vandenbergh, el único delantero alineado por Thys. En el descanso, el técnico belga, varía el esquema del 4-5-1 al 4-4-2 al introducir a Claesen y Demol, dando más libertad a Scifo y a un Ceulemans cuyo movimiento favorito, ese fuera-dentro partiendo desde la izquierda, resulta inofensivo en el horno mexicano. Bélgica pierde y tiene que ganar imperiosamente a Irak para mantener opciones.

Ante los iraquíes, Thys sale con un esquema muy poco utilizado durante toda su etapa. Convierte a Gerets en central y cede los carriles a Vercauteren, cuya resistencia nunca ha estado en duda, y a Vervoort. En ese 3-6-1 nominal, Nico Claesen es la referencia en ataque y Ceulemans, partiendoDurante el campeonato, Thys fue cambiando la cara a los «Diablos» de una posición más centrada, tiene libertad para aparecer como segundo delantero o como un centrocampista más. La manija es para Scifo y Desmet. Irak es una selección floja, pero mucho más adaptada al calor y el césped altísimo y seco que caracterizaron este Mundial. Aún así, los belgas salen fuertes, Scifo marca a los 15 minutos y Claesen transforma un penalti a los 22. Con la ventaja ya conseguida, ahora Bélgica podía retrasarse un poco, pillar algo de aliento, y esperar. Los hombres dirigidos por el ex delantero del Barcelona Evaristo de Macedo, inquietaron varias veces a un seguro Pfaff, y marcaron merced a un buen pase de Natiq Hashim, que la gran figura iraquí Ahmed Rahdi remachó a la red. No hubo más, y Thys y sus chicos pudieron ponerse a la sombra con sus dos primeros puntos. Ante Paraguay el sistema volvió a cambiar, esta vez al 3-5-2, con dos atacantes natos como Veyt y Claesen. Pero sobre todo cambió la cara del equipo, Thys metió juventud y pulmones. Sin Gerets, Grün, de 24 años, entró en el equipo. Hugo Broos, con 34, ponía las canas en la línea de tres que completaba Michel Renquin, un veterano de la Euro 80. De medio campo para arriba, Scifo y Demol, con 20, Vervoort con 21 y Claesen con 23 formaban un once que reflejaba la renovación del fútbol belga. Fue una combinación entre Vercauteren y Ceulemans, sin embargo, la que dio la ventaja a Bélgica antes del descanso. No tardó Paraguay en igualar tras la media parte, gracias al excelente Roberto Cabañas, que haría un doblete al nivelar a quince minutos del final el 2-1 marcado por Veyt. Bélgica se quedaba con tres puntos, pasaba tercera de grupo y se tendría que enfrentar a uno de los grandes ogros del Mundial, la URSS de Valeri Lobanovskiy.

Las eliminatorias de la Copa del Mundo de Mexico 86 consagraron a los Diablos Rojos.

No era un secreto que los soviéticos eran favoritos para el partido de octavos. Su primera fase había sido arrolladora, incluyendo la demolición de Hungría por 6-0, el dominio sobre la Francia campeona de Europa y la esperada victoria contra los canadienses. Tenían un equipo formado sobre la base del Dinamo de Kiev que, bajo la batuta del propio Lobanovskiy, había conquistado a Europa durante su campaña hacia el título de la Recopa, aplastamiento del Atlético de Madrid mediante. A ese excelente grupo de jugadores, se le unía el fenomenal Rinat Dassaev, probablemente el mejor portero del mundo, el todoterreno Sergei Alejnikov y los atacantes Rodionov y Protasov.

Así pues, el 15 de junio, a las 4 de la tarde en León, el infierno se abatió sobre unos soviéticos que, a partir de la hora de juego, se derretían literalmente en el campo. Y, por primera vez, los «Diablos» sacaron ventaja de la temperatura. Lobanovskiy salió con nueve jugadores del Dinamo más Dassaev y Alejnikov, cambiando su habitual 4-4-2 por un 4-5-1 destinado a ahogar a los belgas en el centro del campo y aprovechar la velocidad supersónica de Belanov en ataque. Sólo un atacante para los tres centrales de Thys, pero ¡vaya tarde les daría! Atrás, un muro de ladrillo en la figura de Dassaev y camiones de carga como Bessonov, Demianenko y el excelente líbero Kuznetsov. Y el cañón de Vasili Rats en la izquierda. Thys salió con Pfaff, ultramotivado por su duelo con Dassaev, Gerets, Renquin y Grün como centrales, Vercauteren en el carril derecho, Vervoort en el izquierdo, Scifo, Demol y Ceulemans por dentro, Veyt y Claesen arriba.

La cosa empezó como todo el mundo pensaba cuando Igor Belanov recibió un pase de Zavarov y envió un obús al fondo de la portería de un Pfaff que ni siquiera pudo reaccionar. La URSS dominó el primer tiempo, como era de esperar,Bélgica reaccionó por partida doble vs URSS con presión sobre los centrocampistas belgas y esas contras milimétricas que habían dejado a todo el mundo boquiabierto durante toda la temporada. Eran un equipo de club y se notaba. Faltaba ver cómo reaccionaba al pasar el fatídico punto de la hora de juego. Pero antes de llegar a los 60 minutos, un fantástico centro de Vervoort desde la izquierda encontró a Scifo dentro del área. El pequeño genio la controló perfectamente y batió a Dassaev. Los soviéticos no se vinieron abajo, y una pérdida de balón de Ceulemans permitió a Zavarov combinar de nuevo con Belanov, que definió raso y al palo derecho de Pfaff. Fácil Pero los belgas tardaron poco en reacción. Apenas seis minutos después, Ceulemans, en fuera de juego, superaba a Dassaev con un disparo bajo. La primera de tantas intervenciones de dudosa calidad del trencilla Frederiksson.

Para la prórroga los de Lobanovskiy parecían no tener mucho más en el depósito de combustible, y Stephane Demol, al borde del descanso, cabeceaba el gol que ponía a los belgas en ventaja por primera vez. Seis minutos después, Nico Claesen fusilaba a Dassaev desde dentro del área, ante la inoperancia de la defensa soviética. Bélgica acababa de dar una campanada brutal en la Copa del Mundo, y aunque Belanov marcó el tercero para los soviéticos –su tercero también-, los discípulos de Thys pasaron a cuartos de final. Fue un partido para la historia, de los mejores que se han jugado en un Mundial. Los «Diablos Rojos» comenzaban su impensable carrera hacia la inmortalidad. Para los soviéticos, un equipo de culto, quedará este partido como un gran ejemplo de lo que pudo ser y no fue. Y un Balón de Oro que Belanov ratificó con esta gran actuación.

Puebla era la sede para un partido de cuartos de final que prometía ser el más excitante de todo el torneo. Los dos equipos de moda debían medirse en el Estadio Cuahutemoc. Pero ni la URSS ni Dinamarca llegaron. Bélgica y España se habían colado en la fiesta y agriadoPese a su buen hacer, Bélgica no tuvo nada que hacer ante el Diego el ponche. Tan agrio como fue su partido, un soporífero encuentro que se decidió cuando en una tanda de penaltis un equipo tiene a Jean Marie Pfaff y el otro a Andoni Zubizarreta. Todos los sabíamos. Y a una generación de españoles los traumó. Era de locos, ¡Bélgica en unas semifinales mundialistas! Tras eliminar a dos fantásticos equipos, tocaba la machada de intentarlo contra el mejor jugador del campeonato. El Pfaff, Gerets, Renquin, Grün, Vercauteren, Scifo, Demol, Ceulemans, Vervoort, Veyt y Claesen ya se recitaba de memoria. Y los once de Argentina también. Se volvía al Azteca y las circunstancias eran muy diferentes desde aquel partido inaugural. Durante casi 55 minutos Bélgica aguantó más o menos bien a los argentinos, con alguna buena parada de Pfaff, un gol anulado a Valdano –él no tenía la mano de ningún dios-, y bastantes sudores. Pero Maradona estaba bullicioso, cada vez que el Pelusa agarraba la pelota dos belgas lo agarraban a él, y ni así.

Burruchaga para Maradona, pum, pum. Vacunados. Se lo olían los de Thys, que ni pudieron reaccionar. Cuando el Estadio Azteca estaba ya bajo sombra y los belgas podían recuperar algo de aliento, Diego decidió demostrar que lo de Inglaterra no había sido casualidad. Arrancó y ya nadie pudo pararle. Dos a cero, tiempo para que Maradona tirase una pared con Dios -había entrado Bochini, su ídolo- y los belgas asumiesen la derrota y su grandísima andadura en la Copa del Mundo. Nadie se acuerda ya de la final de consolación contra los franceses, pero fue un partidazo digno de mención, pese al 4-2 en contra, prórroga incluida, cómo no. Los belgas volvieron a casa como héroes nacionales y, si hubiera querido, el señor Thys podría haber echado del trono al Rey Balduíno. Finalistas de la Eurocopa y semifinalistas del Mundial en apenas seis años. Si alguien se lo hubiese dicho al aficionado más optimista de Bélgica hacía diez años le hubiesen invitado a dejar la cerveza.

La expectativas sobre Bélgica y generación de jóvenes crecieron tras México.

Llegaba el momento de aspirar a un título, o eso parecían indicar todos los resultados. Pero lo cierto es que el secreto de la selección belga había estado siempre en la hábil mezcla que Thys hacía entre veteranos y jóvenes. Tras México, los veteranos empezaban a ser muy veteranos y los jóvenes todavía eran bastante jóvenes. Había un pequeño vacío, y el anticlímax llegó cuando Bélgica quedó fuera de la Eurocopa de 1988 en la fase de clasificación, al ser sorprendida por la Irlanda de Jackie Charlton y una renovada Bulgaria en la que comenzaban a aparecer nombres y hombres que unos años más tarde permanecerían para siempre en nuestra memoria.

Bélgica se recuperó en la clasificación para Italia 90. Fue un camino plácido. Scifo se había embarcado en la aventura extranjera convertido ya en una gran figura europea. Curiosamente la andadura la había comenzado en el mismo lugar en el que lo hizo Ludo Coeck, en el Inter de Milan. Problemas musculares hicieron que suBélgica llega a Italia’90 con varias novedades como Nilis o Wilmots estancia a las órdenes de Trapattoni no fuese demasiado exitosa. Se fue a Francia, y tanto en Burdeos como en Auxerre rendirá a buen nivel, y seguirá siendo uno de los hombres importantes del fútbol continental. Siempre en boca de todos para un gran traspaso. Volverá incluso a la tierra de sus antepasados, al Torino, pero aún así nunca cumplirá totalmente las expectativas depositadas en él al inicio de su carrera. La selección ha ido encontrando recambios para los veteranos que ya no estaban. Aparecen Marc Vanderlinden –que será el máximo goleador de toda la clasificatoria- y Marc Degryse para dotar de nuevo dinamismo al ataque. Y Luc Nilis destacará con el Anderlecht y hará sus pinitos con la selección. Como Marc Wilmots. Bruno Versavel emerge como un centrocampista muy dinámico. Lorenzo Staelens y Philippe Albert representan la renovación en la parte de atrás del equipo y Michel Preud’Homme, a los 30 años se confirma como sucesor de Pfaff. Ceulemans, Gerets y Clijsters se mantienen como símbolos de todo el ciclo. El único movimiento importante es la retirada de Thys en 1989. Dice estar cansado y le sustituye su hombre de confianza, Walter Meews, el que fuera su líbero.

Bélgica se presenta en Italia 90 como cabeza de serie y uno de los outsiders de la competición. El sorteo le sitúa en un grupo con España, Uruguay y Corea del Sur. Con tres plazas –posibles- para octavos, no debería haber problema. Y además ha vuelto el gran hombre. Guy Thys tarda 8 meses en volver a tomar las riendas del equipo nacional. Bélgica, sin excesiva brillantez pero demostrando ser un equipo muy hecho, cumple el trámite, como si de un oficinista se tratase. Despacha a Corea por 2-0 y hace lo propio con Uruguay por 3-1. En este encuentro se muestran credenciales a un posible camino largo en el campeonato. La autoridad con la que los «Diablos Rojos» comandados por un gran Scifo se ponen 3-0 ante los rocosos uruguayos habla por sí misma. Sólo preocupa la sequía y mala imagen de Vanderlinden, que debía ser el hombre gol. Thys lo limpia y no volverá a jugar en el campeonato. Ante España, jugando por el primer puesto de grupo, Bélgica cae ante otro jugador que está destacando sobremanera en el torneo. Míchel adelanta a los españoles de penalti –su cuarto gol en el Mundial- y un centro suyo es aprovechado por Alberto Górriz para marcar el gol de la victoria y dejar a Bélgica segunda. La situación no cambia excesivamente para los de Thys. La elección era entre jugar con una brillante Yugoslavia o con una dubitativa Inglaterra, pero que presentaba un gran equipo.

Ante Inglaterra, en el Mundial de 1990, acabó la gran generación belga.

Inglaterra era el rival, y no era uno menor. En Bolonia, en ese estadio tan particular que es el Renato Dall’Ara, Bélgica se las vio con un equipo que presentaba grandes figuras como Gary Lineker, John Barnes y Chris Waddle, además del emergente talento de Paul Gascoigne y David Platt, dos hombres a los que no olvidarán fácilmente los aficionados de los «Diablos». Porque Bélgica jugó bien este partido. Scifo demostró que, seguramente, era el mejor jugador de los que estaban en el campo, incluso lanzó un disparo espectacular que hizo temblar la portería del veteranísimo Peter Shilton. Pero el resultado no se movió. Como no lo hizo en la prórroga. El partido se estaba jugando en una tarde-noche bochornosa, como casi todo el Mundial. Calor y humedad. En el 119, cuando los belgas veían claros los penaltis, que eran una posibilidad muy apetecible para ellos, dado que Preud’homme era un especialista y Shilton no, una falta botada por Gascoigne, flotante, al segundo palo, fue rematada a puerta con una glorioso volea a la media vuelta de David Platt, que batió a un Preu’homme que no se lo podía creer. No había tiempo para más, ni en este Mundial, ni en otros. A pesar de que la dinámica competitiva de este grupo se mantuvo hasta USA 94, lo cierto es que esa volea del entonces jugador del Aston Villa puso punto y final a la época más brillante de los «Diablos Rojos». Esa que hoy, cuando salten al césped, buscará recuperar la nueva generación de oro del fútbol belga. El mundo les mira.


14 comentarios

  • Ricardo 17 junio, 2014

    No me he leído el artículo pero me han dado ganas de ver a esa generación de jugadores belgas. Menos mal que tengo la final de Copa de Europa del 82' en DVD para verlo, lo veo ahoa con un aliciente más.

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  • Abel Rojas 17 junio, 2014

    Para complementar este artículo: https://soundcloud.com/memoriasmundial/belgica-de

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  • Abel Rojas 17 junio, 2014

    Vil, ¿estilísticamente y por nivel a qué selección o equipo actual podríamos equiparar esta Bélgica? Si soy honesto no vi su actuación en el 86 al completo. Y contra Argentina me da que no tuvieron su mejor día.

    Lo de la Final de consolación me lo apunto. ¿Se puede acceder al partido o hay que pasar por caja?

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  • jose larios 17 junio, 2014

    Creo que este va ha ser de los mejores partidos de la primera ronda. Un país con una nueva generación con ganas de dar la campanada como es Belgica contra un equipo que tácticamente es una locura pero técnicamente tiene jugadores con ganas de jugar y dejar jugar. Mucho se habla de Belgica pero yo tengo ganas de ver a Bentaleb.

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  • @DavidLeonRon 17 junio, 2014

    Ganas locas de la Bélgica actual. Con este país tengo una relación bonita y rara. Mi primer Mundial fue USA 94, torneo que disputaron sin excesiva gloria pero que les sirvió para que yo les cogiera cariño, sobre todo por el Preud Homme, al que en un coleccionable de estos que daban con el periódico tildaban de "el mejor portero del torneo".

    A partir de ahí Bélgica entró en años de aburrimiento, digamos. En el 2002 perdieron con Brasil en octavos, 2-0, no fue un mal papel, pero vaya, tampoco es que dejaran nada para el recuerdo. Ni siquiera tenían futbolistas especiales. Y claro, yo escuchaba que estos en los 80 habían sido la bomba y no entendía que ahora fueran tan poquita cosa.

    Así que nada, me alegro de que Bélgica vuelva a un Mundial y que incluso disponga de cracks. Guardo un sitio en mi corazón para esta Selección.

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  • Vilariño 17 junio, 2014

    @Ricardo

    No acabo de ver qué vas a sacar en limpio de esa final del 82. Es una de las peores de la historia, entre el Villa y el Bayern. ^^

    @Abel

    La final de consolación yo la tengo desde hace unos años, antes del crack de megaupload. En una calidad bastante lamentable y en flamenco o algo así. Un infierno xD He estado mirando por youtube y dailymotion y no he encontrado más que resúmenes.

    Bélgica no era un equipo brillante,y en México aún menos. Aburridete excepto en el partido contra la URSS, que es una locura. Yo creo que podemos ver bastante equipos parecidos ahora mismo, con la resurrección del 3-5-2. Tenía cosas de esta Juve de Conte o de aquel Napoli de Mazzarri, especialmente cuando Ceulemans pasó a una posición más central. Ordenaditos atrás, gracias a que tenían 3 centrales bastante buenos y complementarios. Los laterales larguísimos, pero más ofensivos que, por ejemplo Giusti y Olarticoechea en ese mismo Mundial, y dos delanteros muy móviles y que se entienden muy bien entre ellos. El centro del campo es lo que dice Antonio León en el audio, muy complementarios, con la guinda de Scifo.

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  • Vilariño 17 junio, 2014

    @DavidLeon

    Es que Preud'homme recuerdo que llegaba al Mundial de USA94 como uno de los hombres a seguir. Él y Kharin, portero ruso, eran los que había que mirar con lupa en la portería. Kharin fracasó, pero Preud'homme hizo un muy buen torneo y fue nombrado el mejor guardemeta del mismo. Ganó el Yashin Award.

    Esa Bélgica, como ya digo en el artículo, llegaba con esos novatos de Italia 90 ya creciditos, pero no dieron un gran nivel. Eran un grupo compacto y por eso consiguieron resultados decentes, victoria incluída sobre unos Holandeses a los que tenían de hijos.
    También recuerdo a esa Bélgica por tener al delantero más antiestético que he visto en mi vida: Josip Weber xD

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  • @DavidLeonRon 17 junio, 2014

    @Vilariño

    Es que Preud'homme recuerdo que llegaba al Mundial de USA94 como uno de los hombres a seguir. Él y Kharin, portero ruso, eran los que había que mirar con lupa en la portería. Kharin fracasó, pero Preud'homme hizo un muy buen torneo y fue nombrado el mejor guardemeta del mismo. Ganó el Yashin Award.

    Buaaaaah, Kharine, madre mía, ese, ese 😛 Ese era el otro que señalaban como el portero a seguir, lo recuerdo. Que luego Rusia decepcionó muchísimo y lo único que dejó al torneo fueron los cinco goles de Salenko a Camerún.

    Como amo USA 94. La primera vez nunca se olvida.

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  • Vilariño 17 junio, 2014

    @DavidLeon

    Es que Rusia era un outsider claro de esa competición. Y cuando se borraron los 7 u 8 veteranos que se pelearon con Sadyrin nos dejaron a todos sin un buen equipo y con nuestras guias desactualizadísimas, jajaja.

    USA 94, por ser el primero, nos ha dejado metidos en la memoria nombres que nunca olvidaremos y a los que, seguramente no volvimos a ver en muchos casos. Chaouch y Bahja, los marroquíes. Bregy, el suizo. Kim Joo Sung, "caballo loco", el coreano, Al Owairan, el saudí…

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  • @alex_lacomba 17 junio, 2014

    >La primera de tantas intervenciones de dudosa calidad del trencilla Frederiksson.

    Qué manía le he tenido siempre a aquella Bélgica… Y no porque nos traumaran (y cómo: en mi caso, de todos los «casi…» de España, aquel fue de los que más duele recordar… -creo que todos coinciden en que aquel era el año de Maradona, pero, claro, queríamos haberlo visto…), o no solo: recuerdo aquella salida de la URSS de los ucranianos como una de las mayores injusticias jamás vistas, el paradigma (con perdón) de la norma no escrita que dice que no siempre gana el mejor… Vaya equipazo, qué apisonadora, qué pena que no pasara.
    Otra norma dice que lo que unas veces te da 'el dios del fútbol' otras veces te lo quita: recuerdo como si fuera ayer el 'repasito' a Inglaterra cuatro años después y… mira.

    Qué estupendo artículo, qué recuerdos. A ver qué hace Wilmots con estos (porque de Wilmots nadie habla, ni nadie hablaba como jugador -qué grande, Wilmots, de esos de los que puede decirse «en mi equipo, Wilmots y diez más…»).

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  • @DavidLeonRon 17 junio, 2014

    @Vilariño

    Kim Joo Sung, "caballo loco"

    Bueno, bueno, bueno… me acuerdo de jugar con mi hermano en el parque y reirme con este apodo que había leído en el suplemento del periódico.

    De verdad, que pena que los críos de hoy no vivan su primer Mundial como pasaba entonces. Cualquier matraca, dicho con el mayor de los cariños, te enamoraba, te enganchabas a él y te parecía MaradonaxD

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  • @Rayner_19 17 junio, 2014

    Buah, vaya pedazo de texto (de bueno, no de largo, que también xD).

    Estáis consiguiendo que me empiece a molar el fútbol vintage, que es algo que nunca me ha llamado, con estos artículos que sacáis. Ahora tengo que empezar a sacar tiempo para ir viendo algo.

    Por cierto, lo del primer Mundial sí que sigue siendo algo muy bruto. Al menos lo fue para mí. Fue Alemania 2006 (lo sé, es poco tiempo, mi familia no es futbolera para mi desgracia xD) pero yo me acuerdo de estar atontado delante de la tele viendo todo lo que podía y más y buscando los jugadores en el álbum de cromos. Además, coincidió con el estreno de La Sexta y echaron un porrón bien majo de partidos.

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  • piterinno82 17 junio, 2014

    Gran repaso a los años dorados del fútbol belga, con la evidente conexión entre Ludo Coeck y Enzo Scifo como hilo conductor. Entre finales de los 70 y 1990 Bélgica fue, por primera y única vez en la historia, selección de cierta pujanza a nivel internacional. Además, en esos años sus clubes lograron los cuatro títulos europeos que atesoran, con un Anderlecht que se regeneró varias veces, el Malinas de la segunda mitad de los 80, el Amberes, el Standard…

    El primer Mundial que vi en directo fue el de Italia, en el que se enfrentaron a España. No les recuerdo como un equipo brillante pero sí sólido y con nombres propios destacados: además de los inevitables Scifo, Gerets, Ceulemans y Preud´Homme, destacaría a Albert, lateral bastante "moderno" que después jugaría a buen nivel en el Newcastle, y Georges Grun, una especie de líbero que hizo un gran torneo.

    @David León @Vil

    Es que USA'94… Puff qué nivel de recuerdo mitómano para tantos veinte/treintañeros de hoy. Tantos momentos inolvidables y partidos memorables que es difícil contarlos sin extenderse más de la cuenta. Y cuántos nombres. A los que decís se pueden añadir la Suecia de Dahlin, Brolin y Kennet Andersson, el auge imparable y la caída fulgurante de Argentina con el positivo de Maradona, Letchkov y Balakov escoltando a Stoitchkov en la Bulgaria semifinalista, los pantalones largos de Al Deayea, el Brasil-Holanda, el cabreo en la banda de Eire con Aldridge y Charlton, la mejor Nigeria que se ha visto, el cuádruple empate en el grupo de Italia, los trallazos de Wim Jonk, …

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  • […] lo que el mercado local ofrecía. No le pidamos jogo bonito, porque no había jugadores para eso. Thys supo combinar juventud y veteranía, cambiar de esquema durante el partido o de un encuentro al…. Y puso a la Bélgica-equipo nacional al nivel de sus […]

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