El 75% de los griegos se muestra inseguro respecto a su situación personal, el 43% afirma estar en peores condiciones que hace cinco años y el 93% piensa que al país, como mínimo, le quedan otros cinco de crisis. La dramática cronología que ha llevado a los resultados de esta encuesta es conocida por todos, pero conviene repasarla: en agosto de 2007 se sintieron los primeros síntomas en Estados Unidos, en 2008 la crisis se fue convirtiendo en un problema global, en abril de 2010 Grecia pidió su primer rescate, en febrero de 2012 se aprobó el segundo y, desde hace unos meses, ya se está considerando si el país heleno va a necesitar un tercero. Todo está fallando. Y ante esta situación, sin querer frivolizar en ningún momento con lo complejo del problema, cabe preguntarse en cómo la crisis ha afectado al fútbol en lo económico, en lo deportivo y en lo sociocultural. Porque, estemos de acuerdo con Arrigo Sacchi cuando decía que «el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes» o con Jorge Luis Borges cuando defendía con vehemencia aquello de que «el fútbol es el opio del pueblo», lo que resulta evidente es que el fútbol es un aspecto muy significativo en la vida de muchas personas.
En lo económico, el fútbol griego ha ido perdiendo poder adquisitivo hasta rondar la bancarrota.
La primera ficha en caer de este caótico efecto dominó fue, evidentemente, la capacidad económica de los clubes de la Super Liga griega. No es que la crisis generara sus gigantescas deudas, pero lo que sí hizo fue destaparlas, incrementarlas y, debido a la falta de financiación, las convirtió en inasumibles.
Un hecho que no afectó únicamente a los más pequeños, sino que también ha ahogado a varios históricos de la competición. El AEK de Atenas, que llevaba un año de retraso en el pago de salarios, descendió por primera vez en su historia al quedar penúltimo la temporada pasada y, debido a su deuda de 170 millones,El AEK de Atenas, un histórico de Grecia, se encuentra en tercera sufrió un nuevo descenso en los despachos. Con 11 ligas y 14 copas, ahora mismo está liderando uno de los seis grupos de Tercera. Un camino que podría repetir el Aris de Salónica, que la pasada semana confirmó su descenso. Las deudas fueron lastrando la calidad de su plantilla e, incluso, están provocando que la única solución posible parezca la refundación, lo que significaría un nuevo descenso de este club que cuenta con tres ligas. Sin haber llegado a este extremo, otros grandes de la Super Liga también están de capa caída. El Panathinaikos, con veinte ligas en las vitrinas, pidió jugar sus partidos por la mañana para no incrementar sus deudas con las eléctricas, y el PAOK de Salónica se vio obligado a dar la carta de libertad a varios de sus futbolistas a cambio de saldar las nóminas que les adeudaba. Un problema que, en teoría, el PAOK parece haber visto frenado con la llegada del multimillonario grecoruso Ivan Savvidis, quien se hizo con el club en 2012. Un conato de inversión exterior que, de momento, no ha tenido respuesta y que para Antonis Mantikos, aficionado al PAOK, sólo es un parche: «Por supuesto que la llegada de inversores como Ivan Savydis ayuda mucho al fútbol griego, la falta de dinero es un gran problema en estos momentos, pero ésta no puede ser la única solución. Los problemas del fútbol griego son mas profundos que la propia crisis y lo primero que debe hacerse es una liga sana, creíble e independiente».
Como consecuencia de estos problemas de liquidez, la inversión en fichajes se ha reducido a la mínima expresión (41M en 2008 y 58M en 2009; 5M en 2013 y 14M en 2014) convirtiendo a la Super Liga en la 21ª competición por volumen de compras. Así, el balance del mercado de traspasos ha cambiado de signo por pura necesidad (-17M en 2008; +31M en 2014) y, como no podía ser de otra forma, la entidad de los fichajes estrella ha bajado notablemente, pasando de Fernando Belluschi (7,5M) en 2008 o Djibril Cissé (8M) en 2010 al bigotudo Paulo Machado (2,7M) en 2013 o a Marko Scepovic (3,5M) en esta temporada.
Estos problemas económicos han afectado al nivel y competitividad de la Super Liga griega.
Esta gran sobrecarga en el músculo económico del fútbol griego no sólo ha tenido su obvia repercusión en el nivel, sino también en la competitividad. «Podríamos decir que se ha pasado de una oligopolio a un monopolio. Y el principal motivo es el descenso de calidad en los grandes equipos griegos: Panathinaikos, AEK, Aris y,La Super Liga Griega ha perdido nivel y, sobre todo, competitividad en menor medida, PAOK. Los problemas económicos les han obligado a desprenderse de sus mejores jugadores y eso ha igualado la liga a la baja. Y en ese contexto Olympiacos se pasea», nos comenta Sergi Pagès, gran especialista en el fútbol griego. Los datos, desde luego, son concluyentes. Para la IFFHS la Super Liga griega, entre 2001 y 2010, era la 12ª competición mundial y, en estos momentos, ocupa la 22ª posición. En el coeficiente UEFA, el retroceso también es evidente: mientras entre 2002 y 2007 Grecia siempre se mantuvo en el top8, ahora ha bajado cuatro puestos en el global de 2009 al 2014 y, en las dos últimas temporadas, se encuentra 16º por detrás de países como Bielorrusia o Noruega. Un bajón provocado porque, por ejemplo, este año el Xanthi, el Asteras Tripolis y el Atromitos cayeron en las rondas previas de la Europa League, y el PAOK, que no logró clasificarse en las de Champions, perdió en dieciseisavos ante el Benfica. Sólo el Olympiakos de Michel mejoró las expectativas, lo que es todo menos una casualidad. El club de Evangelos Marinakis, importante naviero griego, ha salido campeón en 16 de las últimas 18 ligas y, por si fuera poco, la crisis ha aumentado las diferencias con sus perseguidores. Si antes hablábamos de que la Super Liga había gastado 14M en fichajes, hay que matizar que 12 de esos millones salieron del bolsillo del Olympiakos y que sólo otros cuatro equipos pudieron invertir más de un euro. Una diferencia evidente y palpable que, unido al descenso de AEK y Aris, ha convertido a la competición helena en una de las más polarizadas de Europa.
Como causa y consecuencia simultánea de este bajón de nivel y competitividad también se encuentran los problemas que está teniendo el deporte base para lograr financiación. Andrés Mourenza, periodista español residente en Grecia que ha retratado varias veces en sus artículos como deportes menores están necesitando de iniciativa privada ante la falta de subvención pública, exponía como ejemplo de esto el mal estado de las instalaciones de los Juegos Olímpicos de Atenas (2004), que no están teniendo un uso práctico. Para ver en cómo afectan estas cuestiones tanto al fútbol como al deporte griego tendrán que pasar unos años, pero Sergi Pagès sí identifica un primer proceso que involucra desde la liga griega hasta a la selección: «Por suerte, el fútbol griego sigue dando buenos frutos y van saliendo jóvenes con proyección, como el caso de Fetfatzidis, Kapino, Klonaridis, Vlachodimos, Stafylidis, etc. En lo que sí está afectando es que estos jugadores se están marchando muy pronto de Grecia, ya que en cuanto destacan los clubes (a excepción de Olympiacos y, en menor medida, PAOK) no pueden retenerlos. Así, vemos como muchos de ellos saltan al extranjero con 20 años pero con poco rodaje, cosa que a veces les perjudica».
Pese a todo, ahora mismo Grecia es un destino prioritario para los jugadores españoles.
Con todo esto, ¿cómo es posible que la Super Liga también sea noticia porque es la competición extranjera con más jugadores españoles tras la Premier League? Desde Roberto (Olympiakos) hasta Rubén Suárez (Xanthi) pasando por David Cerrajería (Platanias) son treinta los españoles que se encontraban a comienzo de año en Grecia. La primera de las respuestaEl futbolista español es muy valorado en Grecia por su calidad nos la da José María Cases, actual futbolista del Panthrakikos, apuntando que «ahora los jugadores españoles, lleguen donde lleguen, gozan de prestigio por los éxitos tanto de la selección como de los equipos». Jugadores que, además, suelen diferenciarse muy fácilmente de lo que hay en Grecia. Con mayor o menor nivel, el futbolista español destaca. «En España es complicado porque hay muchos jugadores de calidad, pero aquí se valora mucho ese talento. En cuanto haces dos o tres cosas diferentes a lo que están acostumbrados sales siempre en la prensa», reconoce el propio Cases, quien ya ha sido vinculado con el Besiktas turco después de haber llegado hace unos meses al país desde un Segunda B como el Alcoyano. Y es que ir a Grecia, en estos momentos, tiene mucho de oportunidad. Su primo, José Manuel Roca, incide en este aspecto. «Yo le recomendé a José María que viniera porque iba a cobrar, como yo hice en su día pese a algún retraso, pero sobre todo porque podía dar un salto en su carrera. Si España no te da la oportunidad, tienes que buscarla fuera», comenta para continuar retratando una crisis con dos direcciones diferentes: «Hace unos años hablaba con compañeros de venirse a Grecia porque mi equipo los quería y ellos me decían que se quedaban en España, que estaban bien. Pero ahora son ellos los que nos llaman para ver si les encontramos un hueco».
José Manuel Roca sabe de lo que habla. Llegó a Panthrakikos en 2007, pasó luego al Olympiakos Volos y, hasta hace unas pocas semanas, lo tenía como líder de Segunda en su primer trabajo como técnico. En estos siete años de aventura, él mismo ha estado presente en cómo ha afectado el desembarco español a la liga: «No es algo compacto, porque al no haber cupos puede haber un equipo sólo de extranjeros, pero sí que es verdad que los españoles aportan cosas diferentes. A partir de que Valverde llegara con españoles, es como si todos quisieran españoles en sus equipos». De esta manera está destacando el propio José Maria Cases, pero también Lucas Pérez en el PAOK o David Torres en el Platanias Chania. Un cambio en el que están presentes jugadores de muchas otras nacionalidades, pero que también tiene su matiz negativo. «Vienen muchos jugadores a intentar destacar individualmente, a buscar que su equipo sea el trampolín, y eso hace que muchos equipos no jueguen de forma colectiva sino a base de individualidades», nos reconoce José Manuel. Sin duda, en este sentido, la Super Liga ha perdido caché.
Inevitablemente, la asistencia a los estadios se ha visto afectada y los problemas han aumentado.
Los problemas económicos, el descenso de nivel y la falta de competitividad han afectado a la relación del aficionado con el fútbol, pero antes de entrar de lleno en cómo lo ha hecho primero hay que comprender lo qué significa el deporte para el pueblo griego. Y, para contextualizarlo, no hay nada mejor que preguntar a Marc Roca:
La característica más singular y relevante de la antigua civilización griega es el paso del mito a la razón, un proceso que sentó las bases del pensamiento occidental. Los antiguos griegos pretendían reducir la experiencia del mundo a principios racionales universales en oposición a las explicaciones mitológicas del universo. Este pensamiento encontró en el ser humano su mayor foco de interés y en la pedagogía, el estudio de los procesos de aprendizaje que permitirían el desarrollo óptimo de los individuos.
Es en este marco en el que se fundamenta la importancia capital del deporte en la antigua Grecia. Antaño vinculados a los ritos funerarios, como en tantas otras culturas antiguas que despedían a sus fallecidos exhibiendo el vigor de los vivos, los juegos deportivos pronto ganaron mayor presencia en la sociedad griega como parte principal de un programa complejo que promovía el desarrollo óptimo del individuo en todas sus facetas. Así el deporte se erigió en una actividad fundamental para asegurar la salud física de los ciudadanos, pero su importancia no se limitaba al ámbito corporal. La actividad física disciplinada y su desarrollo competitivo se concebía como un requisito fundamental en la formación intelectual y moral del individuo, y de hecho las competiciones atléticas no se diferenciaban de las competencias donde se ponían a prueba otras habilidades de gran relevancia pedagógica. Poesía, teatro y música compartían calendario y espacios con saltos y lanzamientos, carreras y artes marciales, y las grandes citas deportivas devenían fechas señaladas para la exhibición cultural.
Fueron los antiguos griegos quiénes definieron el deporte como un componente esencial de la cultura humana, como un ámbito tan útil y necesario para el desarrollo del individuo como esas disciplinas intelectuales con las que relacionamos inmediatamente a las grandes figuras del pensamiento clásico.
Hace un par de años Vitolo (Aris, PAOK y Panathinaikos) ratificaba la importancia del fútbol en la actualidad: «La gente, para evadir los problemas de su vida diaria, se aferra al fútbol como vía de escape para no pensar en lo dura que está siendo la crisis». Sin embargo, pese a este aspectoLa asistencia a los estadios ha caído un 50% en sólo cuatro años cultural, cada vez hay menos aficionados en los estadios. En 2008 se promediaba 6.671, en 2010 subió a 7.617 y, desde entonces, ha caído hasta los 4.056 actuales. Es decir, un 50% menos en sólo cuatro años. Ni siquiera el dominante Olympiakos se salva, habiendo bajado en este tramo de los 27.000 espectadores a los 17.000. «Hay partidos de Super Liga donde hay mil personas», comenta José Manuel Roca para finalizar con un «ya ni te cuento en Segunda, donde hemos ido a partidos en los que estaban los árbitros, los presidentes y, si acaso, cien personas». «En la pasada final de Copa entre el Olympiakos y el Asteras en el Estadio Olímpico, sólo estaban ocupados los extremos. No había nada entre medias», nos dice Andrés Mourenza. En este duro proceso, los clubes han ido rebajando el precio de las entradas para adaptarse a la situación, pero ni por esas. Los griegos, tan latinos o más que los españoles, acostumbrados a hacer vida en la calle y disfrutar del fútbol, se han alejado de los estadios. Como reflexiona José Manuel, «antes te quedaba para el café y para el fútbol, pero ahora casi que los domingos ya no puedes ir ni al campo«.
Los que sí que han permanecido en los estadios, e incluso se han visto incrementados, son los episodios de violencia relacionados, entre comillas, con el fútbol. Y es que, a la eterna rivalidad entre hinchadas, se le ha sumado en los últimos años dos factores que han avivado el fuego: la crisis deportiva y, por supuesto, la inestabilidad social. «El aficionado griego vive el fútbol de manera muy pasional, lo que es útil a veces para calmar los sentimientos negativos si están bajo circunstancias controladas. Por desgracia, ha habido bastantes incidentes violentos en los últimos años y algunos, sin duda, podrían relacionarse con la problemática situación de la sociedad», nos reconoce Antonis. Así sucedió en uno de los últimos Panathinaikos – Olympiakos, el cual se tuvo que suspender antes de finalizar, o en el partido que sellaba el descenso del AEK de Atenas, en el que los jugadores tuvieron que huir ante la invasión de su propio público.
La solidaridad entre equipos parece la única vía para mantener viva la competición.
Dada la situación y la propia opinión del pueblo griego, el cual ve muy lejos el final de la crisis, cuesta imaginar lo que puede suceder a corto plazo. «Estamos ahora en una situación parecida a cuando cayó el sistema socialista en el Este de Europa. Quizás haya mejores o peores cifras macroeconómicas, pero a nivel de gente va a seguir subsistiendo una precariedad muy grande», opina desde allí Andrés.
Tomando el ejemplo en lo meramente deportivo, el «reinicio» que pueden sufrir varios clubes griegos que, de una manera u otra, han estado teniendo presencia en Europa, podría ser muy similar al que en los noventa sufrieron muchos equipos de Europa del Este. José Manuel Roca, quien ha visto la situación desde los terrenos de juego y desde los banquillos, cree que sólo hay una manera de, al menos, limitar los daños: «La solución es ser más solidarios en cuanto a las ayudas. Está muy mal repartido. Por ejemplo, nosotros si subimos esta temporada tenemos tres millones de euros que te da la federación directamente. En cambio, un equipo que se queda en Segunda tiene sólo 200.000. Una diferencia abismal. Por eso aquí nos damos patadas para ascender. O asciendes o no sobrevives». Es evidente que hay muchos problemas, demasiados problemas, que difícilmente se van a poder solucionar desde dentro, pero se está trabajando en ello. «En ese sentido hemos tenido reuniones de entrenadores y con el presidente de la federación, buscando que las ayudas sean un poco más equitativas. Si no, al fin y al cabo, va a pasar lo que está pasando, que Olympiakos ya ha ganado la Liga con varias jornadas de antelación», revela José Manuel.
«Esta es una oportunidad para los humildes saneados, nuevos empresarios que quieran aceptar el reto o, simplemente, para un nuevo inicio de varios clubes. Por supuesto que el fútbol griego está inmerso en un periodo muy complicado, pero también podemos aprovecharlo para dar una oportunidad a los jugadores griegos más modestos que, quizás, así demuestren su valía en beneficio de la selección«, comenta Antonis Mantikos de forma moderadamente optimista. Sea como fuere, viendo el vaso con algunas gotas o viéndolo totalmente vacío, lo que es irrebatible es que el pueblo griego merece estar en condiciones de poder volver a disfrutar con el deporte. Las dificultades económicas, la problemática social o la devaluación cultural no se van a arreglar en un sólo campo de fútbol. Ni siquiera en uno en el que se juega un Mundial. Pero por algo se empieza. «No tengo expectativas irracionales con Grecia en Brasil, pero lo que sí que quiero ver es a un equipo con pasión y entrega para enorgullecer a los griegos», finaliza Antonis. Ojalá sea así. Ojalá el fútbol sea, de nuevo, un pequeño rayo de luz que aporte un poco de ilusión cuando todo lo demás falla.
Abel Rojas 31 marzo, 2014
– Adrián San Miguel, Beñat, Nono, Pozuelo y Vadillo.
– Andrés Fernández, Azpilicueta, Monreal, Javi Martínez, Orbaiz, Raúl García y Roberto Torres.
– Gámez, Iván González, Apoño, Recio, Edu Ramos, Portillo, Samu y Juanmi.
– Yoel, Castro, Costas, Mallo, Oubiña, Álex López, Madinda, Iago Aspas y Santi Mina.
– Guaita, Navarro, Alba, Bernat, Míchel, Isco, Silva, Fede y Alcácer.
– Mario, Bruno, Trigueros, Cazorla, Hernán Pérez y Moi.
– Carlos Martínez, Zaldua, Iñigo Martínez, Mikel, Illarramendi, Rubén Pardo, Gaztañaga, Zurutuza, Xabi Prieto, Griezmann y Agirretxe.
– Lass Bangoura, Embarba, Leo Baptistao y Negredo.
– Javi López, Raúl Rodríguez, Amat, Torrejón, Jarque, Baena, Gómez, Javi Márquez y Thievy.
– Varas, Sergio Ramos, Fazio, Alberto Moreno, Puerta, Barragán, Campaña, Luis Alberto, Capel, José Carlos, Rabello y Reyes.
– Amorebieta, San José, Ekiza, Iraola, Iturraspe, Gurpegi, Iñigo Pérez, Ruiz de Galarreta, Ibai, Muniain y Llorente.
Más Atlético, Barça y Madrid.
Lo que quiero preguntar es: ¿es esto lo único que separa a España de un destino similar?
Es más, ¿será suficiente?
El rendimiento TOP que han ofrecido los canteranos españoles a sus clubes o la inyección económica que supusieron para sus arcas ha tenido que significar un ahorro que no sabemos medir. Y aun así, estamos hasta el cuello.