A un pestañeo de reemprender su andadura europea, durante las dos últimas jornadas el Mónaco de Leonardo Jardim ha asestado al campeonato francés sendos golpes de autoridad. La semana pasada manteniendo a raya al Paris Saint Germain campeón de la Ligue 1 las anteriores cuatro ediciones, y ayer imponiéndose con contundencia al aspirante Niza de Lucien Favre y Mario Balotelli. Los del principado, sobre el césped, transmiten el aplomo de un equipo redondo, difícil de atravesar y más difícil todavía de contener. Seguro atrás, fluido en medio y certero arriba. Un conjunto muy equilibrado, controlado desde sus respectivas atalayas por los dos mediocampistas centrales. En un Mónaco muy definido a partir de sus parejas, la que conforman Fabinho y Bakayoko se erige como una de las principales claves de su éxito.
Brasileño y francés son dos futbolistas con diferencias de cuya mezcla obtiene Jardim una receta especialmente armónica. Imponentes físicamente los dos, Fabinho es la parte más cerebral del dúo, la más mesurada en el plano posicional y la más limpia en el contacto con el cuero. Acostumbra a ser la más controlada, la que ofrece a los centrales el receptor más claro -si es preciso situándose entre ellos- y la que a medida que se desarrolla la jugada va orientando su juego según lo que ésta vaya reclamando de él. De lectura ajustada, probablemente no sea preciso señalarlo como el director del juego en un equipo que con tanto mimo descubre la mediapunta para que tanto Bernardo Silva como Lemar puedan asumir desde ella un protagonismo superior en el juego, pero sí que resulta el elemento más calculador de la medular monegasca.
Dos perfiles distintos pero afines en el corazón del Mónaco.
Si Fabinho es la pieza que está donde tiene que estar, Tiemoué Bakayoko es la que llega allá donde tiene que llegar. Inabordable a nivel físico, el galo es de la pareja quien más capacidad tiene para soltarse y, a la vez, de recuperar metros. De larguísima zancada, su conducción es poderosa y cuenta con una habilidad para abrir camino que remite a antiguos portadores de su misma camiseta. Menos comedido sin balón que su acompañante, tiene la virtud de ensombrecer una gran cantidad de terreno de juego a medida que se aproxima al poseedor del cuero. Lo abarca todo. Tanto en el achique como en la cobertura, suerte en la que se alterna con Fabinho dependiendo del perfil por el que avance su adversario, contribuye decisivamente a que la parcela central de la medular monegasca, por momentos, dé la impresión de estar minada.
Esta capacidad de Fabinho y Bakayoko de fortificar su carril, es uno de los factores clave en los planteamientos propios y ajenos cuando el Mónaco mide fuerzas con cualquiera de sus contrincantes. Bien porque expulsan hacia los carriles cualquier intento rival de progresar -vs. PSG-, bien porque aúpan la presión de puntas y mediapuntas asegurando su posición, bien porque fijan con su altura sobre el campo la línea del primer gran escollo o porque, simplemente, se imponen en sus respectivos duelos cuando un adversario pretende recibir el balón por dentro aprovechando la recuperación como punto de inicio del ataque -vs. Niza-, a los mediocentros de Jardim corresponde la temperatura del encuentro.
Foto: VALERY HACHE/AFP/Getty Images
Pedro Lampert 5 febrero, 2017
Interesante como ha cambiado el Mónaco en relación a 2014-15. De repliegue y contra a presión media/alta y transiciones. Y en eso creo que tiene mucho que ver la pareja Fabinho-Bakayoko (al final ya no está Toulalan). Y creo que Tiemoué está para ser el siguiente bicho defensivo del mediocampo de la Champions. Seguramente sea lo más cercano a Casemiro que haya.
Aunque creo que la gran identidad del actual Mónaco sean sus laterales. Por más que Bernardo y Lemar tengan (mucho) protagonismo con balón, el sistema está diseñado para que Sidibé y Mendy corran por las bandas. Y qué buen entrenador es Leonardo Jardim. Versátil y claramente el equipo que ha armado tiene mucho de su parte (no se ficha a Djibril y Benjamin en un mismo mercado sin tener la idea que ha puesto en práctica el portugués).