“Un equipo alcanza su máxima expresión cuando diez jugadores consiguen que el undécimo desarrolle su mayor potencial”. Esta, que la escuché en más de una ocasión en las múltiples tertulias que teníamos habitualmente en ese maravilloso sitio que todos hemos conocido cariñosamente como ‘Villa Ecos’, es una de las muchísimas cosas (y que el autor me perdone si no he conseguido reproducir correctamente todas sus palabras) que me llevo en la maleta de esta preciosísima experiencia con tod@s vosotr@s. Yo llegué formalmente a Ecos del Balón en 2018, con la temporada ya muy encarrilada y la Copa del Mundo a la vuelta de la esquina, y recuerdo perfectamente que la negociación -si es que podemos llamarla así- no necesitó extenderse mucho más allá de lo que dura un café con leche. Por no alargase, de hecho, os aseguro que ni siquiera llegué a acabarme aquella taza de cerámica cuando ya estábamos hablando del momento en que nos sentaríamos juntos a trabajar por nuestra estrella, que es y será siempre la misma: ECOS.
Estos días, ahora que todos tenemos un poco más de tiempo para pensar y conocernos mejor, he traído ese momento varias veces a mi mente. Y os aseguro que en todas esas ocasiones, cuando Fernando me lo plantea, la respuesta siempre ha sido afirmativa. En Ecos he aprendido muchas más cosas que durante mis cuatro años en la Universidad. He aprendido de fútbol y de periodismo, pero sobre todo he aprendido cosas realmente útiles para la vida. Y todas las cosas vividas dentro y fuera de aquellas paredes, siempre con los colores de un equipo que me ha hecho sentir su confianza en todo momento, ya forman parte de un aprendizaje verdaderamente impagable. En ECOS he sido muy feliz.
Ecos apostó muy fuerte por mí. Lo sé. Lo hizo Fernando Ajenjo, y lo hicieron Alejandro Arroyo, David de la Peña y Tamarán Junco. Cuatro gigantes. Cuatro súper profesionales. Pero sobre todo cuatro grandes personas. Cuatro de los mejores que he conocido hasta ahora, y sé seguro que cuatro de los mejores que conoceré siempre. Sus nombres en la agenda de mi teléfono móvil, la certeza de que siempre podré contar con ellos para lo que sea necesario, como también lo sé de los muchos otros que han pasado por esta casa, incluidos Miki, Quique y los chicos de MUTU, es el mejor tesoro que me llevo en la maleta. Soy un afortunado.
Pero no pretendo que este texto sea una ristra enorme de agradecimientos con nombre y apellido, porque ya me he encargado previamente de que todos los que han estado conmigo durante estos años sepan la enorme gratitud que les guardo de corazón, sino una oportunidad para agradeceros a vosotr@s, a los que ahora estáis leyendo esto, lo querido y respetado que me habéis hecho sentir desde el primer momento. A decir verdad, siento realmente haber esperado tanto tiempo para hacerlo, pero me gustaría aprovechar este texto para agradeceros profundamente lo fácil que también vosotr@s me lo habéis puesto. A los que se quedaron desde un primer momento, porque fueron una energía muy necesaria aquellos días de tantos cambios para todos, y a los que en algún momento, con mayor o menor asiduidad, se han detenido un ratito a compartir su visión del fútbol con nosotros, que habéis sido muchos, muchísimos durante tiempo, en algo en lo que nadie nunca tendrá razón. Ni antes ni desde ahora. Nosotros tampoco.
Desde el primer texto hasta este último, desde el primer vídeo hasta el último que hicimos, y desde la primera vez que encendimos la mesa de la radio y hasta que los podcast dejaron de sonar, mi mayor recompensa ha sido el cariño que siempre nos habéis transmitido. Y os aseguro que ese calorcito es un premio enorme en una casa que no había calefacción que calentara durante los meses de invierno. En Ecos entré con la maleta más grande que tenía en el armario, dispuesto a llenarlas de experiencias, y ni en mis mejores sueños llegué a imaginar que algún día podría hacer inventario de tantas y tan buenas cosas. Los mejores nunca han estado en Ecos… Los mejores sois vosotr@s.
ECOS es un modo de vida. Es mucho más que una web, un programa de radio o un canal de YouTube. Tampoco es un proyecto periodístico. ECOS es y será siempre su gente. Su comunidad. Sus comentarios. La compañía que nos han hecho sentir hasta el último momento. Ecos del Balón es un proceso. Un aprendizaje. Y hoy cierro la puerta de esta casa con la convicción de que salgo siendo una mejor persona de la que entró. Y esto, creedme, también es gracias a tod@s vosotr@s. Incluso las propias despedidas tienen un final, y este quiero que suene a ritmo de Badfinder, como en mi serie favorita:
“Guess that’s all I have to say
Except the feeling just grows stronger everyday
Just one thing, before I go
Take good care”.
–
“Supongo que no tengo nada más que decir,
salvo que el sentimiento se hace más fuerte cada día.
Solo una cosa antes de que me vaya,
cuídate mucho”.
(…)
dAVID 12 mayo, 2020
Mucha suerte