El talento siempre prevalece. Y por eso mismo la Real Sociedad se impuso anoche al Mirandés en el primer asalto de las semifinales a doble partido de la Copa del Rey. Pero la sensación general es que, sin ánimo de entrar a valorar casos más concretos, el cuadro de Imanol Alguacil atraviesa un momento de debilidad física. Las piernas obviamente no responden igual que en septiembre. Y ese cansancio acumulado, muy palpable durante la segunda mitad ante los de Andoni Iraola, pesa. Y pesa en las extremidades, pero sobre todo en la cabeza, de todos los jugadores de esta Real Sociedad. En todos menos en uno. El único que por puro talento, por calidad diferencial, demostró que, cuando el oxígeno no llega hasta los músculos y el cerebro, la técnica es lo único que realmente aguanta.
Odegaard volvió a ser el mejor de la Real por pura calidad
A pesar de completar el partido con la luz de la reserva constantemente encendida, el futbolista noruego tiró de imaginación y recursos para inventarse varias acciones de verdadero valor gol para los suyos. Esa destreza con la que Odegaard hace y deshace a través del giro y el pase, y para la que, a decir verdad, tampoco le hace falta estar en su nivel más óptimo para ser realmente diferencial, como volvió a ocurrir anoche, es una capacidad innata que en España, durante estos años, solo un futbolista ha conseguido hacer de lo mortalmente excepcional algo absurdamente normal. Por esto, lo de Martin Odegaard es tan serio.
Dominando con suma maestría ese pase que, filtrado por abajo o picado por alto, tenso o bombeado, habilita y pone en ventaja a Oyarzabal y Portu, los dos extremos de la Real Sociedad, Odegaard dejó ayer unas cuantas jugadas de máxima utilidad para los suyos. Si bien es cierto que Oyarzabal -uno de los que más está acusando ese agotamiento- e Isak, siempre por delante de Odegaard y generalmente también por delante del balón, no estuvieron tan acertados como en otras ocasiones, quien mejor volvió a entenderse y complementarse con el noruego fue Portu. Desde la derecha, estirando a través de su desmarque de ruptura, el murciano le dio a la Real Sociedad una serie de argumentos que, posicionándose más abierto o más cerrado, alejado siempre del balón, fijando, ensanchando o aclarando zonas de acción, le permitieron al equipo acelerar en campo contrario a pesar del buen partido que completó el Mirandés, en primer lugar, y de las trabas que, físicas o tácticas, el equipo donostiarra ‘se impuso’ a sí mismo.
El Mirandés de Andoni Iraola es un equipo muy bien construido
Sin presionar directamente con Matheus Aiás+Antonio Sánchez, los dos futbolistas más adelantados en el 4-4-1-1 (en fase defensiva) de los de Andoni Iraola, sobre Le Normand y Elustondo, los dos centrales de la Real Sociedad, el Mirándes consiguió a través de su posicionamiento en bloque medio, con los dos pivotes (Malsa y Guridi) y el esfuerzo de sus extremos (Merquelanz y Rey), hacer dudar a su rival hasta el punto de que, lastrado con tanto pase hacia atrás o en diagonal que no le permitía avanzar y le quitaba espacio a la recepción de Odegaard y Mikel Merino, Alguacil se vio obligado en el último tramo a introducir a Guevara como pivote para retrasar a Zubeldia (que en la primer parte se posicionó varias veces entre centrales para generar una situación de ventaja numérica) a la defensa. Una prueba fidedigna de lo mucho que aún le queda a Alguacil por invertir en sus centrales en este tipo de situaciones, y, sobre todo, de lo bien organizado y competitivo que es el Mirandés.
AdrianBlanco_ 14 febrero, 2020
Cualquier momento es bueno para hablar de este chico. Aun sin estar tan fresco como en la primera vuelta, en una Real Sociedad que va con el tanque justo, Odegaard volvió a dejar acciones que eran gol o gol. Es de locos.