Un síntoma inequívoco de competitividad es hacerle pensar y creer al aficionado que hasta el último momento ese equipo va a lograr generar peligro o acoso. Otro, por ejemplo, es comprobar cómo responde mentalmente aquel que es ampliamente dominado y que apenas puede salir de su propio campo. El Valencia – Real Madrid de la jornada 17 llegó en un gran momento para ambos equipos y por eso se pudo disfrutar de un gran encuentro en el que el colíder del campeonato llevó todo el peso y la iniciativa del choque ante un Valencia de techo bajo, con bajas sensibles y una disposición de circunstancias, que puso de relieve el cariz competitivo del que se ha hecho acreedor de la mano de Albert Celades. Ambos colectivos mostraron lucidez y dificultad, pero siempre bajo un tono de credibilidad propio de su buena salud como equipos.
Bien es cierto que el Valencia aún no puede aspirar a dominar un partido desde su plan más ambicioso. Menos ante un Real Madrid. Y así comenzó la noche, con un equipo blanco que volvió a tirar de Isco Alarcón y un reparto espacial espontáneo, no tan sistemático, lógico cuando el malagueño se mueve libremente y sus compañeros van compensando sus trazos para darle a la jugada el combo de apoyo, amplitud y referencias para dominar. Visto de cerca o de lejos, los de Zidane dominaron con soltura desde su circulación. Moviendo el bloque valencianista de lado a lado y por dentro hasta achatar sus líneas poco más allá de la frontal, los visitantes lucieron movilidad, movimiento, sincronización y precisión para dar con uno de los dos aspectos más anhelados por toda fase ofensiva que involucra a sus diez jugadores en el dominio del campo rival: la recuperación del balón como fruto maduro, consecuencia del buen trato del balón y la ocupación de los espacios.
El Madrid dominó con soltura la primera mitad, aunque sin remate
Se dice que sólo consiguió esa recuperación tras pérdida, que fue continua y absoluta consecuencia del control y dominio, porque la más preciada, la de la profundidad o generación de ocasiones, no llegó. Esta vez, Rodrygo, sin posición fija, más como segundo punta junto a Modric que como extremo del lado débil, invertidos o modificados los roles al no estar Hazard y sí Isco, se quedó corto en ‘punch’, lo que sumado a que Valverde, mediocentro en lugar de Casemiro, no pudo sumarse desde segunda línea, hizo al Real Madrid quedarse sin punta en el lápiz. El Valencia resistía aunque no podía salir a la contra, su principal aval.
Celades tuvo que recurrir a un 4-1-4-1 que igualara fuerzas en la medular ante el cúmulo de centrocampistas blancos. Las bandas, ocupadas por Ferran y Wass, debían realizar un continuo esfuerzo y concentración en defensa, lo que dejaba muy solo a Rodrigo como más avanzado para cazar la primera recepción y poder lanzar, una situación que, sin ‘9’ que le fijara los centrales, dejó al Valencia sin ese escalón intermedio que tan maravillosamente gestiona Moreno. Si además se añade que en derecha, Jaume Costa y Wass sonaban redundantes en tareas de contragolpe, la transición che era del mismo valor que el remate madridista. Punta redonda y poca salida.
Celades cambió piezas y recuperó balones algo más arriba
Lo que ocurrió en el segundo tiempo también merece capítulo aparte. Celades buscó en sus relevos un extra de energía para poder respirar ante la cantidad de minutos que sus hombres estuvieron pendientes de tapar espacios o de recuperar la pelota. Sin recompensa anímica que llevarse a la boca tras estar tantísimos minutos sin enlazar dos contras seguidas o minutos de descanso con balón, el Valencia pudo ir alternando momentos más alzados en su defensa. Al Madrid no le sentó demasiado bien tener tanto dominio y no poder materializar, pues el paso del tiempo repercutió en la fluidez de su juego. Parejo comenzó a entrar algo más en juego y el Madrid perdió ese tangible que explica una presión tras pérdida como valor de su circulación de balón. Deteriorado el juego de apoyos y combinaciones, el Valencia comenzó a recuperar más, y aunque fuesen robos abajo, sí encontraba ese primer espacio al que el Madrid ya no llegaba por haber dado menos pases previos. Consecuencia: el Valencia salía y corría. Hasta adelantarse. Con quince minutos por delante, no le quedaba demasiado en el tanque al Valencia para jugar a otra cosa que no fuera aplicarse atrás y achicar agua y en un saque de esquina el Madrid encontró el premio que no halló en los primeros 45 minutos.
nexus_dum 16 diciembre, 2019
Me hace gracia la incidencia de los medios en las bajas del valencia y el desgaste fisico cuando el madrid tenia a 4 titulares de baja y 24 horas menos de descanso para este partido , aparte de eso el partido fue de mucha calidad y muy entretenido cada uno haciendo muy bien lo que domina.El Valencia logro zafarse de la presión tras perdida del madrid apartir de los 15 minutos finales del primer tiempo .El madrid necesita a Vinicius sin Hazard no intimida al espacio nada.