La paradoja del modelo futbolístico español post2012 reside en necesitar un control mayor de la pelota como medida para defender lo menos posible cerca de su área sin tener la recordada excelencia técnica de una generación única. Si además sumamos que el modelo se horizontalizó por el camino y obligó a sus líderes del banquillo a buscar patrones y perfiles que atacaran el área y generaran flujo de ocasiones, el equilibrio entre técnica, profundidad y calidad defensiva tras la pérdida se vuelve realmente complicado. España llegará a la Euro 2020 tratando de estirar la manta en todas direcciones pero sabiendo que a todas no podrá llegar. Hay otros futbolistas, otras carencias y posibilidades. Y lo que aún no ha quedado claro es cuál es la virtud diferencial que le permitirá soñar.
En la etapa que está comandando Robert Moreno, España ha encontrado pequeñas o grandes dificultades para equilibrar lo que por otro lado o dirección han supuesto riesgos. Con el objetivo de profundizar en campo contrario y provocar la llegada de segunda línea y la verticalidad y agresividad de sus mediapuntas armando la pierna, España tiene que concienciarse de estar mucho más preparado para la pérdida de balón. Ayer, en su visita a la Noruega de Lars Lagerback, sumando un 62% de presión, Moreno optó por un dibujo y un mediocampo inusual en su trayectoria, modificando el rol de algunos jugadores con respecto a la amplitud y el desborde en banda. Ceballos y Ruiz a los lados de Busquets y Saúl, con Oyarzabal y Rodrigo en punta y Bernat y Navas por fuera llevó a los hombres de banda a interpretar con mucha finura su rol, a medio camino entre el pase horizontal y de continuidad y la ocupación de las zonas intermedias de la defensa noruega.
Robert optó por un 4-4-2, con Ceballos y Fabián en los costados
El resultado de la propuesta, más allá de la lucidez con la que está regando Fabián Ruiz sus minutos como titular, encontró control pero no mucho más. La idea siempre fue atraer dentro con un interior y uno de los puntas en apoyo para ‘picar’ a un lateral y liberar en sincronización a Bernat o Navas en carrera. Lo que, sin embargo, más sufrió España fue, nuevamente, defenderse en situaciones de transición o ante acoso. Las piezas con las que cuenta, y sabiendo que tarde o temprano va a perder más pelotas ante el aumento de la intensidad defensiva o altura en la presión, dejan algunas dudas para sostener la salida y contraataque del oponente. Es ahí, entre la búsqueda de la profundidad y el balance defensivo si la pérdida no es presionada o de mala calidad, donde nace el rol de Saúl Ñíguez.
El mediocampista del Atlético de Madrid es el que mejor legada desde atrás atesora en cualquier posible convocatoria. Si la circulación es ágil lejos de su zona de influencia, su capacidad para morder la segunda jugada o disparar y rematar llegando surgen como recurso importantísimo. Sin embargo, es también su figura, y así está siendo vista, la que más capacidad tiene de recuperar metros hacia atrás y frenar las progresiones del rival. Si Saúl queda eliminado por la jugada, España sufre mucho más de la cuenta. Ahora mismo, el mediocentro y los centrales con los que puede contar Robert Moreno, a campo abierto, están sufriendo… demasiado. Quizás, el talón de aquiles España en la próxima Euro.
Permafr0st 14 octubre, 2019
Qué difícil y qué largo (de hecho ni siquiera ha empezado) se le está haciendo a España el tránsito para relevar a los Sergios (Ramos y Busquets)
Ni cotiza que si Piqué e Iniesta aún fueran seleccionables estarían jugando. La sucesión a los mejores es difícil en todas partes (vease Alemania) pero en pocos sitios se trata de aplazar, retrasar suspender …como en España.
Y eso se paga en pérdida de competitividad, por lo que unos han dejado de ser y por lo que impiden a los otros llegar a ser