La noche dio para mucho, como en todos los Sevilla-Real Madrid. Y allí, el conjunto blanco visitó el feudo con más ritmo en este inicio de Liga para entender la cita como una oportunidad de sumar un plus de sufrimiento necesario entre tanta zozobra. El ánimo corría de parte de un Sevilla que se quedó muy lejos de inquietar a Thibaut Courtois, a pesar de tener a esta hora del campeonato más fluidez para progresar en el juego, mediante salida y combinación, al menos a nivel de sistema, que el ya colíder madridista. Fue ahí, con el pasar de los minutos, donde el Madrid comenzó a entender el camino que le queda por recorrer como equipo, pasando a activar primero una presión alta y después un repliegue intensivo cortoplacista, en el que Eden Hazard no escatimó en ofrecerle ayudas defensivas a un infranqueable Ferland Mendy, en una noche humilde de los de Zidane, capaces de recordar lo que siempre supuso, y sigue suponiendo, Jesús Navas en banda derecha en clave memoria blanca. Así frenó y suturó el Real Madrid dos heridas, la suya propia y las virtudes del rival, de una sola puntada.
Los equipos intercambiaron presiones altas pero el repliegue blanco fue determinante en el devenir del encuentro
Quien sabe si el Sánchez Pizjuán, el estadio que tantas otras veces, sin ir más lejos la temporada pasada, abrió una grieta en el entramado anímico y futbolístico del Real Madrid, podrá servir para establecer el primero de los puentes que aún tiene que edificar Zinedine Zidane. Entre otras cosas puede serlo porque la actuación de Ferland Mendy, portero de la banda izquierda ante una gran versión del doble extremo sevillista, Navas-Ocampos, significó para el equipo blanco un hombre fiable capaz de entablar un muro con foso en su zona de acción. Fue allí desde donde puede comenzar a entenderse la victoria. El arranque de temporada del Real Madrid se está caracterizando por encontrar más continuidad defensiva que ofensiva, principalmente fuera de casa, cuando puede ordenarse simétricamente y sumar tramos largos sin conceder ocasiones.
Julen Lopetegui armó su reconocible 4-3-3 en el que Ocampos y el ‘Mudo’ arrancarían a pie cambiado, movimientos sinónimos y angulares de una posesión dominante en número y con espacio constante para las subidas de Reguilón y Navas. Sabiendo que el Madrid no es un equipo generoso en el esfuerzo de manera continua y virtuosa, que no radica ahí una virtud esencial en su ADN, el técnico vasco pensó que allí, ya fuera tras robo en campo propio y transición a espalda de laterales o extremos, o exigiendo a Bale y Hazard un retorno en ataque posicional para castigar la ausencia de vigilancias, el equipo sevillista dio continuidad a su ritmo alto y planteó un partido directo, del que el Real Madrid se contagió sin capacidad para templarlo. Se contaron demasiados errores y se asomó a esa cuestión la posibilidad de que la calidad visitante constara en un hipotético intercambio de golpes.
El Sevilla viene echando en falta mucha más imaginación o determinación de su parcela ofensiva. Zidane cerró espacios y sumó confianza
A los dos equipos les costó traducir la posesión en progresión y la progresión en profundidad. Aunque el ritmo fue alto, la continuidad en el juego encontró mucha dificultad. En clave hispalense ocurrió lo que se deja intuir del techo de la plantilla. Y es que sus recursos individuales no logran elevar el nivel de juego hacia la intimidación o determinación en los últimos metros. Lopetegui cambió a Ocampos y Vázquez de banda y el ex del Marsella comenzó a crecer y a picotear con mucha agresividad, sobre todo con balón. Por contra, al Real Madrid también se le atragantó su ataque posicional, principalmente a la hora de ganar situaciones de ventaja numérica en los picos del área. La figura del interior que rompe a portería y la diferencia ofensiva entre Mendy un buen Marcelo impidieron a los blancos reproducir algunas jugadas del pasado que deberá reimaginar si apuesta por James como tercer centrocampista.
Lo cierto es que con el paso de los minutos, el Sevilla se encontró con menos oxígeno, tanto físico como futbolístico. Julen mandó al campo a Óliver para ganar un pasador más pero el Madrid, con marcador a favor, ganó mucha firmeza en la defensa del centro lateral, tanto para dificultarlo como para posteriormente despejarlo. El bloque defensivo descendió muchos metros pero lo hizo con todos sus hombres, superando a sus pares y cerrando el área con garantías. El cambio de Chicharito, formando un 4-2-4 con doble ‘9’ no tuvo el efecto deseado, creciendo Ramos, Casemiro y Varane en área grande y chica. Un desenlace con capacidad para incidir positivamente en el ánimo más próximo, coliderato mediante.
AArroyer 23 septiembre, 2019
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Vi problemas similares en ambos para crear ocasiones, aunque por razones diferentes. El Sevilla tiene más sistema, se nota, recupera bien tras pérdida, hay patrones pero le falta calidad. Al Madrid, todo lo contrario. Si solo van a jugar dos medios + un '10', faltan movimientos que abran puertas y permitan a los laterales meterse arriba. Zidane estará trabajando en eso.
Luego la defensa posterior es positiva. No va a ser el plan A pero se nota mucha continuidad atrás, como en Balaídos.