El centro del campo es siempre la verdadera vara de medir de la Selección Española. En esa zona se intuye y se comprueba lo que ocurre en los partidos, el grado de dominio de los mismos y las intenciones colectivas y de ritmo de juego que cada seleccionador intenta imprimir a su etapa. Ante la Suecia de Janne Andersson, España encontró un escenario de partido previsto, que tuvo un punto de inflexión, capitaneado por sus dos principales centrocampistas, Sergio Busquets y Dani Parejo, quienes parecen destinados a liderar e interpretar el tempo del equipo de aquí a la Eurocopa 2020. Fue lo más interesante de un encuentro al que a España volvió a faltarle llegada e instinto en el área para convertir su circulación de balón en ocasiones manifiestas.
Entre las decisiones más relevantes llevadas a cabo por los escandinavos estuvo la utilización de su doble punta como línea de presión sincronizada. Quaison y Berg basculaban para impedir el segundo pase de la salida de balón española, similar a lo que ya hizo Inglaterra el pasado octubre, buscando una salida antinatural que desprotegiera un sector concreto después de que España acumulara muchos hombres en un lado. El cuerpo técnico español decidió alinear a Fabian y Parejo como interiores, siendo el valencianista el más alejado en un primer momento, verdadero mediapunta del sistema en muchas jugadas. En esa disposición de unos y otros, España encontró incomodidades. Los centrocampistas mantenían la posición y eran los zagueros quienes tenían que atreverse a filtrar o conducir, pero la amenaza y los primeros compases asustaron a Ramos e Iñigo, tibios al inicio.
Sergio Busquets, en una decisión repleta de lectura y sentido del juego, reactivó a España bajando entre centrales
Fue un movimiento en el 22′ de partido, el que originó la transformación de la fase ofensiva española. La congestión que estaba ocasionando la selección sueca, que además basculaba y se hacía fuerte defendiendo bien el ancho, llevó a Sergio Busquets a retroceder un escalón, abrir a los centrales para ensanchar la primera línea, subir a los laterales para ampliar el campo a una altura mayor, otorgando a Parejo el mando de la circulación. Con un efecto sorprendentemente inmediato, España se aupó 15 metros, arrugó a Suecia sobre su frontal y controló mucho más arriba a su rival. La medida juntó a Isco con Parejo, habilitó la recepción de Carvajal como extremo en ruptura e hizo más reconocible y posible los movimientos clásicos del juego de posición.
En lo puramente táctico España encontró una solución efectiva para el hecho concreto, pues no siempre es productivo bajar al mediocentro a zona de centrales, más si es Sergio Busquets el que desciende su posición, pues se aleja de conectar con los interiores y de presionar cerca de balón, pero la figura de Parejo le permite a España equilibrar las alturas de sus dos gestores, haciendo muy compatible su presencia en el campo. Dicho esto, y con Alba y Carvajal sumando actividad y verticalidad, no fue hasta la entrada de Morata y Oyarzabal, y la aparición de espacios, cuando España desatascó el último tercio del campo. No es nada nuevo y sí relevante para amenazar cuando tiene la pelota. Luis Enrique tendrá que tener muy en cuenta las opciones desde el banquillo para cambiar la dinámica de los partidos. Oyarzabal, Morata o Aspas se antojan vitales para lavar la cara si los problemas persisten.
AArroyer 11 junio, 2019
Fue bastante impactante el tema cuando Busquets ve lo que está pasando y no solo baja su posición sino que se le ve dirigir con el brazo a todo el mundo: les da indicaciones a los centrales, a los laterales y a Parejo. Los ordena él y España deja a Suecia completamente desactivada. Cómo lee el juego este hombre, qué jerarquía.
Y mira que él lo pasa mal bajando entre centrales y quedándose en la última línea pero hizo que los laterales subieran un escalón, que Parejo pudiera bajar otro y conectar todas las piezas. Maravilloso Sergio.