No siempre se recoge lo que se siembra. En el fútbol no se sabe aún, y seguramente no se llegará a saber, si es antes la dinámica o la confianza lo que termina generando lo segundo. Al ser un juego, con mucho azar, son múltiples los ejemplos en los que los detalles terminan llegando tras insistir en hacer las cosas bien, y al contrario, los detalles se vuelven todos en tu contra a pesar de que comenzaste haciendo las cosas como se debe. Se busca el control de un juego incontrolable, como ha logrado hacer el Valencia de Marcelino, al que todo le sale porque insistió en que todo comenzara a salir mejor. Sin embargo, faltaba una pieza en el puzle, una que además es una idea por sí misma, y también un escalón competitivo. Marcelino siempre esperó, y lo volverá a hacer tantas veces como le sea necesario, a Gonçalo Guedes, el jugador más diferente y definitivo que tiene el Valencia como individualidad.
Todo lo que pone en común al Valencia son ideas colectivas sencillas que elevan de diferente forma Dani Parejo, Rodrigo Moreno y el propio Guedes. No es nuevo pero todas las curvas y todos los giros que da el Valencia como equipo y proyecto se siguen explicando en base a ellos, poco ha cambiado en ese sentido. Los dos primeros ponen el marco, en tamaño y material. Ellos son el sistema, en principio y en fin, son los puntos de apoyo sobre el plano y el alzado de quien quiso construir todo lo demás, tanto por sistema como por plantilla. Con ellos dos, el Valencia pasa de un estado a otro, defienda o ataque, sabe progresar. Sin ellos, todo lo demás pierde el sentido, porque así está configurado su forma de interpretar los partidos y el juego. Pero a ellos siempre les faltó quien le ganara el partido cuando el origen, el sistema, era frenado.
Para marcar la diferencia, Guedes necesita de una puesta a punto física ultranecesaria
Como guinda, el Valencia va a jugarse los títulos con un cambio importante en su estructura, y ese no es otro que el momento físico que comienza a experimentar el portugués. Con su gol ante el Madrid y su doblete en La Cerámica, Guedes completa una carencia que obligaba a Marcelino a moverse en marcadores cortos y ritmos más bajos para recortar diferencias y competir día a día. Con Guedes recupera una amenaza –si haces esto, está Guedes– que nunca ha encontrado en otros jugadores. Todo lo bueno que tiene el sistema de juego creado por los otros dos cracks siempre necesitó de alguien que hiciera jugadas, que hiciera completa la idea de esperar abajo y castigar sin ser protagonista. Gameiro o Cheryshev corren pero no amenazan con la misma determinación y esa diferencia vale mucho dinero y quien sabe si títulos.
Su único y no sutil handicap es que su juego depende de la explosividad y para ello necesita en exceso una puesta a punto física que le aleje de la discontinuidad y las lesiones. Su razón de ser dentro del equipo es cambiar de ritmo. Él es la diferencia entre un 4º o 5º puesto, una disputa igualada con los grandes y una esperanza para ganar un partido donde se necesita un extra. Y el extra de Guedes se da cuando puede explotar espacios y hacer esfuerzos concretos y exigentes para convertir en superior a un Valencia más humano. En lo táctico, Guedes no le pide demasiado al equipo, pues sólo ha de preocuparse de desequilibrar tras el orden previsto, pero sí se le pide una presencia física que no puede convivir con un fallo de motor. El último escalón del Valencia está llegando pero no puede calarse para poder serlo.
Balotelli8 12 abril, 2019
Da verdadero miedo adelantar líneas contra este Valencia que ha construido Marcelino, y al que toda la temporada le ha faltado precisamente esto: a Guedes como punto diferencial. Está uno o dos niveles por encima del resto de jugadores de ataque de la plantilla.
Y si el portugués es pura determinación en un área, ojo a Garay en la otra. Para poder jugar a esto, a esperar atrás y dejar pasar los minutos hasta que llegue tu momento, necesitas no sufrir en área propia, que el rival necesite arriesgar mucho para hacerte daño, dejando huecos. Pero es que el Valencia es un cerrojo atrás, y esa pareja Garay-Gabriel recuerda a aquella que formaban Miranda-Godín en el Atleti, y que hacían olvidad que el fútbol es un deporte de errores.Sin ir más lejos, el fin de semana pasado en Vallecas, el Valencia fue un equipo muy vulnerable por la baja del argentino.
Y ojo al estado físico de los de Marcelino para el final de temporada, porque llevan un mes como un tiro. No es casualidad que estén decidiendo tantos partidos (Huesca, Girona, Getafe, Krasnodar y ayer) en el descuento. Va a pasar a ser un mito eso de que no tener el balón cansa más que tenerlo. Muy inteligente la gestión de esfuerzos en el campo, y muy bien recompensada la confección de una plantilla acorde a competir en tres competiciones. Muy diferente a, por ejemplo, la del Betis, que ante las primeras lesiones y acumulaciones de partidos se le empezó a hacer muy larga la temporada.