
Donny Van de Beek miró hacia arriba y no encontraba el final. Una muralla sin fin, construida ladrillo a ladrillo, símbolos de la victoria, hasta desaparecer entre las nubes. En las alturas, aparentemente inalcanzable, terminaba un imperio, otro más, levantado sobre Turin. Donny bajó la mirada y giró el cuello a su derecha para cruzar sus ojos con los de Erik ten Hag. El centrocampista holandés no sólo quería encontrar la aprobación de su míster, sino sonreír y asentir para tranquilizarle. «No me mires así, Erik, el imperio somos nosotros». Van de Beek y su misión dentro del Ajax de Ámsterdam, descrita por un movimiento sobre el campo que nadie ha percibido ni detectado hasta el momento, personifica y razona un imposible que ya es empírico. En un trampantojo más propio de Maurist Cornelis Escher, Donny Van de Beek y el resto de sus compañeros han convertido en horizontal una pared completamente vertical, la de una competición que parecía habérsele escapado para siempre a un club que ayer volvió. La historia de este Ajax es la de un mundo imaginario, imposible, matemático, convertido en cultura popular en honor y gloria del mundo del fútbol; un homenaje al propio Escher, creador de un universo que se escurre entre la fascinación, como se le ha escurrido a la Copa de Europa y al fútbol continental una idea centenaria, actualizada, atemporal, que nadie está entendiendo.
La Juve salió arriba, dominante; el Ajax, sorprendentemente, decidió esperar atrás
El 1-1 de la ida que midió a Ajax y Juventus fue un preaviso, y un terreno realmente pantanoso para los estándares de una eliminatoria europea que, además, contenía a un equipo que no es tácticamente previsible o normativo a la hora de afrontar incertidumbres. Manejar, dominar o maniobrar ante los holandeses es un reto mayúsculo, que incide especialmente en lo mental, como se vio poderosamente en la segunda mitad, donde todo saltó por los aires para la Juventus de Turín y su calmado Massimiliano Allegri. De entrada, eso sí, todo fue bastante diferente a lo visto en la primera cita. Italianos y holandeses intercambiaron papeles y ninguno pareció verse sorprendido por comprobar que el rival hacía justo lo contrario a lo visto y esperado. El campeón italiano, que contó con Dybala en la punta del ataque, en sustitución del lesionado Mario Mandzukic, salió a presionar y a jugar en campo contrario. Otro espíritu hubiera comprometido su interpretación de los tiempos y hubiera, seguro, condicionado su respuesta si el conservadurismo viniera acompañado por un gol en contra. La Juve no quiso esperar más de un minuto para jugar con sus reglas y salió a por todas.
Lo que hizo Ten Hag fue todavía más llamativo. Su equipo replegó. Sí, el Ajax templó todo su ánimo. Perdiera la pelota o sacara de puerta la Juventus, los de Ámsterdam nunca presionaron en campo contrario en la primera mitad. Su línea defensiva se ubicó más abajo y las líneas, juntas, lo estuvieron antes de la medular. Ten Hag esperó, contra pronóstico, lo que dio aire y dominio a la Juve, no tanto por ritmo de ocasiones sino por la capacidad de dar continuidad a su ataque, regenerando las jugadas e iniciándolas una detrás de otra con más frecuencia de la que seguramente esperaban. En ese escenario, con la puntualidad que se ha encargado de sostener como si tuviera un abono transporte ilimitado, Cristiano Ronaldo adelantó a los italianos a la salida de un córner, creando ese efecto que en tramos de la temporada ha acompañado al Ajax. Hasta las eliminatorias, e incluso en algún tramo de las mismas -ida ante la Juve, ida ante el Real Madrid-, los neerlandeses han dado algún argumento en esa dirección sobre su capacidad para asustarse cuando le atacan el área o le agreden en transición, un peaje que podía parecer definitivo, como en tantos otros proyectos pretéritos, para sus aspiraciones.
El gol de Van de Beek desató el mundo imaginario del Ajax de Amsterdam
Corría el minuto 34 cuando el Ajax saca la pelota jugada. Y es en ese momento del partido donde, con ventaja en el marcador, los dos equipos mueven ficha. A priori sólo debía corresponderle a Ten Hag responder con iniciativa a una desventaja en el electrónico, pero la Juve ha hecho suyo un botín que puede perder, y siente que ante la personalidad del visitante debe también anticiparse para no salir escaldado. Y como respuesta, la Juve espera atrás pero sigue saltando a las presiones. En esa jugada, que acaba con gol de Donny van de Beek, Matuidi, Can, Pjanic y Bonucci saltan sobre el poseedor. No lo hacen a la vez, son tres momentos diferentes de la circulación del rival, pero quieren robar. Y se abren puertas, y aparecen pasillos. Neres le gana el apoyo a Bonucci y la jugada gana posición abierta de Mazraoui. El Ajax está a punto de meterse en la mente de la Juve, de romper todos sus esquemas naturales. Es Van de Beek el que convierte en gol la caída de un imperio. Queda toda la segunda mitad pero Donny van de Beek ya había mirado a Ten Hag. La mirada de Escher en plena creación.
El segundo tiempo es la constatación. Un derroche de personalidad que eleva al Ajax a otra dimensión futbolística. Lo que fue a escala en el minuto 34 se convierte en 45 minutos de máxima expresión. La Juve está atrapada entre escaleras y grabados que no tienen explicación. Su sistema se rompe, sus lineas se desacompasan y el Ajax ejecuta el plan que le ha llevado hasta las semifinales. Su agresividad en la última línea, su aplomo en mediocampo, su superioridad táctica, su convencimiento como gasolina. La Juventus quiere atrapar lo que es líquido, agarrar el agua de un grifo. Desbordados por completo, los hombres de Allegri desconocen cómo asediar y lograr una continuidad ofensiva que logre poner a Cristiano en zona de remate. Lejísimos de lograrlo una sola vez, el Ajax logró ir y volver sobre Szczesny hasta hacer posible una goleada de goles potenciales. Sobre el Juventus Stadium, la escuela holandesa se reencontró al máximo nivel e hizo de su esencia, su mensaje. Recoged las rosas mientras podáis, pues el tiempo vuela.
AArroyer 17 abril, 2019
A mí el 1-1 de la ida me parecía un pequeño drama para la Juve. El Ajax es un equipo contracultural, que no está cimentado para determinados objetivos, y eso se convierte en un contrapié muy complicado. A la Juve le ha hecho plof la cabeza cuando se pone 1-0 y cuando se empata el partido. Allegri saca a Kean por Dybala para cazar a la contra, pero su equipo ya estaba mentalmente desubicado, impreciso, desperdigado. No se sabe bien cómo entender y atrapar a este Ajax. Tácticamente es una rareza que uno no se espera en cuartos de final de la Champions, es como una nueva civilización.
La segunda mitad es un shock. Eterno Ajax de Amsterdam 2018-2019.