El Holanda-Alemania de anoche en el Johan Cruyff Arena de Ámsterdam bien podría haber sido tal cual, de principio a fin, el partido correspondiente a unos cuartos o una semifinal de un gran torneo de selecciones. El duelo, muy marcado por las decisiones de ambos técnicos, Ronald Koeman y Joachim Löw, gozó de todos los ingredientes clásicos de una de esas inolvidables noches de verano que ocurren de tanto en cuanto cada equis años. Una Alemania muy acelerada desde el inicio, percutiendo de manera muy vertical sobre el carril central, y una Holanda más reactiva, que se adueñó de la segunda mitad tras el paso a una defensa de tres centrales, fueron los dos grandes platos de un menú en el que Sané y Memphis sirvieron como exquisiteces de la altísima cocina de Koeman y Löw.
La movilidad de Sané hizo polvo a la pareja De Ligt-Van Dijk
La primera parte fue un monólogo de Alemania. Ordenado en un 3-4-1-2 de base, con Kimmich y Kroos en bloque pivote, el cuadro germano se impuso desde el inicio a partir de dos consignas clave: la velocidad de la pelota y el dominio del carril central. De esta forma, con Goretzka por delante de los dos mediocentros, encargado de atacar de forma muy directa la posición de De Jong, que lo perseguía hacia uno y otro sitio sin saber muy bien dónde y hasta cuándo, Alemania consiguió castigar severamente la zona resultante entre los centrales (De Ligt-Van Dijk) y los interiores neerlandeses (De Roon-Wijnaldum), toda vez que el pivote (De Jong) se encontraba siempre fuera de combate. De atrás hacia delante, apoyándose en los toques de sus dos puntas (Sané y Gnabry), Alemania logró imponerse al 4-1-4-1 de Holanda con relativa facilidad para atacar rápido, una vez generada la ventaja con balón.
El nivel de inspiración de Leroy Sané es muy alto a estas alturas del curso, y de ello se quiso aprovechar Alemania para superar la transición defensiva rival. Yendo y viniendo constantemente, alejándose de la pelota -primero- y del marcador -después- para hacer progresar a los suyos en campo contrario, interviniendo a diferentes alturas y poniendo de cara al receptor libre para lanzar en velocidad, el futbolista del Manchester City rajó por completo al trío De Ligt-Van Dijk-De Jong a través de sus movimientos por dentro y no desde la banda, como acostumbra bajo las órdenes de Pep Guardiola. Una actuación que, acompañada por los desmarques de Gnabry, que también corrió en las dos direcciones, y los movimientos de Goretzka, que se desplazaba de una zona a otra compensando a los otros dos atacantes, destrozó a los de Koeman.
Memphis, que se liberó con Bergwijn, lideró a Holanda en la 2ªP
Si Holanda quería defender arriba, como probó -sin éxito- en varias ocasiones, tratando de impedir que el pase de los dos mediocentros (Kimmich y Kroos) saliese muy limpio, el problema surgía a la espalda de los centrales, donde Sané y Gnabry corrían en ventaja; y si en cambio prefería defender más atrás, los toques de estos dos eran materialmente inalcanzables para De Ligt y Van Dijk. Una coyuntura que Koeman trató de corregir desde la pizarra durante el descanso: pasando a una línea de tres centrales, con Blind al lado izquierdo del ‘4’ y del ‘3’, y Promes y Dumfries como carrileros. Un dibujo que, además de defender en superioridad numérica, le permitió a Holanda soltar a Memphis, que hasta entonces había actuado como falso 9, para jugar con libertad a la espalda de Bergwijn. Un 3-5-2, en resumen, mediante el cual volteó la partida.
Con Memphis mucho más liberado para operar en zona de tres cuartos, al tiempo que Bergwijn fijaba a los centrales, Holanda dio un gran paso al frente en los segundos 45’. Si en la primera mitad solo Babel había encontrado situaciones de remate claras contra Neuer, después de que Koeman intercambiara su rol con el de Promes, ya en la segunda mitad el acoso fue constante por parte de los holandeses. Casi hasta el final, de hecho, de no haber sido porque Reus, que entró casi en el tiempo de descuento, se inventó de la nada una acción de gol junto a Gündogan, que entró para emular el papel de Goretzka, y Schulz, que irrumpió en el área con un preciso desmarque de ruptura, para darle a los suyos los tres primeros puntos de un camino en el que, salvo hecatombe, Alemania y Holanda volverán a ser dos de los cocos del continente.
Santiago Estrade 25 marzo, 2019
¡Qué locura lo de Sané! Sé que soy muy pesado con estas cosas, pero se nota la mano de Pep (el juego de posición no te "ordena" a en qué dirección moverte, sino que te enseña a interpretar el espacio y elegir tú en consecuencia). Esa influencia interior. Ese segundo que tarda en soltarla tras recibir (que cualquiera diría que está ralentizando la jugada, pero no, está fijando al rival). Esas descargas largas cruzadas a modo de cambio de orientación. La orientación para hacerse espacio para recibir. Toda una masterclass.
Fue curioso lo de Gundogan, porque yo suponía que iba a incrustarse entre el doble pivote para formar línea de tres y abarcar mejor la amplitud en el centro, de cara a frenar la sangría de Promes por banda una vez cogió vuelo y templar el ritmo. Pero parece que fue a replicar la vigilancia sobre el mediocentro orange. Creo que no acabó de tener el ritmo suficiente como para contener la construcción del rival en su campo. Y de hecho se empezó a ver salir mucho más a De Jong.
Está resultando interesante ver cómo entrenadores de primer nivel cada vez están haciendo más uso del forward destroyer. Colocar a un medio muy físico "en la mediapunta" para anular la salida rival. A Mou, que fue su gran adalid tras ver al Fellaini del Everton, no le salió muy bien. Pero la reconversión de Dele Alli al principio fue por esos derroteros; Raúl García en el Atleti (ya con el Cholo), aún entrando por motivos de gol, ejercía también ese papel; Vidal ha jugado alguna vez (en varias etapas) como vértice de un rombo; Nainggolang más de lo mismo; y ahora Low tira de Goretzka para lo mismo.