
La primera gran misión de Thomas Tuchel en esta Champions League fue más que cumplida. No necesitó alardear de lo que todavía no tiene, dadas las bajas y el recorrido táctico del equipo, pero apagó por completo la llama del Manchester United, un equipo que llegaba a la cita con un ánimo recobrado y saludable, con la autoconfianza de competir de tú a tú a un PSG que le saca varios cuerpos en cuanto a calidad individual. El técnico alemán, de la mano del siempre injusto y marveliano Kyllian Mbappé, cerró la claqueta, comenzó a rodar y como si fuera un plano secuencia, en un solo rollo, sin interrupciones, produjo 90 minutos de gran calidad, sugerente aviso de que su mano es diestra y sus ideas encajan realmente bien con la competición. A falta de seguir dando pasos en direcciones correctas, el Paris Saint-Germain hizo todo lo necesario para reducir al United a una mínima expresión.
Comenzando por el principio, de arriba a abajo en el árbol de ideas con el que Tuchel aleccionó a sus jugadores, la esencia del encuentro nacería del constante control que buscaba para la primera de las dos citas ante los de Solskjaer. Los parisinos transmitieron una gran lectura de los ritmos, mezclando con muchísimo acierto el toque corto para avanzar con el contragolpe cuando su rival abría las puertas. El plan tuvo muchos padres, pues todos tenían un papel que cumplir, y fueron algunas decisiones las que permitieron y provocaron lo visto a lo largo y ancho del campo y del partido. Sin embargo, hubo una, la más táctica y ajedrecística, que incomodó muchísimo al Manchester United. Paul Pogba, la estrella ‘red devil’, fue vigilada muy de cerca por Marquinhos, el aleteo de una mariposa que desencadenó las dudas locales y una gran ventaja en lo mental y futbolístico para los intereses galos.
La marca de Marquinhos a Pogba resultó trascendental en la disputa anímica
Esta medida tuvo un significado tan inmediato como constante, pues fue inesperada, o al menos eso pareció vista la reacción del conjunto inglés. Asumido un primer tercio del encuentro en el que nadie quería correr para que el otro corriera aún más, el United entendió que su crack tocaría poco la pelota y tuvo que reajustar sobre la marcha, dando una responsabilidad desconocida a los jugadores más avanzados. Lo que buscaba Tuchel con esta directriz, consumada y exitosa minuto a minuto, fue deconstruir el ataque posicional del United, sacando de posición a la mayor parte de los jugadores. Así, Rashford y Lingard tenían que bajar un escalón juntos para ser los receptores del pase de Matic o Ander. Como este apoyo restaba altura y profundidad, los laterales tenían que actuar en consecuencia, alzando su posición para ocupar bien el ancho y el largo del campo, lo que abría las puertas de los carriles exteriores para la transición francesa.
Lo que consiguió el Paris Saint-Germain fue tener activadas las dos bandas, muy diferentes entre sí. En derecha, Dani Alves, para coser junto a Verratti, mostrando una nueva lección de lectura, poso y experiencia. El brasileño, sin tener que demostrar nada a nadie a estas alturas, en silencio, realizó un partido absolutamente fantástico, haciendo todo con sentido, y sintiendo cada parcela del campo con su increíble naturalidad para darle a Verratti un foco de calor a cada una de sus recepciones. En izquierda, Di María para estirar, doblando funciones, entre el extremo y la punta, acompañado de Bernat en el último tercio. Ellos dos fueron la respuesta cada vez que el PSG recuperaba la pelota. Verratti, maestro creando contextos de continuidad y dominio, fue esta vez una figura demasiado grande para el United, sin cuerpo suficiente para contrarrestar desde el balón las virtudes del italiano.
Con ventaja a favor, Tuchel obró a la perfección, mientras Mbappé se agigantó
En lo colectivo, la primera mitad de los franceses en su posicionamiento fue tremendamente inteligente. Además de la marca individual a Pogba, Tuchel alternó la defensa de tres con la línea de cuatro, dependiendo de la altura que ganara el cuadro inglés. No obstante, su primera intención era obligar al poseedor del balón a tomar decisiones constantemente. Con un bloque medio, sin presionar, guardando el espacio y esperando para morder después, el PSG dio un periodo de tiempo y un espacio muy tentador para que el United forzara su juego. Tapando a su director, al menos en lo referente al ritmo y llegada a portería, el resto de sus compañeros vivían en la duda. En un encuentro de posesión dividida y en un ritmo medio-bajo, el United encontró mucha inseguridad. Solskjaer no encontraba espacio ni aclarados para sus puntas. Pogba no podía contactar primero para llegar después. Tuchel había templado al rival, lo tenía donde quería.
Un saque de esquina al poco de arrancar la segunda mitad fue la puntilla. El primer gran detalle del encuentro cayó del lado de quien mejor estaba entendiendo el encuentro. De manera directa, ipso facto, el campeón francés activó su plan con marcador a favor: jerarquía en sus pasadores, defensa posicional más exhaustiva y determinación en ataque con Mbappé ajusticiando. Tuchel bajó el bloque, lo estrechó, cambió a línea de cuatro para ganar simetría, regalando las bandas para que el United sólo progresara por fuera y desde ahí lanzó a sus velocistas para comenzar a producir lo suficiente como para sentenciar la eliminatoria. Mbappé, el ‘9’ en ausencia de Cavani y Neymar, no esperó demasiado para cambiar de marcha y dinamitar el encuentro. Sin gran participación en el encuentro, el francés apareció cuando más determinante podía ser. Tuchel se metió en la mente de Pogba y del United, sembró de dudas Old Trafford y asestó un golpe perfecto a una eliminatoria que, de algún modo, por las dinámicas, le daba la oportunidad de sacar la pizarra y ganar toneladas de credibilidad.
AArroyer 13 febrero, 2019
Pues ha ganando muchas cosas Tuchel con este primer paso de los octavos. Sus decisiones han tenido consecuencias directas en el dominio de su equipo, sin necesidad de tener siempre el balón, ganando conciencia táctica, cintura para manejar planteamientos y muchísima credibilidad para próximos retos. No creo que fuese una noche majestuosa, ni tampoco que lo necesitase, pero todas sus decisiones fueron acertadas y su equipo pareció integrarlas muy bien y sentirse muy cómodo con ellas.
Luego, evidentemente, cuenta con jugadores de primerísimo nivel, aunque lo de Verratti, y para mí, sobre todo, Daniel Alves, merece capítulo aparte. Revisado el partido, Dani Alves volvió a respirar 'Copa de Europa' por todos lados. Gloria eterna para este jugador, uno de los 'padres' de la Champions desde que la juega. Juega estos partidos con los ojos cerrados.