Gaizka Garitano esperó hasta la noche del domingo para erigirse como uno de los grandes protagonistas del fin de semana. Anticipándose a las particularidades del guion, como si hubiese conocido de antemano los diferentes capítulos del mismo, el técnico vizcaíno acertó de principio a fin en su planteamiento ante el FC Barcelona. Si de inicio, situado en un bloque medio, apostó por obstaculizar el avance blaugrana y desplegarse a partir del juego directo sobre Raúl García; en la segunda mitad, cuando más cerca estuvo el pie izquierdo de Leo Messi de la portería de Iago Herrerín, Garitano consiguió revertir la dinámica con la entrada de Iker Muniain en su 4-4-2. Una serie de decisiones que marcaron el desarrollo del choque, y que, analizadas desde otra perspectiva, volvieron a desnudar las alarmantes carencias colectivas del Barça.
Vidal y Rakitic intercambiaron sus posiciones en la primera mitad
Sin Arthur, ni Jordi Alba ni Dembélé en el equipo titular, el Barcelona se presentó en San Mamés con Semedo actuando a pie cambiado, Rakitic como interior derecho, Vidal por el perfil opuesto y Coutinho por delante del portugués y del chileno. Al menos, como ahora desarrollaremos, así fue desde el inicio. Pero lo cierto es que vistas las dificultades del equipo para someter al rival a través de la posesión, Ernesto Valverde ajustó un pequeño detalle -a la postre muy influyente- antes del ecuador de la primera parte. Intercambiando las posiciones de Rakitic y Vidal, que se situaban por delante de Busquets en el mediocampo, el FC Barcelona consiguió hacer algo más natural su relación con el esférico. Acercando al futbolista croata al primer pase, buscándole acomodo a la izquierda de Busquets y dándole, a través de ese mismo movimiento, un margen de maniobra mucho mayor a Messi, que pudo bajar a recibir sin que el equipo perdiese altura en su línea más adelantada (a partir las diagonales Arturo Vidal), el mayor logro del Barça en los primeros 45’ fue aprender a convivir con la presión y el juego directo del Athletic a 40 metros de su área y a 60 de la rival.
Yeray Álvarez e Íñigo Martínez se hicieron fuertes cerca del área
Sin la pelota, el Athletic se organizó en un 4-4-2 con Williams y Raúl García en la última línea. En su fase defensiva, el cuadro rojiblanco alternó momentos de presión en campo contrario con repliegues algo más bajos que, una vez el Barcelona conseguía cruzar la divisoria con el balón, le llevaban a bascular de un lado a otro en función de la circulación. Un escenario en el que el Athletic, después de recuperar la pelota, se apoyó en el salto de Raúl García (que se impuso en 16/24 duelos), el juego de espaldas de Iñaki Williams (8/15), que chocó varias veces con Lenglet en el perfil derecho y la zancada de Yuri Berchiche, que volvió a jugar por delante de Balenziaga, para desplegarse sobre la parcela rival. Así es como el Athletic, combinando ambas propuestas defensivas con sus respuestas en la mitad opuesta del campo, consiguió adueñarse de una primera parte en la que no le correspondió la posesión (35-65%) ni el número de pases (137-303), pero en la que sí se impuso en tres registros muy ilustrativos: duelos, intercepciones y remates a puerta.
La entrada de Muniain le dio muchísimo aire al Athletic
Tras el descanso, con Coutinho mucho más participativo y el Barcelona, en general, mucho más cerca del área, Valverde quiso volver a confiar en Aleñá para escalonar la posesión a partir de su interior derecho. De esta forma, con el ‘21’ posicionándose en un peldaño intermedio entre los dos centrocampistas, Busquets y Rakitic -que continuó jugando por izquierda-, y la posición de Luis Suárez, la intención del extremo fue dañar la integridad defensiva del Athletic dividiendo su repliegue. Así, con Aleñá sobre este sector, actuando en consonancia con los movimientos de Messi, y con Dembélé por izquierda, buscando -como al principio de temporada- su salida hacia el área, aunque Semedo, obviamente, no ofreciese la profundidad ni la ruptura de Alba, Garitano interpretó que como más daño podría hacerle al Barça no era corriendo sino cortándole el ritmo. Y de ahí que la entrada de Muniain fuera tan trascendente cuando peor lo estaban pasando los suyos. El ‘10’ del Athletic, que se situó por detrás de Williams, actuó con una jerarquía mayúscula con y sin balón. Detectando siempre la zona libre, analizando dónde y cuándo recibir en función de la (irregular) presión tras pérdida del Barça, Muniain reescribió la última parte de una noche en la que Ter Stegen, Garitano y Williams también figuraron en los créditos finales.
Felipe 11 febrero, 2019
No puede ser casualidad que otro año más, llegado a Febrero,empieze a pasar lo mismo con el Barça. Es que todos los años esta siendo lo mismo: Uno que otro partido "extraño" fuera de casa en Liga,donde se pierden puntos, se crean dudas en el vestuario, el equipo no termina de arrancar, y en la primera semana de Abril fuera de la Champions.
Para mi, lo de este grupo de futbolistas los ultimos años llegado el tramo decisivo, aparte del desgaste de los años y falta de piezas en la plantilla, se trata de un tema mental. Y sé que suena a locura, pero el Barça ha dejado de sentirse superior al resto. Emocionalmente el equipo ya no es la roca competitiva que llegó a ser, a día de hoy, cualquiera complica al Barça. Todo esto siempre en mi opinión,claro.