Marcelino, idea y Sobrino

El huevo o la gallina, el sistema o la calidad del futbolista. ¿Dónde comienza todo? Seguramente la respuesta se nutra y se entremezcle sabiendo que el fútbol es de los futbolistas pero en la modernidad actual, es una realidad que multitud de entrenadores crean y configuran una idea que termina siendo el verdadero origen de los equipos que entrenan. Uno de ellos es el Valencia de Marcelino García Toral, un entrenador que ha ofrecido una nueva muestra de lo que no negocia como entrenador de método, y que ficha y solicita jugadores completamente adaptables a un sistema que con el nuevo año ha recobrado todo lo que le definió la temporada pasada. Ayer, en Celtic Park, su última adquisición, Rubén Sobrino, dio pie a valorar las decisiones de un entrenador que sale aún más convencido, tras la peor de las rachas, de lo que supone creer ciegamente en su manera de trabajar.

Marcelino no negoció su sistema de juego; apostó hasta las últimas consecuencias

En las malas, las peores, los entornos tratan de buscar soluciones a los problemas futbolísticos de los equipos. Y por las dificultades por las que atravesó el Valencia y por la configuración de la plantilla y los estados de forma, se pensó que un cambio de sistema podría ser la cura. Marcelino sólo dio un paso en parecida dirección, cuando jugó con un sistema de tres centrales ante el Deportivo Alavés. No compareció un mediocampo de tres o un sólo ‘9’. Marcelino insistió, confió en su refugio: la idea en sí, Dani Parejo y Rodrigo Moreno. En esos tres pilares se apoyó el técnico asturiano para reconducir la situación. Una decisión que es un debate en sí mismo, y que, más allá del éxito posterior, indica lo que supone para un entrenador darle valor a lo que considera estructural.

Aunque la dinámica estuvo a punto de llevarse todo, el Valencia sacó la cabeza y los resultados y el juego han permitido reforzar aún más una identidad que ha de basarse en pocos jugadores estructurales y, los más numerosos, perfiles adecuados e idóneos para complementar. Es cuando lo primero ha hecho acto de presencia lo que ha permitido que los demás queden activados. Por eso, el fichaje de Rubén Sobrino, de haberse acometido hace tres meses, muy probablemente hubiera cambiado poco la dinámica, pero con todo lo que está pasando, el fichaje tiene todo el sentido del mundo. Una de las características del sistema valencianista es que sus puntas tienen que ser tremendamente móviles, incluídas las referencias más adelantadas, caso de Gameiro o Mina.

Sobrino encaja con el tipo de punta que quiere Toral en su 4-4-2

Dentro del sistema, el conjunto che es un equipo que vive de los movimientos de sus puntas, pues el juego del Valencia orbita alrededor de un Parejo que es el único centrocampista que puede templar un ataque organizado razonado desde la verticalidad y la aparición, primero en apoyo o ruptura de un punta y después de la agresividad de las bandas, con balón o al espacio. En este ecosistema, Sobrino encaja como un guante de látex. Ágil, veloz, y de concentración máxima, el exdelantero del Alavés complementa a la perfección a un ‘9’ e interpreta muy bien si debe estirar o apoyar en función de lo que necesita la zona en la que está el balón. Ahora, con el Valencia de puntillas, jugando y compitiendo al unísono, Sobrino sumará constantemente, cuando la idea ha prevalecido.