El Real Madrid es, en este momento, un equipo sin memoria táctica. El desarrollo de las circunstancias tras las salidas de Cristiano Ronaldo y Zinedine Zidane explican que un proceso que recién ingresado el mes de noviembre debería estar mucho más definido, siga todavía en los huesos. Por eso, lo propuesto por Santiago Solari en su primer choque liguero como entrenador blanco se asentó sobre un razonamiento totalmente lógico.
El argentino decidió priorizar frente al Real Valladolid el orden por encima de todo. Un buen reparto espacial debería dar lugar a cierto control, cuestión que en este momento está muy lejos de la realidad del conjunto merengue. Lo cierto es que en el tramo inicial las sensaciones en ese sentido fueron positivas, ya que aunque el Real Madrid no intimidaba la portería de Masip, al menos jugaba el partido en el espacio que pretendía.
El Real Madrid controló el partido en la primera media hora, pero no dañó al Valladolid
Solari apostó por dos instrucciones claras: Casemiro, como en la época de Zidane, ganaba altura en el inicio de jugada del Real Madrid, con Kroos y Modric fijos siempre a sus lados -el alemán ocupando su habitual posición de interior izquierdo y el croata en el perfil derecho-, mientras que Odriozola y Reguilón abrían siempre línea de pase diagonal a ambos, bien a una altura cercana o bien rompiendo más lejos, pero siempre dando profundidad por ambas bandas.
La idea dejaba a Gareth Bale y Marco Asensio ocupar pasillos interiores. El galés se mostró muy poco presente, sin terminar de encontrar su espacio, y el español, aunque sin conseguir fluir tras recibir, algo más participativo en el tramo inicial. Entre él y Benzema hicieron que la circulación blanca en esos primeros compases de duelo fuera al menos estable, y eso derivó en que el Real Valladolid apenas se desplegase a campo contrario. Sin embargo, era un control sin amenaza: al Real Madrid le faltaba desborde y aceleración en los últimos metros.
Odriozola y Reguilón fueron la gran baza ofensiva blanca durante los primeros 45 minutos
El propio posicionamiento de las piezas obligó a repetir casi una única jugada de ataque . Como Odriozola y Reguilón mostraron una actividad enorme para ganar metros por fuera y al equipo blanco le faltaba confianza para desbordar por dentro, la pelota siempre acababa en banda, con un posterior centro (hasta 38 veces lo hizo el equipo blanco en el encuentro) que generalmente fue muy bien gestionado por Olivas y Calero, la pareja de centrales vallisoletana.
Ese envío a banda y centro resumió bien la diferencia de ánimo con la que enfocaron el encuentro unos y otros. El Real Madrid desesperaba y el Valladolid esperaba, y pasada la media hora de juego el fantástico equipo que ha configurado Sergio González aprovechó las circunstancias. El ordenado 4-4-2 del Pucela aprovechó que en el Real Madrid comenzasen las dudas, con Modric y Kroos saltando de su posición, probablemente por pura desesperación, y comenzó a salir con gran acierto, gracias a ese enorme tacto de Toni Villa para moverse entre líneas y al talento de Alcaraz y Míchel para encontrarle.
El Valladolid jugó un partidazo: defendió con orden y salió al ataque con soltura
Esta circunstancia se acrecentó cuando Solari retiró a Casemiro del terreno de juego para incluir a Isco. El centrocampista brasileño, pieza clave en el Real Madrid de los últimos años, se hace cada vez más necesario a medida que su equipo pierde control de la situación. Cuanto más separado está el conjunto blanco, más espacios ha de abarcar el brasileño, y es cuando más útil se hace su exuberancia. Sin él, el Real Madrid siguió atacando con precipitación, pero la diferencia fue que el Valladolid encontró más facilidades para conectar pases acertados que le permitieron contragolpear y llegar limpio hasta Courtois.
Entre esa enorme bola de incertidumbres que rodaba por el Bernabéu, apareció el nombre de Vinícius Junior. El extremo brasileño, en este momento, vive ajeno a la realidad blanca, y esa es quizás la gran ventaja con respecto a cualquier integrante de su plantilla. Él está viviendo su sueño y trata de disfrutarlo. Lo hace además con coherencia, porque no interviene más de la cuenta, y cuando recibe continua la jugada con una seguridad que en este momento no tienen futbolistas infinitamente más laureados. El 1-0 blanco fue un golpe de fortuna provocado tras un centro fruto de su aún irregular técnica para finalizar jugadas, pero también surgido gracias a que, en un momento en el que otros la hubieran devuelto atrás, él giró y arrancó contra tres futbolistas para acabar en el área. Ese es, en este momento, su gran valor para el Real Madrid.
David de la Peña 4 noviembre, 2018
La figura de Vinícius abre un debate lógico, en mi opinión se abra por donde se abra. Es un jugador aún irregular en sus acciones, pero que en este momento aporta una frescura que al Real Madrid le hace falta como el comer. El murmullo que provoca en el Bernabéu es incoherente con el fútbol que ha enseñado, pero al menos lo provoca, y la realidad blanca ahora mismo necesita estímulos de este tipo. ¿Cómo lo veis?