El Atlético de Madrid debió recurrir a la prosa para remontar ante el Athletic Club. Con el equipo completamente volcado durante más de media hora, el caso de Diego Godín explica la manera con la que Diego Pablo Simeone trató de abordar la desventaja en el marcador. El defensor uruguayo, lesionado en el tanto conseguido por Iñaki Williams –tal y como él mismo reconoció al finalizar el encuentro-, jugó durante muchísimos minutos, desde el 1-2 bilbaíno y hasta el 3-2 definitivo, como delantero centro reconvertido: con la absoluta convicción de poder utilizar su malograda condición física para rematar lo que le permitiese su más que evidente cojera. Una decisión que, entre el frío, la lluvia y la espesísima versión del equipo, sirvió para agrandar su leyenda. Una historia que anoche, sin tiempo ni espacio para la lírica, tuvo que aferrarse al relato épico.
Diego Godín, tras acabar el encuentro: “Me rompí con el gol de Iñaki Williams; no pude seguirle la carrera. Decidí quedarme en el campo para alguna pelota parada y ayudar en todo lo que pudiera”.
Como viene siendo habitual en este tipo de escenarios en los que el rival, por su propia voluntad, decide regalarle toda iniciativa (con balón) al Atlético, el 4-4-2 de Simeone volvió a echar en falta la figura de Koke. Con Thomas y Rodrigo en el centro del campo, como doble pivote, el conjunto rojiblanco mantuvo las directrices clásicas de estos encuentros: con Rodri, desde el perfil zurdo, asumiendo el primer pase; con Thomas, desde el derecho, comandando la presión sin balón; y con Saúl y Correa, cada uno desde un volante, trazando todo tipo de movimientos y diagonales por dentro para, además de tender apoyos a la circulación desde el carril central, liberar todo el ancho ofensivo a los dos laterales. Una serie de automatismos que el Atlético puso en liza desde el arranque. Pero que, dado que no estaba Koke y que Costa continúa inmerso en su letargo, el cuadro de Simeone no pudo rentabilizar en volumen de juego ni en número de ocasiones: 0 disparos en los 45’.
Partiendo desde la derecha para después caer por dentro, el mejor rojiblanco volvió a ser Correa. El argentino, que desde dicho sector puede combinar con Arias o con Griezmann, que lleva unos cuantos encuentros consecutivos dirigiéndose explícitamente a esta zona, se encuentra en un momento bastante fino. Y frente al Athletic Club, de hecho, volvió a representar la baza más incisiva de los suyos: salió victorioso en la mitad de los regates que probó (3/6), rozó el 80% de acierto en pase (18/23), y ahí, por detallar un poco más, se mostró muy atinado en sus envíos a tres cuartos de campo (100%) y en sus centros (100%). Sin embargo, la realidad posicional del Atlético trasciende más allá de todo esto. El equipo, en líneas generales, no fluye lo necesario para este tipo de contextos. Y al final, como fue palpable en la primera mitad, el principal recurso ofensivo para dañar al Athletic fue, desde 3/4, el pase de Arias al corazón del área.
Eduardo Berizzo probó a jugar con hasta tres esquemas diferentes
Sabedor de las dificultades de su rival, y, sobre todo, de las suyas propias, Berizzo jugó con hasta tres esquemas distintos durante la primera mitad: el 4-2-3-1 que utilizó de partida; con San José y Beñat como doble pivote, y con Munian por delante de ellos dos; el 4-2-4 con el que Susaeta, que arrancó desde la derecha, centró un poco más su posición; y un 5-3-2, al cual recurrió en cuanto el Atlético se adueñó de la pelota, en el que Yuri, desde la izquierda, bajaba a la misma altura que Balenziaga. Una compleja y súper estudiada disposición táctica que, después de todo, no sirvió para que el Athletic adoptase cierta continuidad con el esférico; sino que, como viene siendo norma, detectó en el juego directo su principal vía de progreso. Con Beñat dirigiendo el primer envío, recibiendo muy abajo, aprovechando que el Atlético no siempre presionaba muy arriba, el Athletic encontró en Yuri –desde la izquierda- y en Williams –que una y otra vez buscó el duelo directo con Montero, como central izquierdo- sus mejores vías para alcanzar profundidad.
El Atlético acabó el partido con Godín y Kalinic como delanteros
Con 0-1 a su favor y con toda la segunda mitad por delante, la gran duda fue saber cómo haría Berizzo para proteger su ventaja, dado que la respuesta defensiva del equipo no había parecido la más convincente ante el fuerte inicio de partido del Atlético, mientras que con el esférico, en cambio, el equipo no daba muchas garantías para escudarse desde la posesión. Así que Simeone, obligado a ello, empezó a agitar el árbol a partir de los cambios. Con Vitolo en lugar de Costa, el Atlético pasó a Saúl por detrás de Griezmann. Pero esto, al poco tiempo, cambió por completo. Con Godín muy mermado en lo físico, y con Martins desde la derecha –quien entró en sustitución de Montero-, el cuadro colchonero jugó la última media hora con Saúl y Thomas como teóricos centrales. Algo que Simeone, con el equipo ya muy volcado sobre la portería de Herrerín, decidió rematar con Vitolo y Griezmann, desde un escalón intermedio, por detrás de Godín y Kalinic. Un escenario en el cual el Atlético acabó remontando por pura cabezonería. Y por instinto, que es como se suelen completar las gestas. Y apoyado, eso sí, en que su técnico se mueve como pocos cuando, por el propio contexto, ya no importa el ritmo ni la rima, y, por supuesto, no se respeta el verso.
Calas 11 noviembre, 2018
El partido fue prosaico, por no decir feo, en el juego, pero los cantares de gesta se componen en verso. Y la de ayer, la de la lluvia, las lesiones, los incontables obstáculos (los analizados en el artículo y aquellos de los que no se puede hablar en Ecos, aunque ello derivara en el suspense por el gol definitivo que redobló la medida épica de la remontada), y la de la caprichosa suerte, pasmosamente mala para los colchoneros al principio, pero excelente de cara a portería rival… la gesta de ayer será recordada. Está bien que el Metropolitano vaya incorporando noches así, pues son las que convierten complejos arquitectónicos en estadios de fútbol.
Y qué aura la de Godín. Es un futbolista con muchísimos momentos, la verdad. Estoy seguro de que ayer, al verle cojeando por el frente de ataque, no fui el único que veía más probable su gol que el de Kalinic o Vitolo. Cosas de la épica, que señaló a Godín