Luis Suárez es uno de esos futbolistas que explican por qué el fútbol es muchísimo más que un juego perfecto. Su legado como ‘9’ está muy por encima de su voracidad, su plenitud en Liverpool, su impresionante temporada 2015-2016 o su increíble progresión desde que abandonó el Ajax de Ámsterdam, pues en su más hondo significado, el charrúa atesora un instinto de supervivencia que le permite revertir una dinámica personal tan apagada como la que atravesó la temporada pasada, moviéndose y desplazándose por encima de cualquier adversidad. Luis Suárez puede fallarlo todo y dar un paso atrás en lo físico pero su secreto es que, como en la vida que empieza fuera del Camp Nou, cualquier problema pierde valor y relevancia si nunca se apaga el deseo de buscar; si la inspiración te pilla en constante movimiento. Por eso al inconformista delantero uruguayo le siguen correspondiendo momentos importantes.
El Clásico entre Fútbol Club Barcelona y Real Madrid vivido ayer no tuvo nada que ver con Leo Messi. No pareció que ni uno ni otro reparara en que Leo Messi tiene más influencia en cualquier Barça-Madrid que la suma de todos los demás 21 futbolistas, con todo lo que ello supone en posibles carencias que surgen y oportunidades que hacer evolucionar. Fruto de las dinámicas en las que están inmersos ambos colectivos, Ernesto Valverde y sus jugadores tomaron decisiones que la confianza y su actual disposición táctica le permiten. Esto es, jugaron con iniciativa, posesión, presión y determinación, con diligencia y precisión mental para doblar apuestas, convertir un pase en una amenaza, un escenario de control en uno de dominio y una aparente calma en un colmillo afilado. Con la tranquilidad de la mano, el Barça leyó el texto y sacó demoledoras conclusiones.
El Madrid decidió no presionar. Algo que sí hizo el Barça desde el primer minuto
Por su parte, el Real Madrid nacía sin un pequeño refugio en el que, hecho los más difícil, esto es, llegar a él, por solitario que fuera, pudiera competir. Ni siquiera el conjunto blanco pudo agarrarse a sus mejores centrocampistas para construir un vínculo con la competitividad, naciendo al partido huérfano de acierto, serenidad, orden y hambre para ellos. La falta de tensión regó cada centímetro de su puesta en escena, condicionada por completo en la relación que sus decisiones tuvieron con respecto al Barça actual y al Barça actual sin Messi. El conjunto de Julen Lopetegui regaló cada pase, concedió metros a lo ancho y largo y no respondió de manera unida y sólida a cada problema que le planteó el Barça. El Madrid expresó, más que en ninguna otra parada de la actual temporada, que todo su fútbol, en cuerpo y mente, está varado.
La historia comenzó con el Barça replicando su alineación del otro día ante el Inter de Milan. En ella, el comportamiento difirió un poco, sobre todo por cómo Coutinho y Rafinha se cerraban muchísimo y se ofrecían por dentro para darles a Alba y Roberto la recepción exterior. Además, Arthur, Busquets y Rakitic se buscaban constantemente en corto para distraer aún más dentro para buscar el espacio fuera. Los tres medios culés aprovecharon la disposición blanca desde la salida culé para comenzar a danzar. La bisagra de su plan se relacionó con una presión muchísimo más agresiva, sobre todo por cómo acompañaban todas las líneas dicho movimiento. El Barça defendió constantemente hacia delante, incluso en situaciones que no eran consecuencia de su buena circulación de balón y presión y organización tras pérdida. En un saque de banda, en una combinación merengue en campo propio, el Barça salía a morder. Iba a hacer daño en lo moral, a hacer mella en la confianza de su rival.
Jordi Alba hizo muchísimo daño a la estructura madridista
Por contra, el Madrid decidió no presionar, sino construir su defensa en un 4-1-4-1 de altura media, en el que cada jugador buscaba el robo sin mayor tensión. Si la pelota superaba su altura, los jugadores blancos desconectaban. Y el Barça, que lo tenía clarísimo, ganaba mucha altura. Entre los trazos más característicos y productivos estuvo la dinámica de movimientos de Coutinho para realzar la soledad de Nacho frente a Alba. Bale no acudía a la ayuda y siempre que Alba recibía, Coutinho se llevaba a Varane y Nacho hacia línea de fondo. Ese vacío que producía el arrastre de Coutinho y la no ayuda de Gareth le servía al Barcelona para elevar las posiciones de Arthur y Busquets y protagonizar un dato esclarecedor: uno de cada dos robos del Barça se producía en campo contrario. El gol fue un resumen perfecto: Alba en solitario, seis jugadores eliminados con un pase a la espalda de Nacho y jugadores blancos sin tensión alguna en el retorno.
Lo que llegó después fue consecuente con los rasgos más definitorios de Valverde y su actual estructura. El Barcelona fue construyendo un dominio abrumador sin hacer nada especialmente excelente en la forma. Respetando su actual presente y siendo paciente para generar ventajas posicionales con cada uno de sus pases, con un Busquets tocando a placer y un Suárez llegando un segundo antes a cada uno contra uno, el escenario pintaba extraordinariamente blaugrana. Enfrente, el Madrid pretendía sumar pases en su sector izquierdo, donde depositaba su técnica más virtuosa para lanzarla sobre Bale a la espalda de Alba, pero el Barça tenía posibilidad de vetar cada progresión blanca a través de una confianza in crescendo en las transiciones, uno de los aspectos que comenzarían a asomar con el paso de los minutos.
Lopetegui cambió a 3-5-2 y Suárez sentenció en la segunda parte
Lo que intuyó Lopetegui es que a su equipo le faltaba dar cinco pases en campo contrario, generando una mínima sensación de estructura para conseguirlo. Así, el técnico vasco retiró a Varane, centró a Nacho, bajó a Casemiro y formó línea de tres centrales. El Madrid ganó una línea de pase en salida, donde estaba perdiendo infinidad de pelotas, para sumar pases más arriba. Kroos era el encargado de direccionar el ataque y Modric e Isco le escoltaban en dicha tarea. No llegó el gol por casualidad, pues en esos primeros compases del segundo tiempo, el campeón de Europa al menos supo detectar lo que le estaba haciendo tanto daño. Aunque sólo constara como respuesta, lo cierto es que el Barça tuvo que reaccionar, y Valverde miró a su banquillo con tal de gestar la goleada.
Como el Madrid había ganado altura con su nueva disposición y distribución, por lógica obligada, su actitud tras la pérdida debía ser consecuente, es decir, perderla y morder, perderla y anticipar. Lo que hizo Valverde fue reforzar con Semedo el sector zurdo, el de mayor desequilibrio blanco, adelantando a Roberto, y ubicar a Dembelé a la espalda de los interiores blancos para incrementar una amenaza que convirtió en sentencia el mejor hombre del partido. Prólogo y epílogo del partido de ayer y de la crónica del mismo, Luis Suárez lo hizo absolutamente todo. Amén de su hat-trick, el uruguayo se sintió capaz en cada movimiento, una sensación que le devuelve a la primera plana de la posición aún estando lejos de su propia cima. En ausencia de lo infinito, Luis Suárez no dejó escapar la oportunidad de imponer su esencia como futbolista.
Xisco_Rincon 29 octubre, 2018
Como bien se vio en la segunda parte (a pesar del resultado) al Madrid le sienta mejor protegerse un poco más, tiene un gran deficit en transición defensiva. Puede congrolar el partido tocando, el problema es que cualquier perdida es un drama. Los años con Zidane me han enseñado que al Madrid le sienta mejor ser conservador, sobre todo ante ataques potentes… vual es el problema esta temporada, que aunque repliegue luego no tiene gol arriba… ayer con Cristiano el Madrid en empata en la segunda, aunque luego acabe perdiendo… pero empata porque Cristiano hubiera marcado uno o dos… El Madrid necesita desborde y gol arriba. Solo con control no funciona, además el adversario lo sabe y no teme dejar a Benzema solo…
En clave Barça, para mí Luís Suarez y antes Messi estan tapando algunas carencias, las mismas de hace un par de años, equilo sobradísimo para la liga, pero como se vio al principio de la segunda parte, con problemas ai el contrario ejecuta bien. Este año veo, una vez más, difícil la Champions, veo a Liverpool y Juventus más completos.