Éver Banega está siendo uno de los nombres destacados en los primeros pasos de Pablo Machín al frente del Sevilla. El técnico soriano adaptó el dibujo que le hizo triunfar en el Girona, y eso ha permitido que veamos al argentino en un rol en el que, a pesar de haber dejado dudas a lo largo de su carrera hasta la fecha, está funcionando con bastante regularidad.
Como gestor de los primeros pases, Banega nunca ha conseguido asentarse como director de orquesta en el fútbol europeo, pero el sistema sevillista, con tres centrales alimentándole y protegiendo su espalda, y la ubicación del resto de piezas, donde hasta cinco jugadores le abren líneas de pase por delante de la pelota, están dándole un contexto favorable que él está sabiendo aprovechar.
Bordalás enfocó su defensa en no dejar espacio a Banega
La gran apuesta de Bordalás en el Sánchez Pizjuán estuvo en la defensa sobre el futbolista argentino. El Getafe mantuvo su 4-4-2 habitual, pero Djené dejó su habitual puesto en la zaga para acompañar en medio campo a Maksimovic, y desde ahí el togolés ensució la salida sevillista. Siempre que Banega o Roque Mesa recibían de centrales, la presión del africano provocó pérdidas en el carril central castigadas posteriormente por Jorge Molina y Ángel.
El Sevilla no conseguía salir por dentro por culpa de Djené, pero la progresión exterior tampoco fue una opción factible. Con Antunes y Damián Suárez encimando siempre a Sarabia y a Nolito, a los que les costó mucho girar, y con el excelente trabajo de Portillo y -especialmente- Amath sobre los carrileros hispalenses, el Sevilla dio una sensación de inoperancia realmente preocupante en el primer acto.
Además, esa dupla de atacantes del equipo madrileño hizo un partido soberbio. A pesar de que los centrales sevillistas tenían superioridad numérica, la ventaja posicional fue siempre de Jorge Molina y Ángel. El primero hizo un encuentro espectacular en los apoyos, y el segundo ofreció profundidad constante, con sus movimientos en vertical, y amplitud, con sus apoyos en ambas bandas.
El Sevilla sólo dio sensación de salir del entramado de Bordalás en el arranque de la segunda parte
Machín corrigió en el entretiempo, y el arranque de segunda parte pudo meter en el encuentro al Sevilla. El 3-4-2-1 habitual pasó a un 3-5-2 con el que el equipo local consiguió desviar la atención de Djené. Banega pasó a ser pivote, y con Sarabia y Franco Vázquez de interiores, el africano dudó entre ir o quedarse. El argentino jugó con más espacio, y con André Silva sujetando a un central getafense, Ben Yedder pudo correr con ventaja contra el otro.
Fue tan sólo un lapso de tiempo de unos 15 minutos, momento en el que Bordalás reaccionó, dejando claro que Banega era el centro sobre el que enfocó su defensa. A pesar de que Ángel estaba dando al equipo profundidad, llevaba dos tantos y era un incordio para los centrales del equipo local, el técnico del Getafe tuvo claro que debía de ser el sacrificado para que Shibasaki trabajase sobre la recepción de Banega, dejando a Jorge Molina descolgado en ataque para seguir dando aire a su equipo ante la presión sevillista. Desde entonces, posesión inocua de los de Machín, y tres puntos que volaron a Madrid, una vez más, gracias al buen tacto de Bordalás para adaptarse a los rivales.
AdrianBlanco_ 17 septiembre, 2018
No sé cuánto recorrido va a tener lo de Djené en el doble pivote, si va a ser un recurso temporal o un discurso más concreto ante escenarios como el de anoche, pero lo cierto es que a Bordalás el experimento le salió muy bien. La agresividad del togolés en el centro del campo es, por así decirlo, un poco una moneda al aire. No obstante, sus primeros 45' sobre Banega y Roque Mesa fueron ultra positivos para el Getafe. Condicionó por completo la estrategia del Sevilla.
Mención especial para Jorge Molina, por cierto. Los goles son de Ángel, es verdad. Pero lo de Molina por detrás del doble pivote sevillista, descargando el juego y asistiendo al delantero canario, fue una cosa muy bruta. Menudo hueso sigue siendo el Getafe.