Cuenta la leyenda que un buen día, paseando por el bosque, el rey Midas se encontró con el dios Sileno. Este, desorientado entre la maleza, le pidió ayuda al monarca –acompañado de todo su séquito- para volver a sus dominios. El rey accedió a la petición; guio a Sileno de vuelta hasta su hogar y el dios griego, como gesto de gratitud, le concedió a Midas un deseo de inmediato cumplimiento. El rey, muy rico y avaricioso –aseguran-, le pidió a Sileno el poder de convertir en oro todo lo que tocase con sus manos. Y el deseo, dicho y hecho, le dio la posibilidad al rey de transformar sus bienes en piezas del material preciado. Una facultad similar, pero sin dioses, bosques ni deseos, a la que utiliza cada año el regente de Liverpool.
Shaqiri, Keita, Fabinho… Klopp está ganando fondo de armario
La llegada de Xherdan Shaqiri a Anfield se produce en el momento adecuado; por el proyecto, pero sobre todo por el propio futbolista suizo. El internacional, tras un Mundial muy positivo, cumplirá 27 años el próximo mes de octubre. Y después de tres temporadas en el Stoke, en las que ha visto puerta en quince ocasiones (3+4+8), sus brotes de irregularidad podrían dejar de ser un problema en manos del entrenador que más milagros acomete en este tipo de casos. Para empezar, el fútbol de Shaqiri puede ser sumamente productivo para un equipo que no se ha caracterizado en los últimos tiempos por una profundidad de armario realmente ganadora; como así fue palpable en Kiev. Algo que ahora, entre la llegada del suizo, y las de Fabinho y Keita, a sabiendas de la marcha de Can, no debería ser un problema. No tanto, en principio, como para restarle competitividad a uno de los ataques más temidos en la Champions.
El Liverpool 2017/2018 se caracterizó por tener uno de los mejores contragolpes sobre la faz de la Tierra. El entendimiento –asociativo y, sobre todo, espacial- de Mohamed Salah, Sadio Mané y Roberto Firmino fue total; hasta la desgraciada lesión del egipcio ante el Real Madrid. Desde la pizarra, orquestando un ataque amplio –que permitiese tener ocupados los tres carriles del campo en todo momento-, el azote táctico de Jürgen Klopp fue responsable de sendas goleadas, como las conseguidas ante City y Roma en los cuartos y semifinales. Una escuela, apadrinada desde hace años por el técnico alemán, que ya ha dejado sus huellas en el Mundial de Rusia. Y que ahora, con la llegada del suizo, pretenderá extender sus raíces en el tiempo. Un movimiento que, más que una evolución, parece ser un refuerzo en una de las parcelas en la que más diferencia tenía el Liverpool entre los titulares y los no tan habituales.
Shaqiri, por derecha, busca a menudo recortar con la izquierda
Porque así, de primeras, suena muy difícil que Shaqiri pueda tener su sitio en el once titular del Liverpool; sobre todo si el esquema (4-3-3) sigue siendo el mismo con respecto al último curso. Ahora bien, por condiciones, su aterrizaje en Anfield casa bien con la idiosincrasia de los locales. Su evolución tanto en el Stoke City como con Suiza, donde en ambos casos ha sido primer espada del vestuario, se ha producido conforme a su ratio de acción y no tanto en su pericia (técnica) con el balón en los pies. De esta forma, como también ha dejado ver durante el Mundial, Shaqiri ha progresado en términos de liderazgo, hasta el punto de hacer así más completa su función a la hora de trazar la diagonal por dentro. Este movimiento, un clásico del repertorio, le lleva a ser una solución recurrente en escenarios de dominio posicional, en los que su velocidad y regate –que tiene- no alcanzan a los de Salah; para que sirva como ejemplo.
Su lectura es mucho más cerebral que cuando llegó al Inter procedente del Bayern. El futbolista suizo recibe para encarar, pues eso va implícito en su propia naturaleza, pero entre medias de una y otra acción ha sabido ganarse el espacio suficiente para pensar y levantar la cabeza para encontrar la mejor solución. Un proceso que ha seguido recientemente en Rusia, cuando acudía a recibir de Xhaka, y que ahora tratará de hacer funcional a su llegada a Merseyside. Shaqiri, tal y como reconoció el propio Klopp, cuenta con la “habilidad, la actitud y el potencial idóneos para jugar en el Liverpool”. Pero a partir de este momento, será labor del germano transformar esa capacidad en certezas para el colectivo. Hacerle decidir mejor; que sea más constante, entre y durante los partidos; y que, sobre todo, acepte las reglas del juego. Ya que condiciones, como tal, tiene. Solo le hace falta aprender a canalizarlas. Porque si Klopp consigue esto, habrá ganado para su plan una carta que hasta entonces no tenía. Y si no, le sucederá como al rey Midas; al que de poco le sirvió ese poder, si luego no podía montarse ni en su caballo.
Hugo Marugán 18 julio, 2018
Tengo ganas de ver la función que le dará Klopp a Shaqiri en el ataque posicional del Liverpool. Tras la marcha de Coutinho, el entrenador alemán probó en muchas ocasiones a Sadio Mané entre líneas con Robertson dando profundidad por banda. Creo que el suizo podría cumplir esta función mejor que el senegalés y dotar de más calidad al ataque posicional.
Ya es hora de que Shaqiri se establezca en un proyecto de calidad, y en Liverpool va a tener a Klopp… y a Firmino. Si se entiende bien con el delantero brasileño, podemos estar ante la verdadera explosión de Xherdan Shaqiri.