El contador se detuvo al llegar a 37. El estadio Luzhniki de Moscú presenció el primer cero a cero del Mundial de Rusia. Fue entre Dinamarca y Francia, clasificadas para octavos como segunda y primera de grupo tras su empate y el triunfo de Perú ante Australia. El partido, que en términos cuantitativos dejó muy pocas cosas (5 remates a puerta: 1-4 para los de Deschamps), fue algo más entretenido en base a los distintos nombres y detalles que fue arrojando con el paso de los minutos. De Griezmann a Lemar, pasando por N’Zonzi, Eriksen o Fekir, para acabar en Mbappé. Este compendio de estrellas, cada una en su momento, en su espacio y con su ritmo fue, por decirlo de alguna forma, lo mejor de un encuentro con cierto aroma a armisticio entre las partes implicadas.
Francia pasó de su clásico 4-3-3 a adoptar un 4-2-3-1
El once de Francia, con N’Zonzi, Lemar y Dembélé en lugar de Pogba, Matuidi y Mbappé, parecía el indicado para testar cómo y en qué punto se encuentran las principales alternativas de Deschamps de cara a las eliminatorias directas. De esta forma, con el mediocentro del Sevilla al lado izquierdo de Kanté, Francia reorganizó su clásico 4-3-3 para, al menos sobre el papel, dar paso a un 4-2-3-1 con Giroud por delante de Griezmann. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo, este dibujo fue amoldándose a las exigencias que demandó el bloque medio-bajo de la selección de Hareide. Dinamarca, en un 4-1-4-1, fue retrocediendo sobre sus pasos con el transcurrir de los minutos hasta atascar, como se propuso, el juego posicional de la selección gala. Con Jorgensen en el once, acompañando a Kjaer como central izquierdo, la entrada del futbolista del Huddersfield llevó a Dinamarca a cambiar de planes con respecto a sus dos primeros encuentros: la presencia de Christensen en mediocampo, como único pivote, tenía explicación.
Christensen, el del Chelsea, jugó muy bien como pivote
El paso del defensor del Chelsea al centro del campo fue encaminado a dinamitar el juego entre líneas de Antoine Griezmann. El atacante del Atlético, muy coartado por el marcaje del danés, entró poco –o menos de lo que su selección hubiese deseado- en juego. Porque una de las claves tácticas del encuentro fue, a propósito, lo bien que supo defender Dinamarca hasta el descanso: con Christensen de pivote, por detrás de Delaney (izquierda) y Eriksen (derecha), y con Sisto y Braithwaite abiertos por los costados. Todos trabajaron, del primero al último, para hacer muy espesa la labor de Francia con el esférico; hasta el punto que el propio Eriksen, que está dejando sus mejores gestos con cuentagotas, se implicó mucho a la hora de encimar la figura de N’Zonzi. Al recuperar, el plan de Hareide tampoco ofreció dudas: balón largo sobre Cornelius, que jugó como delantero referencia, para que este, como ya ha demostrado tanto y tantas veces en la Atalanta, fuera quien acercase al área a Braithwaite, muy activo durante toda la primera mitad para amenazar por el perfil derecho.
Conectaron muy pocas veces entre sí, dada la nube de piernas danesas, pero la movilidad de Griezmann, el protagonismo de Lemar y el primer pase de N’Zonzi fueron, de largo, las notas más positivas de Francia en los primeros cuarenta y cinco minutos de partido. El número ‘7’, muy condicionado por la presencia de Christensen, debió ampliar su ratio de movimientos para entrar en contacto con el juego. Algo parecido a lo que buscó Lemar, partiendo desde el perfil izquierdo, para conectar desde una posición más centrada. Donde, por otro lado, allí se situaba el metro-noventa y seis centímetros de N’Zonzi. Una especie de triángulo, más imaginario que práctico, desde el cual Francia consiguió agilizar su juego. Hacerlo algo más rápido. Lo mínimo para tener la pelota y no perderla, pero ni mucho menos suficiente para marcar ningún dominio en campo contrario.
Mbappé volvió a jugar desde el lado derecho del ataque
No obstante, la parte más llamativa para Francia en su tercer y último partido de esta fase previa llegó a tan solo doce minutos del final. Con Fekir sobre el campo, que entró (por) y para cumplir la función que hasta entonces había estado realizando Griezmann, el tercer y último cambio de Francia fue el de Mbappé. Y el del PSG, aun sin Antoine de por medio, volvió a entrar para jugar desde el lado derecho. Lo cierto es que Kylian, que entró muy enchufado y con un ritmo distinto al que se había venido jugando, trazó varias diagonales hacia dentro, para conectar con Fekir, y liberar así el carril a las incorporaciones de Sidibé, pero el mensaje que trasciende por parte de Deschamps es, cuanto menos, significativo. Mbappé, a fin de cuentas, ya ha demostrado que puede ser decisivo desde cualquier costado, o incluso atacando más centrado, pero el hecho de hacerlo actuar a pie natural parece, como ante Australia, que responde a una cuestión más pragmática en el 4-4-2 (sin balón), para que defienda y despliegue. ¿Una declaración de intenciones?
AdrianBlanco_ 27 junio, 2018
¿Qué sensaciones transmite esta Francia de cara al duelo ante Argentina? Yo me espero a los de Deschamps en su 4-4-2, con Mbappé por derecha y Matuidi por izquierda. Y con Giroud-Griezmann arriba, obviamente.