A Ucrania viajará el Real Madrid para intentar levantar su 13ª Champions después de no perder ninguno de los dos encuentros que le han enfrentado al Bayern Munich en estas semifinales de la máxima competición europea. Esta circunstancia debe decirse pronto porque a diferencia de la temporada pasada, el equipo blanco ha llegado a la primavera desprovisto de grandes certezas colectivas desde el punto de vista táctico y sin la inspiración individual, con brillante desenlace colectivo en Cardiff, que definió su periplo hace justo un año. Así, de la mano de Navas, Ramos y Varane, el vigente campeón volverá a tener la oportunidad de citarse con la vitrina, tras eliminar a un Bayern insistente, y tras hacerlo sin las constantes futbolísticas de las que con toda razón debe presumir el primer finalista de esta edición de la Liga de Campeones. El Madrid sigue fiel a sí mismo en su relación con la victoria, de la que no se separa ni en la salud ni en la enfermedad, ni en la riqueza ni en la pobreza, ni cuando todo es extraordinario ni cuando todo es mucho más normal. Todos los días de su vida.
Porque la vuelta de este cruce de semifinales dejó la sensación de jugarse en un contexto de completa normalidad valorativa y competitiva, donde la asunción del fallo y el desenfreno fue compartida por madridistas y bávaros. El encuentro miró a la pelota de manera muy particular, sin el aire de preocupación que ha caracterizado al último lustro de esta competición. Madrid y Bayern llegaron al Bernabéu con la camiseta por fuera y los cordones desatados, y así fue la noche que dio un billete al Real Madrid para viajar a Kiev, en la que los merengues transmitieron una sensación de extrañeza relación con la pelota. Y es que este Madrid 17-18 ha titubeado cuando ha querido domar el esférico y se ha encontrado con que también ha mirado de forma peculiar al balón cuando ha tocado defenderse. Un gol de Kimmich, el lateral derecho del campeón alemán, solo, dentro del área, puso de manifiesto lo que sucedería durante buena parte del partido. Así arrancó el encuentro de vuelta.
Thiago y Kovacic explicaron gran parte de la primera parte del choque
En él, nuevamente fue Zinedine Zidane quien articuló una alineación con varios puntos a tratar. El primero, la ausencia de Carlos Henrique Casemiro en el mediocentro, lugar destinado para Kovacic, alejando a Luka Modric de los primeros pases y de la zona más centrada, con Asensio en banda izquierda y Karim Benzema en la punta, dejando claro que la simetría posicional en mediocampo ha sido para el francés su mayor apuesta por recuperar cierto equilibrio en sus momentos sin balón y resguardarse de las dobles parejas exteriores de Heynckes. La respuesta de Jupp se apuntó con similar trascendencia, pues el germano situó a Thiago Alcántara en el pivote en lugar de Javi Martínez, como jefe de las operaciones, una decisión que ayudaba a los alemanes a mantener una posesión muy segura y una circulación igualmente productiva en cuanto a superar líneas de presión. La primera mitad fue, por tanto, el vivo ejemplo de lo que pasó entre Kovacic y Alcántara.
Y es que no sólo fue importante para Zidane recuperar la simetría horizontal, con las bandas igualadas, sino también defender atrás, formando dos líneas de cuatro en campo propio desde las que asegurarse, en número y en ayudas, una seguridad cerca del área. Pero como ocurrió en la ida, los blancos no pudieron igualar en continuidad lo que definía su propuesta. Y es que siempre que el balón superaba a un jugador blanco, éste quedaba desconectado de la jugada o reaccionaba sin excesivo ímpetu. La aplicación y la activación del plan estuvo alejada de lo que implicaba la escena y, entre otras cosas, por ello el partido adoleció de rigor defensivo. A nivel táctico, para el Bayern era sencillo dibujar la ventaja. Thiago recibía libre, sin excesiva presión y el Madrid retrasaba sus líneas; acto seguido, el español abría a un costado y después subía varios metros para superar la altura de Cristiano y Benzema, dejándoles atrás. Recibiendo un pase posterior, Thiago aparecía por delante de Kroos y Kovacic. Uno de los dos, croata o alemán, salía a por el balón o esperaba de manera laxa, y era un pase vertical el que encontraba una posición adelantada, entre líneas o abierta, para presentarse en el área. El Madrid se quedaba a medio camino entre defender la línea de pase o presionar la salida. Así, la zona de Thiago no tenía una vigilancia clara ni encomendada.
Keylor y Varane fueron la solución al borde de la clasificación
No obstante, y dado que ninguno de los dos ha llegado a este punto con capacidad para someter y dominar en campo contrario, el Madrid, si bien lejos de asentarse arriba y cambiar la dinámica del partido, podía salir. Gracias a su inagotable capacidad para el cambio de orientación, para los de Zidane era sencillo aprovechar la inercia que su bloque defensivo estaba sufriendo, y es que cuanto más fácil era para el Bayern verticalizar, más sencillo era para el Madrid transitar. No fueron de excesiva calidad dichos intercambios de golpes, pero marcar gol fue siempre una posibilidad que el Madrid trató con su habitual puntualidad. No dejó pasar demasiado tiempo y sin demasiada urgencia, estaba de nuevo al frente de la eliminatoria. Como así ocurriría en los segundos 45 minutos, el irregular momento de sus centrocampistas fue compensado por sus últimos hombres en el área.
Allí, por tanto, deben erigirse los elogios más certeros y definidos. Por la frecuencia con la que Ramos y Varane tuvieron que justificar su desempeño, con Ribéry y Alaba sobre Lucas, y por la importancia de cada lance evitado y desbaratado por Keylor Navas, el campeón de Europa se dio una nueva oportunidad para seguir luciendo. Sobre todo porque los tres fueron de menos a más, cuando el reloj les acercaba a la final, donde se subrayan los protagonistas y los culpables de las victorias. Porque lo que nuevamente ha quedado claro es que el Madrid no ha encontrado, como así fue en la temporada pasada, la manera de explicar un sistema que le ha sido difícil de solidificar, incluso de dosificar, a pesar de los brotes verdes que dejaron verse desde enero. Lo que sí ha podido encontrar, como siempre, es una solución para ganar. Para fijarse dónde esta la victoria para ir de su mano. Raro sería lo contrario.
Foto: Catherine Ivill
Xisco_Rincon 2 mayo, 2018
A mí me cuesta explicar el porque del pase del Madrid. Pero bueno, hay una cosa que sí se me pasó por la cabeza, cada vez que el Madrid lo ha necesitado (estando por debajo del marcador) ha cogido el mando del partido y ha marcado un gol relativamente rápido, la cuestión es ¿porque no ha tenido continuidad eso?, bien, porque nunca lo ha hecho, el Madrid cuando está en ventaja se echa atrás, es así, esto le ha conllevado muchos sustos este año cuando la falta de gol era tan severa durante la primera vuelta. No es que lo haga porque quiera, no se si es psicológico o hay algo más, pero el gol de Benzema es la perfecta explicación… Empieza el Bayern fuerte, marca, y el Madrid se hace con el partido… 30 toques después Benzema marca, control total, directamente después el Madrid vuelve a resguardarse a su area. Huele a Madrid del mínimo esfuerzo, no se porque, pero es la sensación que he tenido. Si el Bayern marca el tercero, digamos en el 70, el Madrid hubiera vuelta a apretar y encerrar al Bayern, estoy bastante convencido… es lo que he ido viendo. El Madrid no busca ganar 4-0, busca marcar y guardar la ropa, la diferencia respecto a otros años, que cada vez las contras y transiciones cuando defiende son peores.