Cristiano Ronaldo y el Real Madrid se marcharon de Turín habiendo dejado encarrilado el pase a las semifinales de la Copa de Europa, como si tal cosa. Con la suficiencia y la implacable naturalidad que explica este ciclo de victorias, los hombres de Zinedine Zidane vaciaron a una Juventus desamparada en lo mental e impotente en lo futbolístico. Basando su triunfo en su capacidad para traducir su calidad colectiva en la puntualidad insólita de su número ‘7’, el campeón no dejó lugar a la igualdad y arrancó la admiración del Juventus Stadium después de que la vecchia signora, como todos los que han mirado a los ojos a este Real Madrid, desfalleciera. Fiel a su estrecho vínculo con esta competición, el conjunto blanco devoró la mente de su adversario.
El partido arrancó, antes incluso de reconocer las intenciones de ambas escuadras, con un gol nacido del pavor. La jugada del 0-1, vista una y otra vez, surge desde un posicionamiento blanco peculiar. Todos los futbolistas del Real Madrid, a excepción de Benzema y Cristiano, están alineados alrededor del bloque juventino. Nadie se mezcla en zonas interiores ni espera entre las líneas enemigas. En el área, cuatro hombres y un vacío, nunca ocupado por el primer central, Barzagli ni auxiliado por ningún centrocampista. La ocupación del área y la reacción a la recepción de Isco ofrece una panorámica de lo que la Juventus comenzó a sentir desde el pitido inicial. Que el balón merodee el área fue para Chiellini, Buffon y Barzagli una situación tan reconocible como favorable. Pero el área ya no es su oficina cuando llega de visita el actual Cristiano Ronaldo, el rematador más extraordinario del momento, que volvió a convertir en inseguridad el terreno más seguro del campeón italiano.
Isco fue el elegido para dominar la circulación ante la Juventus
Desde ahí, ya sí, se jugó el encuentro que llevaría a ambos a medirse de verdad. Zinedine Zidane optó finalmente por el concurso de Isco Alarcón en su 4-3-1-2. En dicha disposición, el técnico francés maximiza el control del balón a cambio de una pérdida y un posicionamiento menos ortodoxos y más dispersos. Fue el gol el que dio la ventaja al Madrid para conectar su mejor circulación de balón, la cual, sesde el 2′ hasta el 20′, permitió a los blancos ofrecer un tramo de juego propio de su enorme calidad para esconder la pelota y atender cada metro de campo con finura y continuidad en el pase. Aparecieron así apoyos, caídas a banda, combinaciones en banda izquierda, aperturas a un toque y cambios de orientación. Desplegando parte de su infinito repertorio, la Juve tuvo que darse mus y esperar. Cuando el Madrid involucra tantos jugadores en su elaboración, es muy difícil tener la capacidad para elegir dónde defender, cuándo meter la pierna y cómo robar el esférico. El campo se hizo ancho, invitando a los juventinos a morder y que el espacio apareciera.
La contraprestación del sistema blanco es que su presión tras pérdida, además de liviana, no es segura a nivel estructural, y Allegri lo aprovechó para escapar por banda, abrir espacio a los lados de Casemiro e incurrir en dosis de profundidad con el paso adelante de Khedira y el posterior de Dybala. Aunque su calidad técnica y asociativa distaba de ser un reto de altura para la transición defensiva blanca, Asamoah, Sandro y Douglas Costa aprovechaban esos espacios para abrir el partido y provocar un ida y vuelta que el Madrid siempre intentó calmar en cada transición. Una de las grandes diferencias entre ambos estuvo en la capacidad y conocimiento de los visitantes para pausar la jugada y obligar al rival a construir de nuevo su bloque defensivo. Pero evidentemente no fue la única. Porque la Juventus de Turín careció de plan e intimidación tras robo.
La Juventus logró salir a la contra pero no tenía plan ni calidad para inventar
Sus defectos técnicos en las postrimerías del área condenaron al campeón italiano a no crear peligro de valor gol, pues las últimas decisiones con balón de sus hombres exteriores impidieron a la Juve meter en el partido a su grada. El Madrid no se sintió desbordado, a pesar de cada incursión de Dybala en tres cuartos era parada con falta, y es que el partido del argentino en la primera mitad fue difícil de valorar. La Juve se vio extranecesitada de sus apariciones pero le fue imposible al crack sudamericano imponer varios ritmos e intenciones a sus toques. Le quedó la jugada siempre para definirla o acelerarla. Cuando quiso unir y pegar a su equipo en campo contrario, no recibió ayuda, ni táctica ni técnica. A su alrededor, la Juventus no propuso retos técnicos que elevaran las jugadas. Khedira, Bentancur, Sandro, Asamoah, Higuaín o Douglas Costa no mejoraban las jugadas. El plan no fue satisfactorio, incluso ante una ventaja táctica que dejaba a Casemiro disperso y solitario.
Sin más aire ni variantes para descifrar o construir un partido diferente, ocurrió aquello. Un mal entendimiento entre Chiellini y Buffon anticipó lo que vino después de la histórica estampa. La Juventus claudicó mentalmente tras el 0-2, en parte porque tras el impacto de semejante pirueta y posterior aplauso colectivo de su grada, no quedó lugar para la reacción. Diluídas sus energías, la chilena de Cristiano Ronaldo creó un nuevo y último vacío que colmó de emociones a propios y extraños. Basta la acumulación de reacciones que se dieron sobre el campo para poner punto y final a una segunda parte que no encontró más argumentos para ser contada de otra forma. La Juventus nunca estuvo preparada para verse con Ronaldo, absoluto dueño de la palabra gol.
Foto: MARCO BERTORELLO/AFP/Getty Images
Luismadrid1985 4 abril, 2018
Buen partido del Madrid, aunque es cierto que todas las cosas que sucedian le iban favoreciendo, fue siempre com viento a favor, aunque es lo que tiene tener a Ronaldo en el campo. Eso sí, me dejó ciertas dudas en cuanto al control del juego cuando el partido fue 11vs 11. La CMK debe controlar mejor el partido cuando enfrente están Khedira y Betancourt. El alemán fue un dolor de muelas continuo gracias a su movilidad y arrancadas…