
En lo que se lleva disputado de temporada, seguramente el ataque posicional más rico de Europa haya sido el ejecutado por los futbolistas del Manchester City. El equipo de Guardiola, después de un primer año de compleja adaptación al libreto del de Santpedor, y de éste a las particularidades de un nuevo fútbol, ha logrado dar con las teclas oportunas a partir de las cuales dar forma a un juego en campo contrario que reúne, dentro del equilibrio, una muy jugosa variedad de alternativas. A Pep, cerca del arco rival, todo parece encajarle. De Bruyne genera ventajas en la base y pánico en la frontal, David Silva depura los ataques a la espalda del mediocampo contrario, Sterling mezcla apoyos con presencia rematadora desde un espacio interior que habilita las subidas de Walker por fuera, Sané abre (abría) por banda izquierda para estirar a la defensa del oponente o, en caso de que ésta no atienda a su reclamo, castigar en aclarado, Delph refuerza dentro como un centrocampista que permite ganar altura a los interiores, Agüero acompaña y finaliza… ¿Cómo detener a un plan que parece tenerlo todo en cuenta?
Desde agosto, muy pocos lo han conseguido. Con traducción en el resultado, sólo el Shakhtar Donetsk en un encuentro sin trascendencia del lado citizen, y el Liverpool en Anfield hace un mes. Los de Klopp empezaron a labrar su victoria ante el hasta entonces imbatido líder de la Premier, de la mano de una vieja amiga: una presión justa, intensa y calculada, que ya le valió al alemán varias batallas a su favor cuando se enfrentó a Pep en Bundesliga. No hay en Europa un entrenador más atento que el catalán con la salida de balón que ponen en práctica sus equipos, pues no hay en el continente un técnico que le reserve a esta fase del juego un lugar tan preponderante en el plan que desarrolla su equipo. Como un primer paso sin el cual los demás no pueden darse con la firmeza deseada. «Mi trabajo es hacer que el balón os llegue hasta el último tercio del campo. El vuestro, marcar ahí la diferencia«. Discutirle la limpieza de la ascensión, dificultar la fase del juego que da origen a su fútbol de ataque, se ha revelado como la solución más capaz de incomodar al camino con el que el Manchester City marca el paso a golpe de victorias. Contener lo que hacen en campo rival, defendiendo lo que se labran en el propio.
Pero del dicho al hecho hay un trecho. Sólo conjuntos tan fuertes, expertos y especializados en la materia como el cuadro red o el voraz Nápoles de Sarri han puesto contra las cuerdas al inicio de la jugada del Manchester City, y únicamente a uno de los dos su excelente puesta en escena le valió para cosechar un triunfo. No en vano, es la batalla que Guardiola más empeño pone en ganar, ya que se trata de la que deberá otorgarle la superioridad a la hora de librar las demás. Entendida como su principal responsabilidad, es aquella en la que los equilibrios entre técnico y jugadores más se inclinan a su favor. Es el espacio de su pizarra, y más que técnica o lectura, cuanto solicita para ella es obediencia y valentía. Quien la sigue, encuentra la recompensa. Una luz escondida, una voz en la noche acunada en un sistema de refuerzos que marcan el camino correcto. Todo lo que pide Pep a los suyos, es el atrevimiento de andarlo.
La salida desde atrás es clave en el buen funcionamiento ofensivo y defensivo del Manchester City.
Su andadura por los banquillos de Barça, Bayern y City acumula ya varios nombres que servirían de ejemplo, pero en lo que concierne a demarcaciones en su totalidad, pocas hablarían con más claridad que la de portero. Víctor Valdés primero, Manuel Neuer después y actualmente Ederson Moraes han impulsado en sus equipos golpeos y actitudes diferenciales sobre la confianza en aquello que se les encargaba. Así, en el Manchester City, aquel guardameta que enfundándose los guantes del Benfica ya había mostrado su jerarquía administrando toda la extensión del área grande, es ahora un punto de arranque ineludible de la ofensiva citizen. Tanto desde su interpretación de la salida en corto como, y de forma espectacular, gracias a su capacidad para conectar con aquellos compañeros que, alejados, aguardan a la espalda de las presiones, Ederson hace más grande el campo. Presionar la construcción desde atrás del conjunto inglés no es lo mismo si el arquero puede traducir su libertad en una conexión con cualquier rincón del terreno de juego. Su pierna es un cañón, Guardiola le ha marcado el punto de la diana, y en su convicción para lanzar hacia ella no se adivina titubeo alguno.
Es la misma receta que ha transformado a Otamendi no sólo en un central apto para el plan del de Santpedor, sino en una de las fortalezas del mismo, con el añadido de que si Ederson ya avalaba un determinante golpeo, el argentino a su favor tenía poco más que el carácter. No ha necesitado otra cosa su técnico para esculpir, donde antes ya esculpió a Abidal o a Jerome Boateng, a un central preciso en el envío, seguro en la lectura y locuaz en su nuevo protagonismo. Con todo el equipo formando por delante, la responsabilidad a menudo recae en sus botas, y no sólo no la ha esquivado sino que gracias a ella se ha transformado, como inmortalizan en cada partido sus conducciones para incrustarse en mediocampo, liberar de la marca a un compañero y mandar el balón hacia él. Una forma de crear contextos. Además, ahora Nico incorpora a su lado una variedad de golpeo que él no posee, ya que la apuesta por Laporte suma en el eje de la zaga capacidad para salir en largo, un registro que el técnico no manejaba de forma tan marcada en la zaga desde Rafa Márquez o el singular Chygrynskiy. Lo señalaba Alan Pardew recientemente: «Tengo malas noticias para los entrenadores de la Premier: el City tiene otro recurso, no sólo defensivo, sino también ofensivo. Los pases de Laporte de izquierda a derecha nos causaron muchos problemas«.
El caso del francés es sensiblemente distinto al de Otamendi ya que con el ex del Athletic se está ante un central a quien la pizarra no deberá transformar, sino exprimir. No tendrá tanto que inculcarle nuevas posibilidades, como dotar de mayor continuidad, impacto y sentido a las que el francés ya ha demostrado tener. Uno de los futbolistas a los que se espera que Laporte habilite en banda, corriendo en dirección contraria a la presión del rival y entrando en las zonas más desocupadas del terreno de juego, es al lateral Kyle Walker, futbolista que de forma más regular fija la amplitud del carril derecho y quien con su posicionamiento en salida abre el espacio del hombre más determinante del equipo. La medida que más ha cambiado al equipo de una temporada a otra, tiene que ver con el rol otorgado a Kevin de Bruyne, antaño mediapunta o falso extremo, situado a espaldas de la medular contraria, y hoy una pieza de enorme dinamismo e influencia tanto por delante como por detrás del balón. Su lugar en salida suele dibujarse a la derecha del pivote, en un espacio sujetado por la amplitud del lateral, la presencia entre líneas del extremo y el primer pase del central. Ahí, recibiendo abajo, el belga se ha distinguido por la inteligencia de todas y cada una de sus acciones, en un abanico que va desde el desplazamiento del balón hasta una poderosa conducción capaz de cortar las líneas defensivas del enemigo. Kevin recibe abajo y suelta arriba, donde para el adversario ya es demasiado tarde.
Todos los futbolistas del City participan del arranque de la jugada. Unos con el balón y otros desde la posición.
Menos determinante pero quizá más carismatica es la reconversión acontecida al otro lado del mediocentro, en la posición de un lateral izquierdo, hoy ocupada por un centrocampista, cuyo valor táctico en salida de balón resulta más que notable. Mezclando la posibilidad de pase fuera con la opción de un envío interior, el rol zigzagueante de Fabian Delph entre la cal y el segundo pivote tiñe de complejidad táctica los estadios iniciales de la jugada skyblue. A través de sus movimientos hacia el interior reta al contrario, que si permanece en banda activa la posibilidad de que el City salga por el carril central, y que si acompaña dentro despeja el recorrido de un servicio que conecte directamente a Laporte, Stones u Otamendi con el extremo izquierdo. Delph participa del segundo peldaño que la escalera de Guardiola ordena sobre el césped cuando su equipo trata de sacar limpio el esférico. El tercero es el de los apoyos que esperan a la espalda de la presión, como escapatorias para los compañeros que reciben el acoso y amenaza para que el rival lo ejecute con más reparos. Lo componen, de izquierda a derecha, el interior, el punta y el extremo, aguardando un pase vertical que poder devolver de frente al compañero o que embolsar para girar y desencadenar la acción de peligro.
También en la cumbre del equipo, las relaciones entre los pares de una y otra orilla se desarrollan en la asimetría. De la misma manera que los laterales dibujan roles dispares o los interiores forman a alturas diferentes, los extremos no representan un papel equivalente ni en la generalidad del juego ni en la particularidad de la salida de balón. Así, mientras el derecho habita un espacio más central y próximo a la mediapunta, como parte del tridente de referencias que entre líneas sitúa el City detrás del mediocampo rival cuando éste va a la presión, el delantero más abierto a banda izquierda sí mantiene una relación estrecha con la cal, siendo más equiparable su función con la que en el otro extremo del campo realiza el lateral. Desempeñado habitualmente por Leroy Sané, el espacio del alemán se había revelado de enorme importancia en el inicio del juego para su equipo en tanto que su sujeción escorada suponía una forma directa de abrir el campo y atraer hacia fuera las vigilancias. Un sacrificio individual en favor de un premio de todos. La obediencia de ver al balón desde lejos, la convicción de que sin tenerlo se está ayudando al equipo, y la pizarra que termina dando la razón. A sus contrincantes no les va a resultar fácil desactivarlo, pero en núcleo del Manchester City está ahí.
FOTO: Mike Hewitt/Getty Images
MiguelCh 13 febrero, 2018
Gran articulo de albert moren, haciendo una anatomía de este manchester city. Que suerte para ecos contar con estos colaboradores.
Mi duda es si hay en esta champions un equipo capaz de parar bien sea la salida de balón de los skyblues o en su defecto aguantar su ataque posicional en campo propio. Ahora mismo no se me ocurren muchos.